Análisis de la Información. Conclusiones y Recomendaciones.
Siendo el objetivo de este trabajo identificar qué sucede, con la presencia de la beca PRONABES, en la vida de los beneficiarios indirectos, padres de familia con hijos becarios y sin hijos becarios, se trató de dar respuesta a las preguntas ¿cómo incide en la familia el que alguno o algunos de sus miembros, cuente con una beca para cursar estudios superiores?, ¿cómo perciben al programa PRONABES? y, ¿cómo perciben la educación superior?
Una vez realizada la transcripción de la información obtenida en los diferentes acercamientos con los padres de familia, se procedió a dar una segunda lectura a la información para identificar aspectos relevantes para el análisis.
De manera que partí del hecho de que tengo dos fuentes de información: los padres de familia con hijos becarios y sin hijos becarios; además, mis informantes son hombres y mujeres. Entonces ¿qué me dicen unos y otros con relación a las preguntas de investigación planteadas?
Enseguida, se identificaron las ideas o palabras más frecuentes en sus intervenciones, obteniendo lo siguiente:
Padres con hijos becarios: manifiestan desconocimiento del programa y de que sus hijos tuvieran este apoyo, la beca ayuda a continuar estudiando, es menos sacrificio para ellos, sienten orgullo de que los hijos estudien, tienen la esperanza de que estén mejor que ellos, que no sufran tanto, ellos hacen trabajo duro y no siempre tienen trabajo, sus hijos podrán trabajar en dependencias, solicitan que se incremente el monto de la beca, si no fuera por la beca no estarían estudiando, que no quiten esa beca para que los hijos salgan adelante; consideran que la educación superior les da una mejor posibilidad de vida; “si no estudian no llegan a dónde”, no tienen nada.
Padres sin hijos becarios: los muchachos pueden seguir estudiando; que se den a conocer más estos programas porque hay mucha gente necesitada pero desconocen estos apoyos, a veces con estudios “comoquera” se batalla para conseguir trabajo pero estando un poco más preparados es menos; que sigan dando estas ayudas porque la gente lo necesita pa’ no verse tan apurados; que no olviden que sus padres tienen la esperanza puesta en ellos;
Hombres: recibieron apoyo de sus padres para estudiar; orgullo de que sus hijos estudien; quieren estar más informados de sus hijos, ellos hacen trabajo duro, tienen trabajo eventual, sus hijos podrán trabajar en dependencias, “si no estudian no llegan a dónde”
Mujeres: no recibieron apoyo de sus padres para estudiar, concluyeron primaria con esfuerzo propio en fechas recientes, orgullo de que sus hijos estudien en la universidad, ilusión de que sus hijos terminen sus estudios para que no se “maten tanto” en trabajos duros, pueden trabajar en casas o en oficinas; muestran satisfacción de haber aprendido muchas cosas prácticas como cuidar chivas, partir leña, que les permiten ganarse la vida; quieren más información acerca de sus hijos, tienen trabajo eventual.
Ahora bien, aceptando que la información obtenida pueda tener diferentes significados para otras personas, se centró el análisis de este material contrastando por un lado, lo que dicen los padres con hijos becarios y sin hijos becarios y, por otro, lo que dicen los padres de becarios desde su mirada como hombres y como mujeres señalando lo común y lo diferente entre ellos.
Del primer grupo, padres con hijos becarios y sin hijos becarios, lo común es: si no fuera por la beca no estarían estudiando los muchachos, tienen esperanza de que vivan mejor que ellos, que no quiten la beca, que incrementen el monto para no verse tan apurados, que se dé a conocer más el programa por medios locales. Lo diferente es: mientras que los padres de becarios tienen trabajo eventual los padres no becarios cuentan con un negocio pequeño pero propio.
Con relación al segundo grupo, de padres con hijos becarios (hombres y mujeres) lo común es: sienten orgullo porque sus hijos estudian en la universidad, quieren que estudien para que no hagan trabajo tan duro como ellos y puedan trabajar en oficinas; quieren estar más informados de sus hijos. Lo diferente es: mientras que los hombres realizaron estudios con el apoyo de sus padres, las mujeres apoyaban en las labores de campo y del hogar para que estudiaran los hermanos y ya grandes estudiaron por su cuenta la primaria en el INEA concediéndole un gran valor a lo aprendido en su infancia y juventud.
En estos dos contrastes prevalecen dos conceptos: la educación superior como cambio de vida y la idea que tienen de trabajo. El primero se ve reflejado en la siguiente expresión: “si no estudian no llegan a dónde”; el segundo, en la diferencia que hacen entre trabajo duro y trabajo intelectual.
“Si no estudian no llegan a dónde”
En los diferentes acercamientos con los participantes pude escuchar cómo los padres anhelan que sus hijos no sufran tanto en la vida como han sufrido ellos, pues a falta de preparación han tenido que desarrollar actividades y tareas muy pesadas y poco remuneradas. Ninguno comentó que hubiera desaprovechado el apoyo que sus padres les haya podido brindar, solamente hacen mención de que no había forma de que estudiaran, es decir, no tenían recursos económicos para hacerlo, por ello se incorporaban a las labores productivas propias de cada familia. Ahora que están viviendo la existencia de un programa cuyo objetivo es apoyar el acceso, la permanencia y el egreso de la educación superior, tienen la esperanza de que ese apoyo permanezca y se mejore para que ayude a “que no se vean tan apurados” y de esta manera puedan seguirle dando apoyo a sus hijos reconociendo que “si no fuera por la beca no estarían estudiando los muchachos”.
Mientras que por un lado la expresión “si no estudian no llegan a dónde” habla de la convicción acerca de que la educación superior es muy importante para que estén mejor, por otra parte se percibe la incertidumbre y angustia de que no encuentren trabajo al terminar cuando dicen “aunque “quen sabe” porque está “canijo”, hay veces que ni estudiando hay trabajo”.
Otro factor que está presente en su discurso es el que se refiere al “orgullo” que dicen tener por el hecho de que sus hijos estudien en la universidad, ello habla de un logro familiar reflejándose en algunos casos en el apoyo que brindan los hermanos mayores o ya casados, para que el hermano que está estudiando, lo siga haciendo.
Estudiar educación superior se convierte así para estos padres de familia, en motivo de orgullo, porque sus hijos han logrado algo que ellos no pudieron y a lo mejor nunca contemplaron; lo perciben como un medio para cambiar sus condiciones de vida, para construir un futuro mejor para ellos mismos y de esta manera, los padres llegan a tener cierta tranquilidad como lo expresa una madre de familia al decir “mi señor y yo nos sentimos más tranquilos porque ella puede estudiar porque él no siempre tiene trabajo, ya estamos grandes”.
Tomando un poco de distancia de la información hasta aquí comentada veo que esta situación refleja lo que dentro y fuera de esa comunidad se vive, cuando en ocasiones se le confiere un poder casi mágico de cambio a la educación, trayendo a colación lo expresado por Muñoz Izquierdo (2004, p. 28) “…aun cuando la educación es indispensable para impulsar el desarrollo económico y social, ella no garantiza – por sí misma – que los sujetos que la adquieren – ni los países que la promueven – reciban los beneficios sociales y económicos que esperan”.
Trabajo duro vs. Trabajo intelectual
Ciertamente los participantes tienen una idea muy clara de lo que ellos han logrado, reconocen que por el carácter eventual de sus trabajos que realizan para subsistir, como son: Agricultor, Ganadero, Ayudante de Albañil, Empleada Doméstica y Cocinera entre otras, el ingreso mensual es variable y bajo, oscilando entre $1,000.00 y $1,500.00 pesos, aproximadamente no pueden apoyar a sus hijos como quisieran “…con lo poco que ganamos apenas nos alcanza pa’ comer,… no… si no fuera por la beca yo creo que mi hijo no estaría estudiando…”
De alguna manera esta situación los lleva a pensar y a desear una forma de vida diferente para sus hijos, cuando los imaginan ya convertidos en profesionistas trabajando en dependencias federales, en escuelas, en oficinas, y hasta en casas. Esto último llama la atención, ya que por la expresión “trabajar en casas”, pareciera que esta forma de trabajo aún es mejor que la que ellos tienen.
Miradas masculinas y Miradas femeninas del mismo hecho.
Estableciendo como punto de partida la escolaridad y las condiciones en que la lograron tanto los hombres como las mujeres participantes, se puede decir que ambos tienen la convicción de que es necesario prepararse cada vez más; su experiencia de vida les permite ver que las condiciones uno las puede ir modificando si se lo propone. Este hecho se documenta en el esfuerzo realizado por mujeres adultas que decidieron estudiar por su cuenta en el INEA y que no permanecieron pasivas recordando o quizá lamentando que sus padres no les hayan podido brindar la oportunidad de estudiar. El caso de los hombres es distinto, pues aunque su escolaridad corresponde a niveles básico y medio, la lograron con el apoyo de sus padres, sin comentar que en algún momento de su vida hubieran intentado estudiar por su cuenta, simplemente se quedaron con lo que ellos pudieron darles y con esas mismas bases han subsistido siempre.
De esta manera, si consideramos nuevamente la idea de “orgullo” que manejan cada uno de estos grupos, se puede percibir que para ambos el orgullo de que el hijo estudie va en el sentido de ser diferentes a otras familias que no tienen esa particularidad; no obstante, en el caso de las mujeres ese sentimiento de orgullo que tienen porque sus hijos estudian en la universidad va más allá, porque lo asocian al esfuerzo que ellas mismas, en calidad de madres, han realizado para estudiar primaria, según dice Doña Andrea “yo “comoquera” ya grande me puse a estudiar la primaria pa’ de perdido saber algo”; asimismo, le conceden especial importancia a las actividades familiares realizadas en su infancia y juventud porque a decir de la misma Doña Andrea “yo “comoquera” estoy contenta porque aprendí y sé hacer muchas cosas y ahora puedo ver la importancia de que estudien y por eso apoyo a mi muchachita”. Creo que para ellas el significado es en ese doble sentido y siendo así, es diferente a la percepción y significado que le imprimen los hombres.
Por otra parte, tanto hombres como mujeres manifiestan mucho interés por estar informados acerca de sus hijos; enfatizan en que quieren que sus hijos tengan trabajos menos pesados que ellos y con ello dan la idea, de que desean para ellos trabajos estables.
De esta manera cobra sentido el hecho de que pareciera que los padres de familia, a través de apoyar y preocuparse porque sus hijos cursen estudios superiores, pugnan por romper con su cotidianidad y piensan que se da una mejor condición de vida, viviendo en la ciudad que en el campo. Asimismo, que los padres imaginan a sus hijos “allá en la ciudad” ayudándoles a realizar trámites que ellos mismos no pueden hacer por desconocimiento, luego entonces, los imaginan fuera del lugar de origen para que estén mejor.
Esta es una idea que encontramos presente en cada uno de los entrevistados pudiendo ser el reflejo de cómo los diferentes actores construyen y reconstruyen su realidad social mediante la interacción con los restantes miembros de su comunidad.
Resultados.
Al haber asistido al municipio de Tula, Tamaulipas y lograr entrevistas con algunos padres de familia de becarios PRONABES pude observar las condiciones económicas precarias en las que viven al conocer su forma de vida (tipo de vivienda, forma de vestir, empleos e ingreso), nivel de educación (grados escolares cursados), así como su cultura y costumbres.
Al conjugar la opinión y sugerencias de estos actores se identifica el gran beneficio que ha causado este programa social y las áreas de oportunidad que existen para mejorar su funcionamiento y alcance.
La disponibilidad de los padres de familia para asistir a las reuniones muestra el interés por la educación de sus hijos, así como la nueva visión de los padres del siglo XXI en relación al género en México, porque aunque todavía existe el mito en algunas familias de apoyar más al varón en todos los aspectos, lo cierto es que este análisis muestra datos respecto a la presencia que ha alcanzado la mujer del sector rural en el nivel de educación superior al ser casi una tercera parte del total de becarios PRONABES del municipio en estudio, destacando que son las que toman mayor riesgo al salir de su casa a prepararse en este nivel y más lejos que los hombres en las zonas norte y sur.
Esta situación no se estaría presentando si los padres no las apoyaran económica y moralmente lo que es fundamental para seguir superándose. Este apoyo puede explicarse de la siguiente manera: viven con muchas necesidades, perciben que la gente preparada está progresando y ven en la educación una esperanza de que los suyos, a futuro, estén en mejores condiciones que ellos mismos.
La beca PRONABES se ha canalizado al pago de colegiatura y transporte así como compra de útiles escolares y alimentación y si hablamos de alumnos foráneos, una parte la destinan al pago de renta o asistencia. Esta situación debe abrir espacios de reflexión y análisis para PRONABES y la UAT para buscar soluciones inmediatas que permitan subsanar esta realidad en benefico del becario.
Si bien se puede inferir que la beca no resuelve plenamente la situación del alumno ya que no alcanza a cubrir todos los gastos que requiere su proceso formativo, sí se puede aseverar que se constituye en un apoyo para la familia becaria y en estímulo para obtenerla y conservarla porque se le percibe como una posibilidad de cambio de condiciones de vida.
El PRONABES es relativamente conocido en el municipio de Tula y zonas aledañas porque se ha ido corriendo la voz entre los mismos estudiantes y familias sobre su existencia y lo que es mejor aún, sobre su duración por varios años más. Sin embargo, a través del acercamiento con los padres de familia de becarios y sin hijos becarios se percibe que no hay información clara acerca de los objetivos gubernamentales; es decir, aun desconociendo el origen y alcance de este programa en lo inmediato, sí conocen y viven la utilidad de una política que refleja la preocupación por facilitar el acceso a la educación superior de familias en condiciones económicas desfavorables.
El municipio de Tula no es ajeno a la situación que se vive en diferentes zonas, marginadas o no, cuando habiendo cursado estudios profesionales, tiene la necesidad de salirse de su ciudad natal por no encontrar oportunidades de desarrollo personal y profesional.
Consideraciones finales
Para cualquier tipo de investigación es importante contar con un contacto que haga las veces de guía y enlace con la realidad en la que se va a trabajar “por aquello de que para que la cuña apriete debe ser del mismo palo”. Especialmente esto se vuelve esencial en la investigación etnográfica y tuve la oportunidad de constatarlo porque las sugerencias dadas por los dos Responsables de la UNAED, fueron muy acertadas. Esto habla del conocimiento que tienen de las costumbres del lugar y ello me permitió incursionar en él, incrementando las probabilidades de éxito; es decir, facilitó mucho la tarea.
Al hacer una comparación de los niveles de estudio de los padres y sus hijos becarios, se observa que la diferencia es muy grande ya que mientras los primeros tienen cursada apenas la primaria y en algunos casos la secundaria, un buen número de los segundos, es decir los becarios, realizan estudios a nivel licenciatura, han iniciado estudios de maestría y expresan su deseo de estudiar algún doctorado. Tal vez en esta situación subyace la gran esperanza de cambio que representa para los padres el hecho que los hijos estudien una carrera profesional y para ello cuenten con la ayuda de una beca; esto les permitirá que vivan mejores condiciones económicas que las que ellos han vivido, que realicen otro tipo de actividades laborales para ganarse la vida y no sea a base de tanto esfuerzo físico y poco redituable.
Los resultados obtenidos a través del encuentro con los padres de familia, la observación de sus limitantes y carencias, confirman la urgencia de llevar apoyo de toda índole a los grupos marginados para impulsar su desarrollo, como lo establece el Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Federal 2007-2012, “la educación es la forma más eficaz de romper el círculo vicioso de la pobreza, así como para que las personas puedan obtener empleos mejor remunerados o tengan posibilidades reales de iniciar negocios propios exitosamente”.
También se menciona en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, en el apartado correspondiente a Capital Humano para un México con Educación de Calidad, en su meta número tres: “un México con educación de calidad para garantizar un desarrollo integral de todos los mexicanos y así contar con un capital humano preparado, que sea fuente de innovación y lleve a todos los estudiantes a su mayor potencial humano. Esta meta busca incrementar la calidad de la educación para que la población tenga las herramientas y escriba su propia historia de éxito”.
Finalmente, creo que a pesar de que los resultados de este estudio confieren un gran valor a la educación superior, es necesario reconocer que la educación no puede hacer todo por sí sola, se requiere de acciones complementarias para alcanzar un mayor nivel de calidad de vida.
Acercarnos un poco a conocer lo que piensan los padres de familia con hijos becarios y sin hijos becarios, nos permite reflexionar en otro ángulo de los programas sociales: su cobertura y permeabilidad. En este sentido nos preguntamos, ¿cómo habría que realizar la promoción de los programas de manera que la población objetivo entienda que están dirigidos a ella y también, que entiendan que es precisamente su necesidad la que ha llevado a diseñarlos? La población objetivo no conoce, o por lo menos no suficientemente, las diferentes opciones de apoyo con las que cuentan, por ello son los que menos las solicitan, dejando de esta manera, la oportunidad de hacerlo a quienes no las requieren tanto, impactado esta situación en que efectivamente la cobertura se amplíe, pero sin incluir, exclusivamente, a la población a la que está dirigido el programa.