Si la gente más sabia de México está pidiendo que reconsideren, debería llamar la atención de quienes toman estas decisiones”… Arturo Menchaca, coordinador del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República para el periodo 2016-2019
Lamentamos a diario que tengamos un sistema educativo con carencias en los resultados de las evaluaciones internacionales en comparación con los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con afirmaciones de quien dirige la política educativa en México de que la educación es una política de Estado, sin embargo, los datos que a diario observamos con motivo de la aplicación de una lamentable política presupuestal, nos muestran una realidad muy diferente.
Para empezar, como lo dio a conocer apenas hace unos días el propio Organismo multinacional, México ocupa el último lugar con un 7.3% frente a un 22% del promedio de los países de la OCDE en cuanto al porcentaje del producto interno bruto (PIB) que destina al gasto público social, ello, y con un máximo de 30 por ciento en los casos de Francia y Dinamarca. Lo anterior significa que el gasto público social de México representó menos de la mitad del promedio del organismo y casi un tercio respecto los países con los mejores resultados.
En otro orden de ideas, aun y cuando fue una promesa al inicio de este sexenio federal de que se daría –como sucede en los países desarrollados– hasta el 2% del presupuesto, la realidad dicta otra cosa y, aun y cuando la inversión gubernamental en el tema es menor al 0.5%, este año se da un recorte del 23 por ciento al gasto del Conacyt, planteado en el Proyecto del Presupuesto para 2017, a lo que 74 Premios Nacionales de Ciencias demandan analizar las “graves consecuencias” que tendría para el desarrollo socioeconómico del País, mismo que es reconocido por el propio coordinador del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República para el periodo 2016-2019 Arturo Menchaca.
Sin embargo, no solo ahí se da el problema de la aplicación inequívoca de recursos, específicamente en educación, por ejemplo, el programa “Ver Bien para Aprender Mejor”, que promueve la entrega de lentes a niños de todo el país, no cuenta con fondos federales para el próximo año.
Los resultados de dicha política podemos observarlos a diario en la sección roja de los diarios locales y nacionales, justo cuando el pasado 21 de octubre se dio a conocer que los homicidios dolosos alcanzas un máximo histórico en el sexenio en nuestro país.
Podemos observarlo, porque más del 50 por ciento de los jóvenes mexicanos no concluye el ciclo superior de la educación secundaria, según la propia OCDE, en donde ocupa de nueva cuenta el último lugar del rubro entre los 34 países del organismo, que este año centró su reporte “Panorama de la Sociedad 2016” precisamente en la inserción laboral de los jóvenes. Además, el País está en el quinto lugar en ninis; la mayoría, mujeres (4 veces más que los hombres). Por si fuera poco, México es el país de la OCDE con mayor desigualdad: el 10 por ciento de la población más rica tiene 20.9 veces más ingresos que el 10 por ciento más pobre.
Con estos y muchos ejemplos más se puede ejemplificar que la educación y todo aquello que se encuentra en derredor de un verdadero cambio social no son una prioridad para el gobierno federal, dejando la culpa de los resultados educativos exclusivamente en el magisterio nacional, hasta ahora el único a evaluar de todo el sistema educativo nacional.
Espero y deseo que también se evalúe a los funcionarios, la infraestructura, las políticas públicas, las asignaciones presupuestales y sobre todo los perfiles de las personas que a diario tienen en sus manos las políticas educativas cuando poco o nada han tenido que ver en la materia a lo largo de su carrera y solo existe en su haber una sola característica que, como muchas cosas en México es política: la amistad con el Presidente…