Persiste en la plaza pública desde hace más de dos semanas la discusión por los resultados que obtuvo México en el examen de PISA (Programa internacional para la evaluación de estudiantes) de 2022. Ciertas observaciones muestran acuerdo con lo que PISA mide y critican el estado que guarda la educación mexicana. De parte del gobierno brota la disonancia con la OCDE y con las evaluaciones en gran escala (EGE); el alto funcionariado y comentaristas afines a la Cuatroté reiteran que lo que vale la pena es la idiosincrasia nacional y reprochan que esté ausente de PISA.
En los debates en prensa, medios y redes sociales hay argumentos serios y sensatos, lo mismo que alegatos panfletarios. Unos construyen conocimiento, otros refuerzan creencias o defienden posiciones políticas. El estudio de Israel Moreno Salto da más sustancia y formulaciones precisas sobre el alcance de PISA y otras EGE. Su libro, Harmony and Cacophony in Large-scale Assessments in Education: A Mexican Account (Armonía y cacofonía en las evaluaciones a gran escala en la educación: un recuento mexicano) que acaba de publicar Brill-Sense, despliega razonamientos profundos con base en evidencia empírica y un aparato de análisis sólido. Ese libro es una adaptación de su tesis de doctorado en la Universidad de Cambridge.
Moreno Salto conjetura que un aspecto central de las evaluaciones a gran escala es el supuesto de que las pruebas serán útiles para todas las aspiraciones y agentes implicados en la educación. Y se pregunta: ¿de dónde surgen estas lógicas?, ¿cómo se sostienen?, ¿cuáles son sus efectos a distintas escalas? Y, lo más importante, ¿en qué sentido son problemáticas? Y da respuestas puntuales y extensas a cada una.
Su tesis central: las EGE no reconocen que el público y grupos a los que dirigen sus datos, funcionan de forma diferente. Sin embargo, a pesar de esta diversidad, las pruebas a gran escala funcionan para ciertos gobiernos. No obstante, Moreno Salto arguye que las particularidades relativas de las pruebas EGE son controvertidas, son herramientas de pensamiento sociológico. Actúan en relación con decisiones políticas (de grupos gobernantes y agentes interesados, como sindicatos de maestros y organizaciones de padres de familia).
La parte central de su argumento es que varios agentes asignan valor a la EGA de formas sutiles. En primer lugar, utilizan su autoridad para determinar fórmulas y políticas acerca de qué país otras naciones deben emular prácticas de educación exitosas. En segundo lugar, usan esa autoridad para determinar qué organizaciones internacionales y programas intergubernamentales deben ser adoptados. Pero —el pero de siempre— en México no funciona. Los resultados de pruebas estandarizadas son útiles para que académicos e instituciones (como el extinto INEE) hagan estudios (que casi siempre concluyen con recomendaciones de política) y alimenten la plaza pública, mas no en la toma de decisiones. Además, enfrentan el rechazo de sindicatos, activistas y organizaciones sociales. El autor documenta que ni siquiera los legisladores de las comisiones de educación del Congreso federal ni de muchos estados las toman en cuenta; vamos, algunos ni siquiera saben de qué se trata.
La excepción fue la reforma del gobierno de Peña Nieto, que tomó las sugerencias de la OCDE y las alineó con los intereses de su grupo. Pero la Cuatroté ya la enterró; además, desde un comienzo, buena parte del magisterio las impugnó. Empero, México no se salió de la OCDE (un organismo intergubernamental que defiende al neoliberalismo) ni de PISA, ni se saldrá, pienso.
Por la calidad de su argumentación, el libro de Israel Moreno Salto marca un hito en la investigación de educación comparada. Su enfoque se inspira en escritos de Susan Robertson, quien fue su mentora, Roger Dale y otros analistas, entre ellos Michel Foucault. Pero no cae en la parafernalia discursiva del famoso autor de Vigilar y castigar. A Israel sí le entendí.
Hago votos porque su libro aparezca pronto en español, necesitamos argumentos razonables y versados para entender los alcances y limitaciones de PISA y otras EGA, más allá de la armonía o cacofonía fugaces.