La tecnología no es algo nuevo. A lo largo de la historia, hemos diseñado mejores maneras para trabajar, vivir y aprender. Desde la invención de la rueda e incluso antes, la creatividad e innovación humana no han conocido límites. Hemos conquistado el viajar alrededor del planeta e incluso fuera de él. Podemos comunicarnos y trabajar con personas a gran distancia. Dependemos diariamente de avances tecnológicos como el teléfono, el automóvil y la computadora. Éstos no reemplazan a los seres humanos, pero ciertamente tienen un gran impacto en lo que las personas pueden hacer y lograr.
Habiendo dicho esto, ¿Cambiarías tus piernas por un automóvil?
Ambos son útiles para el transporte. Mientras que el coche – tecnología creada para el movimiento – puede llevarte más lejos y más rápido, tus piernas te permiten hacer cosas a las que el auto no podría jamás acceder. Como moverte dentro de la casa, escalar una montaña, o bailar. Si realmente tuviéramos que elegir, es altamente improbable que alguien decidiera deshacerse de sus piernas, si ello fuera necesario para obtener un automóvil.
¿Qué preferirías tener: un gran maestro de quien aprender, o gran tecnología a tu alcance, para el mismo fin? Muchos podrían argumentar que la tecnología ha reducido la necesidad de maestros. Después de todo, gran parte del conocimiento acumulado en el mundo está ahora a sólo un clic de distancia. Pero, ¿Podemos encontrarlo? ¿Podemos reconocer lo valioso y verdadero entre lo irrelevante o inútil? ¿Pueden hacerlo nuestros niños, si los dejamos a sus propios recursos? Y lo que esto implica: ¿Son los maestros responsables solamente de la transmisión del conocimiento e información, que pueden ser ahora tan “fácilmente” alcanzados?
Si necesitas aprender una nueva habilidad u obtener conocimiento sólido acerca de algo, tener junto a ti a un mentor competente y cálido puede hacer toda la diferencia. Tener al maestro y también la tecnología podrían incrementar el aprendizaje aún más – pero no necesariamente, de acuerdo con un reciente reporte de la OCDE.
La tecnología tiene un gran potencial para mejorar la educación. Puede conectar con facilidad a personas alrededor del planeta y permitir a los aprendientes ser testigos del mundo de maneras que no eran posibles con anterioridad. Puede ofrecer oportunidades de aprendizaje a aquellos que están en lugares remotos. Y ciertamente ha contribuido a la expansión y masificación del conocimiento. Pero, ¿podría la tecnología, finalmente, tomar el lugar de los maestros?
No es probable. En el prefacio para el reporte de la OCDE “Estudiantes, Computadoras y Aprendizaje” (2015) Andreas Schleicher señala que “la tecnología puede amplificar la gran enseñanza, pero la tecnología no puede reemplazar la mala enseñanza”. Mucho menos podría reemplazar a un buen maestro, sería conveniente añadir.
Los maestros – así como otros profesionales- han dependido siempre de una variedad de herramientas para hacer mejor su trabajo. Libros, lápices, papel y pizarrón son sólo ejemplos de estas herramientas. Las tecnologías para la comunicación y la información se han convertido en la última herramienta para los educadores, herramienta que ciertamente puede multiplicar el aprendizaje. Pero la tecnología no deja de ser una herramienta. O, como Dunn y Dunn (2013) elocuentemente manifiestan, “la tecnología no es la lección, está ahí para realzar la lección”. Podríamos añadir: La tecnología no es el maestro, está ahí para asistir al maestro.
Insistir en que la tecnología podría reemplazar a los maestros sería equivalente a decir que el martillo – o incluso maquinaria sofisticada- pueden reemplazar al carpintero. Es cierto que una máquina podría producir un mueble de manera estandarizada mucho más rápidamente que cualquier carpintero por sí mismo. Pero los niños no son muebles, producidos masivamente y de manera estandarizada (aunque a muchos les gustaría que así fuera). Los niños necesitan el toque artístico de la conexión humana para alcanzar su potencial único. Y eso lo da un maestro, un padre, o ambos.
En el fascinante relato de sus viajes alrededor del mundo para visitar escuelas y aulas en los países con los puntajes más altos en PISA – y algunos más- el investigador Eduardo Andere (2016) cuestiona a los maestros y directores sobre sus ideas acerca de la tecnología en la educación. Una pregunta en específico leía: ¿Crees que la tecnología reemplazará a los maestros? La abrumadora respuesta fue “No”. Menos del 2% de los cientos de maestros entrevistados mostraron alguna preocupación en ese sentido. ¿Será que los maestros están en negación, o realmente tienen un punto?
Usar la tecnología en el salón de clases tiene poco que ver con la idea romántica de los niños esgrimiendo sus nuevas y brillantes tabletas, mientras que las lecciones avanzan a la perfección y con menor esfuerzo por parte del maestro. De hecho, integrar la tecnología en el aula es trabajo duro, que requiere aprendizaje continuo, creatividad, y una mentalidad para asumir riesgos – esto sin mencionar el acceso a internet y a dispositivos. Muchos de los maestros que ya están usando la tecnología en sus escuelas se han dado cuenta de que están trabajando más, no menos. Además, “La tecnología es limitada. Es transitoria y puede volverse obsoleta muy pronto. Lo que es una constante, sin embargo, es el maestro en el aula” (Wright, 2013).
La tecnología – incluso la gran tecnología- no reemplazará a los maestros, buenos o malos. Pero ciertamente, con el paso del tiempo, cambiará la forma como enseñamos. Ya ha revolucionado la manera como trabajamos y vivimos. Y mientras que las computadoras no reemplazarán a los maestros, “los maestros que no usen la tecnología serán finalmente reemplazados por aquellos que sí lo hagan” (Trucano, 2015)
La tecnología ofrecerá a – y demandará de- los educadores un torbellino de oportunidades y retos. ¿Podrá la tecnología cumplir su promesa de mejorar los resultados educativos para todos? Dado el acceso y entrenamiento apropiado, la respuesta reside entonces en los maestros.
¿Cambiarías tus piernas por un automóvil? ¿Maestros por tecnología? Estas preguntas son irrelevantes porque en realidad no es necesario elegir.
Deberíamos tener ambos.
Referencias
Andere, E. (2016) “¿Cómo es el aprendizaje en escuelas de clase mundial?” Volumen I & II. Pearson, México.
Dunn, J, & Dunn, K. (2013) “Technology will not replace teachers.” Huffpost Impact. http://www.huffingtonpost.com/jeff-dunn/teachers-technology_b_4130200.html
OECD (2015), Students, Computers and Learning: Making the Connection, PISA, OECD Publishing. http://dx.doi.org/10.1787/9789264239555-en
Trucano, M. (2015) “Will technology replace teachers? No, but…” World Bank. Edutech. http://blogs.worldbank.org/edutech/tech-and-teachers
Wright, P. (2013) “Why new technologies could never replace great teaching.” http://www.theguardian.com/teacher-network/teacher-blog/2013/jun/20/technology-not-replace-teaching-learning?
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en WISE EdReview