Reynaldo Rivas Vargas
Frases como esta, fueron las voces de muchos profesores de Educación Básica (preescolar, primaria y secundaria) al salir de su escuela. Espacio que los albergó por cinco días donde discutieron y trabajaron la fase intensiva del Consejo Técnico Escolar 2022-2023 y que como colofón los colocó en la víspera de un nuevo ciclo escolar. Las caras de contrariedad que algunos mentores llevaban verosímilmente pudieron obedecer a que iniciarán un año más de trabajo, y esta apertura estará marcada por el morbo que se ha venido gestando sobre los nuevos planes y programas de estudio para 2022. Y que como acotación buscaban entre otras cosas dejar en claro, algunos tópicos, como los campos formativos, las fases, el diagnóstico, los alumnos de bajo rendimiento, entre otros temas que permean y que fueron abordados durante esta semana de trabajo (22 al 26 de agosto de 2022).
Es de imaginar que, como secuela de este semanal intensivo, para muchos asistentes no quedó claro ¿Qué es lo que sigue? En materia de la implementación de una nueva currícula, porque la balanza se inclinó en favorecer de manera precoz, dimes y diretes sobre la visión epistemológica que plantea esta reforma. Algunos subrayan que es una educación socialista, que hasta dónde será esa autonomía curricular, no tuvieron claridad para el tipo de evaluación que desarrollaran para ver los avances de los estudiantes, entre otros argumentos que florecieron como grandes lagunas que se notaron, después de estos días intensos de trabajo colectivo.
La molestia se acrecentó aún más porque pareciera como si a cuentagotas se les fuera brindar la coyuntura para empaparse de tan ambicioso proyecto educativo. Hemos de aclarar que a pesar de que el calendario escolar ha marcado de manera significativa, cómo será el quehacer hacia esta transformación curricular, esos lamentos obedecen en gran parte, porque existe mucha perplejidad por parte del magisterio para tener un panorama sosegado que los convenza de que lo que se avecina, y que en las disipaciones de sus dudas, les permitiera sentirse seguros de lo que harán para este próximo ciclo escolar 2022-2023 y sobre todo el que marcará, como inicio él de la reforma curricular que se expresa, dará inicio en el 2023.
Las facciones de los docentes al salir de esta primera fase reflejaban queja, miedo, duda, las emociones hicieron presa de ellos, se le notaba a flor de piel, porque a pesar de que se trabajaron temáticas que los colocaron en mejorar como escuela, buscaron estrategias para la mejora de los aprendizajes de sus alumnos, y que esto se vea reflejado en su PEMC. No fueron del todo suficientes, porque el mal generalizado se soslayaba para conocer medianamente lo que tanto celo ha ocasionado en ellos, nos referimos vuelvo a insistir a interpretar lo que persigue esa Nueva Escuela Mexicana (NEM). Muchos profesores no fueron metidos en cintura ante el inminente regreso a sus clases (para el próximo 29 de agosto) porque quedó inconcluso y permeó la inquietud de desembarazar de manera contundente, ¿qué sigue? En este renglón sobre la ya suscitada, reforma curricular.
Las secuelas que se pueden versar y compartir ante un inicio inminente de clases. Pudiendo distinguirse insistimos en ello, en las caras que se distinguían o al menos, nos van dando indicios de por dónde andan en sus pensamientos, miedos, provocados en el desconocimiento de esta reforma, que obviamente al ser trazada por un gobierno que se asume como la 4T, ha generado mucho morbo por todos lados en su lanzamiento y, eso los mantiene con mayor prejuicio, en la cuerda floja, porque es menester señalar, no a manera de paliar la situación, que siempre salen los samaritanos que en la redes sociales ofrecen talleres, cursos, que buscan primeramente creeremos lucrar y posteriormente, asumen el papel de tener la legitimidad de lo que vendrá y no dudemos que sí hayan estudiado, “que tengan buenas intenciones” para ayudar a los docentes a pasar el trago menos amargo, pero que en la práctica, lo que se pondera es que, en muchas ocasiones, el que tiene o los que tiene la última palabra del cómo se harán las cosas, son las autoridades educativas.
Situación que pone en predicamento a la auténtica interpretación epistemológica de lo que persigue este imaginario sobre la NEM. Y cuyas secuelas, confunden más tanto al docente o los docentes que ya tiene un conocimiento previo, como al o los docentes que para nada sabe de lo que están hablando.
Estas voces de molestia hasta cierto modo son entendibles, porque para poder implementar todo lo que se apreció de estos Consejos Técnicos, lo más complicado es toda la tarea que emana para un lunes (29 de agosto) que dará inicio al siguiente ciclo escolar y, que como cerrojo de los CTE, hay que tener a la mano un plan de mejora para los estudiantes, elaborar un diagnóstico para todos los alumnos, terminar o finiquitar su PEMC y además preparar el regreso al aula de clase de los alumnos que conformarán los grupos y grados que acceden a cada plantel educativo.
Tomando como pretexto ante los reclamos suscitados durante los pasados días (22 al 26 de agosto) sobre lo que se les avecina a los profesores en cuanto a planes y programas de estudio y por ende esa transformación curricular 2022, nos parece ¿Qué habría preguntarnos si están preparados para lo que se propone esta ambiciosa reforma educativa? Desmenuzando un poco, algunos de sus argumentos filosóficos ponderan varios trazos muy importantes que habría que comprender claramente.
Primeramente, cobraría el hacer conciencia el pensamiento colonial que permea en gran parte de los mentores, no digo que todos, pero si en un gran grueso de los que lo conforman, no sé si por confort o porque quizá en su formación inicial no ha existido una base sólida para continuar en una columna que los instale en otras posibilidades de asumir con otra mirada, su quehacer. En segundo lugar, la tarea se mantiene en poder decodificar sin prejuicios, los planteamientos curriculares que ahora se dejan ver, y que muy constantemente se han venido instalando. (al menos desde 1993). Y que los ha orillado a expresar que cada sexenio se cambian los planes y programas de estudio, para que el gobierno en turno deje su huella, otros que es lo mismo, y otros señalan que cuando apenas le van entendiendo, llegan los nuevos planes y programas de estudio.
Lo cierto es que tras haber terminado esta semana, las preguntas que merodean a los profesores de estos niveles educativos, ¿cómo iniciarán a trabajar? Si con el programa 2011, con el 2017, con los aprendizajes fundamentales para hacer un buen diagnóstico que los instale en conocer bien a sus estudiantes y de allí poder partir hacia algo que les de mucha certeza en lo que harán, o en el mejor de los casos comenzar a tomarse en serio esta propuesta de la NEM y hacer caso a lo que dice Freire (2019) en su texto pedagogía de la autonomía, “quien se está formando, desde el principio mismo de su experiencia formadora, al asumirse también como sujeto de la producción del saber, se convenza definitivamente de que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción.” (pág. 24)