Por: Abelardo Carro Nava
Con la llegada del cierre del ciclo escolar, las actividades de una naturaleza poco pedagógica y didáctica aparecen a raudales en los centros escolares; pienso que alguien, en algún momento de su aburrida función pública, sentado en la comodidad de un escritorio se le ocurrió que, a mayor cantidad de “papeleo” administrativo en las escuelas se obtendrían mejores resultados; claro, lo importante era conseguir, de la forma que fuera, la mal llamada calidad educativa aunque ello significara delegar a un segundo plano el aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes.
1. Evaluaciones finales (con todo lo que ello implica: baterías por materia y/o grado, aplicación de exámenes, calificación de exámenes, concentrado de calificaciones, revisión de otros instrumentos de evaluación empleados en otras actividades para obtener calificaciones finales, registro de evaluaciones en listas específicas, etcétera), 2. Calificaciones finales, 3. “Subida” de evaluaciones/calificaciones a plataforma, 4. Fichas descriptivas y/u observaciones por alumno, 5. Expedientes de los alumnos en condición de rezago o sin rezago, 6. Planeación de actividades de reforzamiento para alumnos, y para alumnos en condición de rezago, 7. Elaboración de material didáctico para este plan de reforzamiento, 8. Planeación de actividades para reuniones con padres de familia, 9. Reunión para entrega de calificaciones/boletas a padres de familia, 10. Actividades del Programa denominado Escuela para Padres, 11. Cooperativa escolar, 12. Revisión de cuentas y entrega de cooperativa escolar, 13. Revisión de cuentas con Comités de Padres de Familia; 14. Revisión de cuentas con Contraloría, 15. Levantamiento o revisión de inventarios, 16. Elaboración de estadística y entrega de la misma, 17. Entrega de resguardos (TIC, libros, material o recursos didácticos diversos, etc.), 18. Actas de acuerdos de reuniones de vinculación realizadas durante el ciclo escolar, 19. Informes de avances de las actividades permanentes del Programa Escolar de Mejora Continua (PEMC) con evidencias del trabajo desarrollado en el aula, 20. Informes de comisiones (acción social, puntualidad e higiene, etcétera), 21. Revisión y entrega de bitácoras por grupo, 22. Entrega de portafolios con evidencias de aprendizaje del ciclo escolar, 23. Captura de evaluación diagnóstica de MEJOREDU, 24. Análisis y comparación de la primera aplicación de la evaluación diagnóstica de MEJOREDU con la captura de resultados de la segunda aplicación, 25. Gráficas de aprovechamiento por asignatura y grado, 26. Aplicación de exámenes de admisión en diferentes niveles educativos, 27. Informe(s) del Consejo de Participación Social, 28. Portafolio FONE, 29. Entrega del Programa La Escuela es Nuestra (LEEN), 30. Estrategia Estatal de Alfabetización con características propias del estado en que se aplique, 31. Implementación de la Estrategia Curricular en Igualdad de Género (ECIG), 32. Resultados de la aplicación de la Estrategia de Igualdad de Género, 33. Actualización y capacitación sobre la Nueva Escuela Mexicana, Plan de estudios 2022, Programa Sintético, Programa Analítico y Metodologías Activas, 34. Talleres de formación para directivos sobre la NEM con la finalidad de que sean reproducidos con sus colectivos docentes, 35. Cursos sobre Protección Civil y/o Seguridad Escolar, 36. Cursos sobre Convivencia Escolar y Pacífica, 37. Talleres sobre Educación Socioemocional y/o Emociones, 38. Preparación de materiales para los Consejos Técnicos Escolares (CTE), 39. Construcción del Programa Analítico, 40. Organización del siguiente ciclo escolar (grados, grupos y comisiones), 41. Reunión con autoridades (jefes de sector, supervisores o directores), 42. Ensayos para clausuras y/o graduaciones, 43. Ensayos para concursos de Himno Nacional y/o de Escoltas, 44. Demostraciones de aprendizajes o de diversas actividades que promuevan compartir experiencias, 45. Acantonamientos o campamentos pedagógicos, 46. Talleres para padres de familia e hijos, 47. Atención a la parcela escolar (de manera continua y permanente), 48. Faenas con alumnos, padres de familia y personas de la comunidad, 49. Ceremonias de clausura y/o graduación, 51 Preparación para el taller y formación continua programado para mediados de julio, 52. Entrega y/o cumplimiento de todo lo anterior para recibir hoja de liberación y, con ello, “disfrutar” de un receso escolar que es eso, un receso y no vacaciones.
Lo anterior, solo es un breve listado de esas actividades que llegan a raudales a las escuelas, prácticamente, a principios del mes de junio. ¿Cuál es su sentido pedagógico, didáctico o formativo? Como se ha visto, muchas de ellas obedecen al plano de la gestión escolar, otras están vinculadas a la formación continua, una tantas más refieren a un proceso de demostración del trabajo realizado, etcétera, sin embargo, unas cuantas más no tienen un sentido formativo más que aquel que la misma autoridad educativa suele determinar en sus territorios.
¿Y si dejáramos de pensar que la escuela son infinidad de documentos, informes, reportes, fichas, etcétera, etcétera, etcétera que los docentes tienen que entregar para que puedan ser “liberados” y nos enfocáramos en lo que realmente es importante como el proceso de enseñanza y aprendizaje? No niego que, en ese proceso, por ejemplo, la planeación didáctica sea importante, pero dicha planeación, ¿tiene que hacerse en el formato que la autoridad educativa determine para que pueda ser entregado o subido a una plataforma que, mayoritariamente, nadie revisa y, mucho menos, brinda sugerencias? En verdad ¿es necesario la entrega de tantos informes que, prácticamente, nadie revisa y mucho menos retroalimenta?
Y bueno, ojalá que toda la información solicitada se empleara para que los colectivos docentes, tanto al final del ciclo escolar o al inicio de éste recibieran esa retroalimentación tan requerida, por ejemplo, de las actividades que de la noche a la mañana son impuestas desde las Secretaría de Educación Pública federal o estatales, pero no, desafortunadamente no sucede así, porque los informes, los reportes, los documentos, entre otros, generalmente terminan en un archivero que, años más tarde, se convierten en archivo muerto.
Pensemos por un momento cuál es la función de la maestra o maestro en la escuela; pensemos si en verdad vale la pena destinar tanto tiempo al “papeleo” administrativo en lugar del pedagógico y didáctico; pensemos si en verdad vale la pena destinar tanto tiempo a un trabajo infructuoso en lugar de aquel que puede destinársele a la escuela donde la prioridad didáctico-pedagógica, siempre y en todo momento, tendría que ser el motor que encendiera el aprendizaje de las niñas y los niños.
Pensemos por un instante, en qué momento dejamos de dedicarle más tiempo a la escuela para destinárselo al trabajo. Sí, pensémoslo por un instante…