Si algo nos enseñaron en las clases de Filosofía, es que René Descartes acuñó el famoso: “Pienso, luego existo”. Sin pretender dictar cátedra, este artículo se fundamenta en: “Si pienso”, el “luego” no es más que el futuro de mi pensar y pensar así (valga la redundancia) es una clave que me define como humano, ser individual.
Esta tesis la defiende desde la práctica un filósofo, quizás no tan conocido como el metafísico francés, pero tan elogiable como los filósofos que más, es José María Sánchez Alcón (Chema). Y la defiende desde su obra y labor profesional más encomiable la Escuela de Pensamiento Libre (EPL) para personas sin y con discapacidad intelectual.
Hace tres semanas, la EPL fue premiada en el I Encuentro de Prácticas Admirables llevado a cabo por Plena Inclusión en la ciudad de Córdoba (España), bajo el lema “Tiempo de Cosecha”, donde se presentaron numerosos experiencias. La EPL es un programa desarrollado desde la colaboración entre Plena Inclusión-Comunidad Valenciana y Filosofía para Niños y Niñas de la misma comunidad. El proyecto se construye desde la experiencia previa de los promotores el profesor Chema y el psicólogo Juan Carlos Morcillo. Así como la idea de utopía posible.
La EPL acoge a personas para a través del diálogo conseguir el objetivo de adquirir habilidades cognitivas, emocionales y morales. Aunque también destacable es la finalidad de formar a futuros maestros socráticos, que generen nuevos grupos de pensamiento libre. La tarea común de todas las personas que conforman la escuela es aprender a pensar desde la crítica, creatividad y en forma cuidadosa.
Con estas prácticas educativas, se plantea subyacente una Pedagogía de la Perplejidad que debemos pensar, como nos invita el investigador argentino Carlos Skliar (2002), desde alguna clave como es: “(…) el asombro permanente y cuyos resplandores nos impidan capturar la comprensión ordenada de todo lo que ocurre alrededor.”(p.117).
Toda educación nueva, más allá de la educación progresista, nos conduce a desordenar lo ordenado. Pensar y repensar. Porque fue ordenado por significados connotados. O, desordenar aún con mayor vehemencia lo ordenado desde la racionalidad puramente técnica. Es decir, desde los significados denotados de un grupo de poder, los expertos. Desordenar con la pretensión: “Que desmienta a un pasado únicamente nostálgico, sólamente utópico, absurdamente elegíaco. Que conduzca a un futuro incierto.” (Skliar, 2002: 118).
Porque pensar la sociedad pasa irrenunciablemente por pensar la relación entre todas las personas, que a su vez nos obliga a plantearnos un modelo educativo en permanente pensamiento. Siendo el pensamiento sinónimo de búsqueda. “Pienso, luego…” busco algo en mi mente que me hace ser yo, pero también me permite sentir al otro. La educación es una tarea inacaba, porque la educación es la tarea en sí.
De este modo, los lugares construidos arbitrariamente como pueden ser la reforma educativa, los sindicatos magisteriales, las escuelas de talentos, las unidades de servicio de apoyo escolar regular, la inclusión educativa no tendrán sentido hasta que conecten la lucha íntima por la identidad de cada educando con la apertura social de reconocimiento y accesibilidad a plena vida en común. Entendiendo la metáfora popular del campesino y sus hijos, que tuvieron en herencia el tesoro que les declaró su padre en el lecho de muerte. Así, como señala Rezola (2014: 177), “El tesoro no es aquello susceptible de ser encontrado, sino lo que removemos y cambiamos en nosotros mismos como efecto colateral de nuestras búsquedas e incertidumbres, de los procesos mismos en los que vamos experimentando nuestros sueños de identidad.”
En conclusión, pienso, luego otra educación es posible.
Francisco Javier Lozano Díaz.
http://www.franlozano.es – epedagogo@franlozano.es
Nota al pie:
[1] Skliar, C. (2002). Skliar, C. (2002), Skliar, C. (2002), ¿Y si el otro no estuviera ahí? Notas para una pedagogía (improbable) de la diferencia, Madrid, Miño y Dávila/CTERA/Escuela Marina Vilte, en http://www.lite.fae.unicamp.br/papet/2002/fe190d/texto02.htm (consultado el 30 de octubre de 2016).
[2] Rezola, R. (2014). La niña que sabía escribir. Cómo salvar al mundo de la inhumana metáfora de Los Mercados. Revista de Filosofía. II Época, núm. 9, pp. 165-177.