Un evento que acapara la mirada de millones de personas cada cuatro años, es el que hoy día se está desarrollando en París, Francia: las olimpiadas. Una justa deportiva a la que acuden cientos de atletas del mundo entero a competir por alguna de las medallas en disputa: oro, plata o bronce.
México, como parece obvio, envía un representativo integrado por los mejores deportistas que, conforme a las eliminatorias respectivas, obtuvieron su boleto para asistir a esta fiesta tan esperada para cada uno de ellos. Y bueno, en estos días en lo que ha transcurrido la competencia en cada una de las disciplinas y en los que se han premiado a los competidores de los distintos países me he preguntado: ¿por qué nuestro país no obtiene un número mayor de medallas olímpicas? De hecho, ese cuestionamiento me lo he formulado desde que tengo uso de razón y, como es evidente, me lo sigo preguntado. No sé si usted lo sepa, pero los datos existentes de los últimos 6 juegos olímpicos indican que México ha obtenido 4 o 5 medallas, en promedio. Tal vez ello explique parte de la respuesta.
¿Qué factores inciden para que nuestro país no obtenga un número mayor de medallas?, ¿será responsabilidad de los competidores, de los entrenadores o de las autoridades encargadas del deporte nacional y olímpico? ¿Qué factores inciden para que nuestro país asista con un contingente de atletas menor al de otros países y para que se obtenga ese aproximado de 4 o 5 medallas en cada evento cuando podría ser mayor dada la participación de diversos atletas mexicanos en diferentes disciplinas? ¿Por qué las esas autoridades encargadas del deporte, designadas sexenio tras sexenio, se conforman con esos resultados y poco o nada han hecho para diseñar una estructura o plataforma que permita identificar e impulsar a cientos de niñas, niños o adolescentes (NNA) cuyas capacidades son por demás sobresalientes en el ámbito deportivo? ¿De qué manera podría vincularse la educación con el deporte competitivo? En fin. Un cúmulo de interrogantes con una variedad de respuestas. Les planteó algunas de ellas.
En primer lugar, pienso que nuestro país adolece de mil cosas; una de ellas es la de una plataforma o estructura que permita el trabajo colaborativo entre distintas dependencias u órganos de gobierno. Quiero suponer, que a nadie de las altas esferas gubernamentales se le ha ocurrido preguntar: ¿cuál es la relación que podría guardar la educación física, el deporte escolar, el deporte en edad escolar y el deporte competitivo o de alto rendimiento? Pregunta que considero se ha planteado y respondido la actual titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), Ana Gabriela Guevara, en virtud de su reconocida trayectoria en el mundo deportivo y olímpico, pero bueno, en caso de que no se conozca, brevemente daré un referente de ello.
Hoy día, en la Nueva Escuela Mexicana, la educación física es concebida como una forma de intervención pedagógica que contribuye a la formación integral de NNA a partir de la edificación de la competencia motriz, entendida como la capacidad de dar sentido a los movimientos y saber cómo realizarlos; por ello es que, en la actual Ley General de Educación, se fortalecen preceptos que enfatizan la práctica de la actividad física, el deporte educativo (deporte escolar) y la promoción de una vida saludable (SEP, 2023).
Ahora bien, el deporte escolar, se considera como aquel que se desarrolla en la escuela como área de conocimiento dentro del horario lectivo; deporte que se lleva a cabo en el área de la educación física, bajo la coordinación de un profesor o profesora. El deporte en edad escolar puede ser entendido a partir de dos cuestiones, como una práctica deportiva que puede ser realizada en la escuela, pero fuera del horario lectivo (actividades extracurriculares), o bien, una práctica deportiva realizada fuera del plantel educativo y del horario lectivo, pudiendo ser en clubes o centros deportivos (Blázquez, 1999). Finalmente, el deporte competitivo puede concebirse, como aquella práctica deportiva en las que el objetivo consiste en superar o vencer a un contrario, o así mismo, en competiciones del más alto nivel (Sánchez, 2002).
Como puede verse, cada uno de estos aspectos tiene una particularidad que lo deferencia de los demás, pero también, que lo complementa porque, si se analiza bien esta situación, desde que el alumno ingresa al jardín de niños (y aún antes de este) la educación física se hace presente. Luego entonces, conforme va avanzando en su crecimiento y desarrollo, también va transitando por los subsecuentes niveles de enseñanza donde, se supondría, dicha educación física se realizaría para favorecer ese crecimiento y desarrollo natural en los seres humanos. En este periodo de tiempo, ya sea por gusto propio, identificación del docente a cargo o por interés o gusto de la familia, algún estudiante podría ser inscrito a algún centro deportivo en el que, dependiendo de las capacidades y/o habilidades identificadas e inicialmente desarrolladas, podría potencializarlas bajo la orientación y/o entrenamiento por personal un tanto más especializado. Y bueno, como habrá de suponerse, en este momento es que las justas deportivas (públicas o privadas) es que cobran sentido y relevancia, porque dependiendo de ese desarrollo en sus capacidades y habilidades, podría establecer una trayectoria que le permita llegar a ser considerado un deportista de alto rendimiento.
Pintado de esta manera, pareciera ser fácil pensar en una propuesta que permita contar con una plataforma o estructura que impulse a los NNA cuyas capacidades los llevarían a ser los próximos medallistas olímpicos, sin embargo, por más increíble que parezca, la realidad de las cosas es que no podría suceder de esta manera, al menos, en un país como el nuestro, donde las autoridades solo son autoridades cuando se toman fotografías entregando algún recurso o premio a un atleta, donde la mercadotecnia y los grandes patrocinadores influyen en las decisiones de dichas autoridades y de los deportistas, donde los promotores, agentes y/o cazatalentos se llevan una buena tajada por “representar” a quien destaca en el mundo deportivo, donde la educación física nunca ha sido un prioridad, pero tampoco, los deportes escolares y en edad escolar. Y es que, para pocos es desconocido, que muchos educadores físicos entregan todo de sí y apoyan incansablemente a sus estudiantes para que destacan en este “mundo deportivo”, pero también, existen otros tantos más que no hacen lo necesario por hacer de esta disciplina un verdadero espacio de crecimiento y desarrollo.
En fin, estoy seguro que terminarán estos juegos olímpicos y la pregunta seguirá siendo la misma: ¿por qué nuestro país no obtiene un mayor número de medallas olímpicas?, ¿qué podríamos hacer al respecto?
Al tiempo.
Referencias:
Blázquez, D. (1999). A modo de introducción. En Blázquez (Ed.), La iniciación deportiva y el deporte escolar (pp. 19-46). Barcelona: INDE.
Sánchez Bañuelos, F. (2002). Perspectivas y orientaciones para el deporte en la escuela. En educación y futuro. Revista de investigación aplicada y experiencias educativas (6), 11-27.
SEP. (2023). Orientaciones para la octava sesión ordinaria del CTE y TIFCD. Educación física en el marco de la NEM. https://educacionbasica.sep.gob.mx/wp-content/uploads/2023/06/Anexo-Educacion-Fisica-en-el-marco-de-la-Nueva-Escuela-Mexicana-FINAL.pdf