“Para llevar a la práctica en la escuela un modelo que potencie la educación inclusiva es necesario que todo el personal educativo, en especial los profesores, tengan una visión y una actitud positiva acerca de la inclusión. Por tanto, una de las premisas fundamentales que se deben cumplir para que la escuela inclusiva se desarrolle de manera adecuada es que se dé una implicación activa del profesorado y la comunidad educativa en general”, señaló María Elena Cuahutencos Amieva, en su ponencia titulada Impacto Social de la Escuela Inclusiva en Educación Básica” en el Foro de Consulta del Nuevo Modelo Educativo en Educación Básica, realizado en la Ciudad de México, donde agregó que “no cabe duda, que estamos ante una nueva situación o movimiento educativo que requiere ser analizado en su aplicación práctica, derivando así, en un planteamiento del problema que atiende al principio de necesidad.”
Explicó que cuando se habla de escuela inclusiva se suele pensar en los establecimientos destinados a niños y adolescentes con discapacidad. “Pero la escuela inclusiva no se limita a esa población sino que se orienta a un grupo mucho mayor, formado por niños, adolescentes y jóvenes que por diferentes razones tienen dificultades para aprender en la escuela, esta ofrece el espacio para lograr el reconocimiento del derecho que todos tenemos a pertenecer a una comunidad, construir cultura e identidad con los otros y a educarnos en las instituciones formalmente reconocidas, cualquiera que sea el medio social, la cultura, la ideología, el sexo, la etnia o situaciones personales derivadas de una discapacidad física, intelectual, sensorial o, incluso, de una sobredotación intelectual ,enfatiza el sentido de comunidad, para que todos tengan la sensación de pertenencia, apoyen y sean apoyados por sus pares y demás miembros de la comunidad escolar, al tiempo que se encuentran respuestas adecuadas a sus necesidades educativas especial.”
Finalmente, señala que se debe potenciar la participación en los procesos de enseñanza – aprendizaje, movilizando los recursos de la escuela y la comunidad así como de las oportunidades que ofrecen las Tecnologías de la Información y la Comunicación, para mantener el aprendizaje activo de todo el alumnado.
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