La reciente protesta feminista ha dado lecciones a la sociedad mexicana, por tanto, sostendría que posee un componente pedagógico. Para aprender de ellas, se escriben distintos puntos de vista, se reclama, se reflexiona y discuten conductas y principios. La calle, las redes sociodigitales y la academia producen información para mirarnos y preguntar por qué en México hemos cancelado los derechos de la mujer que, en ocasiones, son reivindicados a través de manifestaciones de ira y enojo.
Esos sentimientos que han sido tan difíciles de analizar desde los tiempos antiguos, como bien observa José Antonio Marina. Para la “moral heroica”, por ejemplo, la ira estaba relacionada con el valor, por tanto, era una virtud. Para Tomás de Aquino, la “capacidad de irritarse fue dada a los seres sensibles para que dispongan de un medio de derribar obstáculos”. No obstante, también puede haber un tipo de “ira oblicuo”: el resentimiento que se enlaza con la envidia y el rencor. Pero también hay un antídoto: la paciencia, expone Marina. El dominio de sí mismo “está en la base de toda decisión libre”, aclara.
Basada en este libre albedrío, Nayeli Roldán coordinó el libro Mexicanas en pie de lucha (Grijalvo, 2022), el cual incluye seis capítulos de destacadas periodistas más el prólogo de la escritora Alma Delia Murillo. El texto abre con el capítulo de Daniela Rea, quien narra la historia de Rosa, una joven de 17 años que forma parte de los más de 5 millones de estudiantes que tuvieron que dejar la educación obligatoria a raíz de la pandemia. Lourdes, la mamá de Rosa, también es trabajadora doméstica, tuvo tres hijas y para “alimentarlas, vestirlas y educarlas” debió cuidar a las hijas de otras personas, revelando con ello “no tener derecho a cuidar al fruto de nuestro vientre”.
Sigue el capítulo de Claudia Ramos que presenta un repaso histórico de la lucha feminista, donde muestra la importancia de construir, por consenso y con pluralidad, instituciones en defensa de los derechos de la mujer. Estas organizaciones y programas han sido, lamentablemente, canceladas por órdenes del patriarca que habita Palacio. Habla en específico del Instituto Nacional de Desarrollo Social y del Programa de Apoyo a Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas.
El libro asegura no pretender el cuestionamiento de un gobierno en específico, pero el capítulo tercero de Ivonne Melgar muestra que aunque AMLO repita una y otra vez que su gobierno es el “más feminista de la historia”, los testimonios muestran lo contrario. “La fuerza de la palabra presidencial inhibió a las feministas de Morena”. El mansplanning del ejecutivo contradice las causas justas. Si hay alguna duda de ello, el siguiente capítulo a cargo de Nayeli Roldán documenta que el Sistema Nacional de Cuidados, creado en este sexenio, “no tiene un peso para operar”. Además, muestra el modus operandi de la 4T: acusar de corrupción sin fundamento a programas para reducirles el presupuesto y generar con ello, efectos regresivos en las trayectorias de vida y escolares.
Con nitidez, Valeria Durán narra los casos de Fátima y Karla para constatar la desprotección a las que están sujetas las mujeres por parte del sistema justicial mexicano. En nuestro país, 93 por ciento de los feminicidios quedan impunes. ¿Y no queremos que rompan y protesten? Laura Castellanos cierra el libro identificando los rasgos particulares de este movimiento que el presidente ni entiende ni controla. Es una protesta donde las mujeres se solidarizan ante el enojo y la estigmatización mostrando su libre determinación y autonomía individual. “Que tiemble el Estado”.