Sergio Martínez Dunstan
Llegó el anunciado relevo en la Secretaría de Educación Pública. Se abre una nueva etapa. Es insoslayable la crisis educativa aunada a la económica y sanitaria. Es conveniente diseñar y poner en marcha un Plan Emergente que priorice los escasos recursos en función de las necesidades. El diagnóstico sobre el cual se basó la Reforma Educativa 2019, cambió. El Plan Nacional de Desarrollo así como el Programa Sectorial de Educación requieren actualizarse. Es un contrasentido que la narrativa oficial lo reconozca pero se mantengan inmutables la estrategias para acometer tal situación.
Hoy más que antes, el derecho a una educación de calidad con equidad es una utopía más que una meta realistamente sustentada. Ciertos grupos poblacionales están en riego de hacerlo realidad. En contraparte, algunos cuentan con otros recursos culturales para afrontar los efectos de la pandemia. La igualdad sustantiva y el enfoque de derechos humanos, por ejemplo, resultan palabras huecas a estas alturas de la presente administración gubernamental. Tal presunción en los hechos, es difícil sostener.
El máximo logro de los aprendizajes, concepto legal de la excelencia educativa, es cuestionable cuando persisten las inequidades. Muchos niños mexicanos han dejado de asistir a la escuela y tampoco están tomando sus clase por televisión o en línea. Están condicionados a hacerse llegar de otros recursos para ser beneficiario de la a la educación. Hay tanta desigualdad. Las evaluaciones a gran escala dejaron de aplicarse y, por lo mismo, carecemos de información para estimar el rezago.
Por otra parte, las autoridades educativas federales han incumplido con el compromiso de contar con un modelo educativo que facilite la concreción curricular en el aula. Ahora, los maestros andan batallando al aplicar dos planes y programas de estudio simultáneamente más la incorporación de determinados contenidos que, según se ha dicho, corresponderán a ese que no se sabe bien a bien cuándo estará listo. Por lo pronto, está en el limbo.
Las dichosas evaluaciones diagnósticas a los maestros qué sustituirían las de permanencia en el marco del Servicio Profesional Docente brillan por su ausencia. Se ha malogrado la bondadosa finalidad de utilizar los resultados de las mismas para alimentar al Sistema de Formación, Actualización y Capacitación del Magisterio. No hay tales evaluaciones ni sistema alguno.
El fortalecimiento de las escuelas normales todavía está por verse. Máxime si las expectativas estuvieran puestas en el presupuesto asignado. Lo autorizado por el Congreso complica la existencia de las mismas. De su transformación mejor ni hablamos. Poco se sabe de la implementación operativa de la Estrategia Nacional de Mejora de las Normales. Y si el deseo se extendiera hacia las instituciones formadoras de docentes, peor aún.
El instrumento del Estado para que el personal que desempeña funciones docentes, dirección y supervisión, nombrado Sistema de Carrera de las Maestras y los Maestros, ha servido muy poco para accesar a una carrera justa y equitativa. El proceso de admisión, del dos mil veinte, quedó inconcluso. Sin darle solución a este problema, se han difundido las reglas para el año en curso. Por otra parte, los criterios excepcionales para la promoción se han convertido en acuerdos discrecionales entre la autoridad y el sindicato. O la promoción horizontal que arrancará este año porque la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, al parecer, recién le transfirió recursos. Y para el caso del reconocimiento (Becas – Comisión, Asesorías Técnicas Pedagógicas, Tutorías y Asesorías Técnicas) está sujeto a la puesta en marcha del Sistema de Asesoría y Acompañamiento a las Escuelas. La revalorización docente sólo se ha quedado en el papel y en el discurso, nada mas.
Es verdad que en ciertos tópicos han habido avances mas que en otros. Pero en todos los casos, han estado muy lejos de lo que se esperaba de la Reforma Educativa 2019. Se están violentando los preceptos constitucionales. Por ello, y frente a la nueva era que se asoma en la educación, y toda vez que se formalice la transición, sería menester de las autoridades designadas atiendan de manera prioritaria y en carácter de urgente las asignaturas pendientes. Sintéticamente, las expongo a continuación:
- El derecho a la educación de calidad con equidad en las circunstancias actuales.
- La excelencia educativa dado el inconmensurable rezago educativo.
- El modelo educativo para la Nueva Escuela Mexicana.
- El Sistema Integral de Formación, Actualización y Capacitación del Magisterio.
- El fortalecimiento de las escuelas normales y la UPN considerado el raquítico presupuesto asignado.
- El Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, en lo general.
- El proceso de admisión al servicio.
- El proceso de promoción vertical.
- El proceso de promoción horizontal.
- El reconocimiento y la revalorización del magisterio.
De lo anterior, sólo he aludido lo concerniente a educación básica y normal. Muy probablemente encontraríamos mas cuestiones irresueltas en la educación media superior y superior. En suma, hay tantas problemáticas por resolver en la política educativa actual.
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