El titular de la SEP ha arremetido muy molesto en contra de todas aquellas personas que nos hemos opuesto –con argumentos válidos– a su propuesta de reforma educativa. Como si fuera un asunto de posición de fuerza y no de convencimiento, en este ocasión, aunque parece ya una reiteración o un lugar común, por muchos colegas y en muchos espacios las críticas que se han hecho, pero el titular de la SEP debe entender por qué muchos docentes, académicos e intelectuales estamos EN CONTRA de su propuesta de reforma. Aquí tres argumentos al respecto:
- La reforma educativa del actual gobierno mexicano, no es ni reforma ni tampoco es educativa, se reduce a una serie de cambios en la regulación administrativa y laboral, cancela las plazas automáticas y definitivas, se incentiva la evaluación de todo como recurso estratégico para el ingreso, promoción y permanencia de los nuevos docentes, desplaza al SNTE de la contra-parte en la relación laboral, diseña un discurso amenazante de exigir la evaluación para todos los docentes y cesar a aquellos que se oponen a la evaluación.
- Las medidas o el esquema de reformas es impositivo, se despliega bajo la estrategia ARRIBA–ABAJO, no se consensa, ni se consulta, ni se legitima, se impone a raja-tabla “tope donde tope”. En la tradición y en la sociología de las reformas educativas (Andy Hagreaves) reconoce que todo proceso de reforma de esta naturaleza no asegura resultados favorables, es necesario mediar las propuestas con sus principales operadores: los maestros y maestras frente a grupo, ya que serán ellos quienes operen la racionalidad de lo que se persigue y se pretende obtener. Pero esta reforma carece de modelo pedagógico por lo tanto no tiene claro los fines y los objetivos estratégicos de su razón de ser.
- La reforma carece de un diagnóstico situacional que le dé soporte y la detección de necesidades educativas para el México del siglo XXI, pareciera que más bien es una carta de intención a la medida del deseo de la OCDE y del resto de los organismos multinacionales. La reforma, por lo tanto, no mira las necesidades de la población sino el deseo de los personajes más ricos de este país, está pensada para beneficiar el mercado y no para el desarrollo social.
Por lo anterior me opongo a la reforma educativa que inició con Emilio Chuayffet y que continúa como una obsesión de poder Aurelio Nuño, no tengo argumentos a favor, debido a que en la SEP tampoco existen espacios de interlocución con las visiones en diferencia, pareciera que el vínculo es a través de monólogos de sordos (como ha sido la dinámica del gobierno Peñista y su réplica en los estados).
Ha sido el abuso de poder y la descalificación desde la postura oficial a la crítica y a las propuestas alternativas surgidas y protagonizadas a partir de por grupos periféricos, emergentes y alternativos.
¿En que terminará todo esto? En el regreso al punto cero, al final nada pasará, la reforma concluirá en el punto donde inició a partir del deseo de mejorar la educación en México con muy pocos avances, muchos retrocesos y empantanada en un laberinto sin salida para nadie, ni para un secretario que aspira a algo más que dirigir a la SEP y unos maestros más solos y denostados que nunca. Y entonces, ¿por qué se enoja señor secretario?
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. mipreynoso@yahoo.com.mx