Hace unos días se dieron a conocer los resultados de la aplicación de la prueba Planea a muestras representativas de alumnos de 6º de primaria y 3º de secundaria de todo el país. Planea, instrumento que sustituyó a ENLACE, evalúa los niveles de dominio de los estudiantes en lengua y en matemáticas, y, si bien, contempla conocimientos, pone el énfasis en las habilidades de los alumnos en esas dos áreas nodales.
Los resultados globales de la nueva prueba confirman y visibilizan, una vez más, los gravísimos déficits de nuestro sistema educativo para garantizar los aprendizajes fundamentales para la propia escuela, la vida y el trabajo. Así y de acuerdo a los resultados de la prueba, casi la mitad de los alumnos del país concluyen su primaria sin un dominio mínimamente suficiente en lectura en español y 60 por ciento de ellos, no pueden resolver problemas aritméticos simples con números naturales (sumas, restas, multiplicaciones y divisiones). En secundaria, los resultados son un poquito menos terribles, pero, también desoladores. Cerca de la mitad de los alumnos que recién finalizaron 3º de secundaria no puede identificar el tema central de un texto y 65 por ciento no puede hacer operaciones aritméticas sencillas con números decimales. Lo mismo ocurre en el otro extremo, la proporción de alumnos en niveles de excelencia: pocos alumnos, poquísimos en nivel excelente.
Esta primera edición Planea para educación básica no arroja resultados muy novedosos en lo general, pero sí ofrece muchísimos datos para la reflexión y el análisis. Me ocuparé aquí tan sólo de uno de los muchos asuntos que merecen atención más detallada: el caso de las telesecundarias, mismas que, como ya ha sido observado, presentan resultados superiores a los de las otras modalidades de secundaria pública –comunitarias, generales y técnicas– y a los que uno esperaría dada la precariedad de recursos de sus alumnos y sus planteles.
A nivel nacional, las telesecundarias presentan porcentajes menores de alumnos en nivel I (insuficiente) en matemáticas. Concretamente, 66.3 para telesecundarias contra los 84.4 de las comunitarias, los 70 de generales y los 67 de secundarias técnicas. También presentan una proporción un poco mayor de estudiantes en nivel IV (excelencia) que las otras modalidades de secundaria.
INEE y SEP han enfatizado que estos resultados son anómalos, pudieran estar reflejando que muchos de los planteles con mayores niveles de marginación no participaron (Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca) y requieren mayor análisis. Si bien hace falta, en efecto, más investigación puntual, los resultados de ENLACE y PISA que mostraban ya resultados similares, por un lado, y por otro, un primer análisis de los resultados del DF junto con uno sobre los resultados nacionales de telesecundarias desagregando por nivel de marginación, sugiere que el acertijo pudiera ser aún más complicado.
El análisis de Planea 2015 para el DF en matemáticas indica que, a diferencia de lo observado a nivel nacional, en el DF las telesecundarias no tienen mejores resultados que las técnicas o las generales (73.6 por ciento en nivel I contra 64.7 para las secundarias generales y 60.6 para las técnicas). Lo mismo ocurre para el nivel IV: telesecundarias 1.4 por ciento, generales 4.6 y técnicas 5.1.
A primera vista, estos resultados parecen más “lógicos”, pues se comportan como uno esperaría: a peores condiciones socio-económicas, peores resultados de aprendizaje. El problema es que, si uno mira con más cuidado, observa que el DF tiene muy pocas telesecundarias con alto grado de marginación. Intrigada por este posible hallazgo contra-intuitivo, miré los resultados a nivel nacional de telesecundarias por grado de marginación y me encontré con que, en efecto, y totalmente en contra de lo esperable, los alumnos de las telesecundarias con más marginación presentan mejores resultados que aquellos en ese mismo tipo de escuelas, pero con menos marginación.
Puede que los datos estén mal, esa siempre es una posibilidad. Otra posible explicación es la que se deriva de un estudio muy reciente de Ricardo Estrada sobre las diferencias en calidad de docentes seleccionador por concurso vis a vis el método tradicional/discrecional. Al respecto, Estrada encuentra que, antes de la obligatoriedad de los concursos para acceder a una plaza docente, a los que ganaban los concursos y que tendían a ser sistemáticamente mejores que los otros, las comisiones mixtas los mandaban a las escuelas más difíciles (no por diseño, sino porque no eran los preferidos en el método de designación tradicional). Ello, paradójica y felizmente, pudiera haber beneficiado a las telesecundarias con más marginación.
Ahí quizá una pista, pero, evidentemente, hace falta investigar más.
Twitter:@BlancaHerediaR