Fidel Ibarra López*
Parto de tres ejemplos para contextualizar el análisis: 1) El Jefe del Ejecutivo plantea un proyecto de gobierno que denomina “Cuarta Transformación”, el cual no lo deja en claro desde el inicio y en el camino se le han ido agregando un conjunto de interpretaciones hasta alcanzar un grado tal de ambigüedad que ahora el concepto es tan amplio que se le puede agregar cualquier buena intención que se observe en el ejercicio de gobierno; 2) El Secretario de Educación Pública presenta un modelo educativo (la Nueva Escuela Mexicana) que no proporciona claridad respecto al “rumbo de la educación”, y esa condición ha dado pie para que los actores académicos que se dedican al estudio de la educación configuren una serie de análisis tendientes a decodificar la hoja de ruta del nuevo modelo educativo; y 3) Un autor -con formación en Psicología- plantea en un artículo académico la comparación de dos conceptos (inteligencia y creatividad) y la comparación no guarda pertinencia porque obedece a realidades distintas. Sin embargo, persiste en ella y a partir de ahí construye una serie de conclusiones que presenta como válidas. ¿Qué tienen en común estos tres ejemplos? El problema del inadecuado manejo de los conceptos.
En efecto, el tema deviene en problema cuando se pretende explicar una realidad en términos lógico-conceptuales. En ese nivel, las facultades académicas e intelectuales que el sistema educativo nacional le proporciona a un individuo en México son endebles. Y ello se debe a que en nuestro país desde hace un buen tiempo se eliminó del Currículo asignaturas tan fundamentales como la Lógica y la Filosofía. Un estudiante que termina su formación de la educación obligatoria ingresa a la universidad con serias deficiencias para pensar de forma ordenada, con facilidad y de forma estructurada. Y esa deficiencia se observa en el aprendizaje de conceptos y, por ende, en la construcción de texto escrito y en su discurso oral. Condición que no se logra superar en el transito de la universidad, y posteriormente se viene a reproducir como problema una vez que ese actor se desempeña de manera profesional en el sector público o privado.
Abundo en el punto: Por un inadecuado manejo de conceptos, el funcionario público -como se señala líneas arriba- puede correr una determinada política de gobierno pensando que con ello contribuye al desarrollo del país. Esa concepción de ese actor puede a lo sumo ser una concepción empírica, sin ningún sustento científico, y sin embargo se puede presentar como política de gobierno. O incluso, asumirse como una política de Estado.
En ese sentido, el mal manejo de los conceptos no es un asunto menor. Es un tema vital para una sociedad y un gobierno.
Ahora bien, ¿por qué se desestimó la importancia de la enseñanza de la lógica en la educación obligatoria en México? ¿Fue una acciona deliberada? Lo ignoro. No obstante, esa condición está haciendo estragos en la educación nacional: En todo este tiempo que la lógica lleva fuera del currículo, al alumno se le arrebató la facultad de pensar de forma ordenada porque se eliminó el aprendizaje de conceptos. Y sin esta condición -como señala Ausubel desde hace más de siete décadas- no puede haber aprendizaje significativo, puesto que el aprendizaje se logra si el alumno aprende a través de conceptos.
En ese sentido, si el haber eliminado del currículo no fue un acto deliberado -no se tiene evidencia para afirmar algo así-, sí fue al menos un acto de suma irresponsable. Se condenó a varias generaciones de estudiantes a que no pudieran pensar de forma abstracta, con claridad y de forma estructurada.
Así, si en la actual coyuntura educativa, el gobierno federal ha hecho del derecho a la educación, el punto central de su política educativa, bien se podría integrar como demanda -en esa misma línea- que a los alumnos no solamente se les garantice el acceso a la educación, sino también a que se les enseñe a pensar.
No puede admitirse como condición que se tenga un sistema educativo nacional con alumnos que no sepan pensar a través de conceptos. Sin esa base, un individuo limita su frontera de conocimiento a una simple base empírica.
Y ello no basta para enfrentar la complejidad del siglo XXI.
*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (CIINSEV).
Correo: fidel.ibarra@sistemavalladolid.com
Twitter: Fidel07748306