El Sistema Educativo Mexicano no podría comprenderse sin las escuelas normales y la importante función que le fue conferida por el Estado para formar a miles de maestros y maestras que han ocupado, ocupan y ocuparán, un lugar en las escuelas de nivel básico, medio superior y superior de dicho Sistema.
Su tránsito, ha estado marcado por políticas educativas que, irresponsable e incongruentemente, han impuesto los gobiernos federales a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Basta con referir que, por acuerdo presidencial en 1984, las escuelas normales forman parte de las Instituciones de Educación Superior en el país, pero sin que éstas, gocen de una autonomía que les permita formular planes y programas de estudios, de gestionar recursos, o de organizarse y desarrollarse armónicamente conforme a sus necesidades, contextos y prácticas educativas y docentes tan necesarias en un mundo tan cambiante como el nuestro.
En este sentido el pasado 22 de mayo, el Secretario de Educación Pública, Otto Granados, anunció la Estrategia de Transformación y Fortalecimiento de las Escuelas Normales, en la Ciudad de México; estrategia que trajo consigo reacciones diversas en las escuelas normales y entre docentes normalistas, que los llevó a fijar una postura sobre la implementación del Plan de Estudios 2018: su aplazamiento. Tal es el caso de los profesores de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros o de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana.
Un aplazamiento que cobra sentido si se considera que la Dirección de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), ha venido elaborando de manera sesgada, los planes de estudio para las Licenciaturas en Educación Preescolar, Primaria, Secundaria, Especial y Física; sin que hasta el momento en que se anunció esa Estrategia de Transformación, cuente con los planes y las mallas curriculares que habrán de implementarse en próximos meses en las escuelas normales del país. De hecho, los cursos que podrían ser impartidos en un primer semestre, por docentes en esas escuelas normales, tampoco están terminados; motivo por el cual, surgen interrogantes que nos invitan a la reflexión: ¿cuál es la prisa de poner en marcha los planes de estudio sin que estén terminados puesto que, como sabemos, un requisito básico que la misma DEGESPE solicita para que las IES ofrezcan licenciaturas (con sus respectivos planes de estudio) es contar con todos los elementos para su operación?, ¿acaso por ser la DGESPE ésta goza de esa posibilidad y las IES no?, ¿en qué momento se darán a conocer las normas de control escolar que habrán de operar bajo los indicadores que establecen los planes de estudio?, ¿cuándo y quiénes van a capacitar a los maestros normalistas para que implementen un plan de estudios inacabado?, ¿por qué no se ha discutido la pertinencia o no, del incremento de la enseñanza de un segundo idioma (inglés), dada la misión de las escuela normales?, ¿por qué “armonizar” un plan de estudios con la educación básica si los procesos de enseñanza y aprendizaje se viven de diferente forma en ambos niveles?, ¿por qué implementar una estrategia de fortalecimiento si no han sido atendidas ni subsanadas deficiencias de infraestructura, falta de recursos y/o presupuesto, y de capacidad académica en la mayoría de las normales?
La educación es un bien público, y como tal, todos los actores deben participar en la construcción de propuestas que traigan beneficios a la sociedad en su conjunto; sin embargo, en la elaboración de estos documentos, no se han escuchado todas las voces y todos los actores; por ello, me pronuncio por un aplazamiento y convoco a todos esos actores (maestros normalistas, de educación básica, media superior y superior), académicos, investigadores y organizaciones de la sociedad civil, a que se sumen a esta petición cuya finalidad radica en la construcción de una Estrategia que atienda las demandas y necesidades de las escuelas normales rurales, urbanas, superiores, beneméritas y centenarias y demás que participan en la formación de docentes.
Sí, por una reforma incluyente. Sí, por un aplazamiento al 2019 para construir un plan de estudios (durante el ciclo escolar 2018-2019) acorde a las necesidades de formación en las escuelas normales y de educación básica. Sí, por un normalismo fuerte y vigoroso que se construya a partir de las propuestas de todos los actores. Sí, por un plan de estudios sin imposiciones ni simulaciones. Si estás de acuerdo, firma aquí: