David Auris Villegas
Con el emprendedor eslogan, “Volver a creer, volver a crecer”, en el atardecer de Urubamba, Cusco, este 16 de noviembre, culminó la 61 Edición de La Conferencia Anual de Ejecutivos, conocido como CADE Ejecutivos. Sin lugar a dudas, es uno de los más relevantes encuentros del empresariado peruano, con la presencia de líderes políticos y académicos a nivel nacional e internacional.
Durante el acto inaugural, el empresario Fernando Correa, presidente del CADE Ejecutivo 2023, planteó el primer desafío como telón de fondo, “realmente no vengamos solamente a escuchar o a conversar, vengamos a tomar iniciativas y compromisos que nos permitan volver a creer en nuestro país y volver a crecer para recuperar la calidad de vida de todos los peruanos”.
Cabe señalar que, este evento es organizado por el Instituto Peruano de Acción Empresarial (IPAE) desde 1961. En este contexto, el reciente CADE Ejecutivo 2023 estableció fundamentos y estrategias para impulsar el desarrollo en todas las regiones. Sin embargo, ¿cómo es posible que hemos caído, si fuimos considerados por la comunidad internacional, el “campeón de Sudamérica” en el transcurso de este siglo? Tal vez crecíamos, en la ilusión de la estadística maquillada por los malos gobernantes.
El informe del Banco Mundial, Resurgir Fortalecidos: evaluación de pobreza y equidad en el Perú, publicado en abril de este año, sostiene que después de la pandemia, siete de cada diez peruanos son pobres y de hecho vulnerables y blanco fácil ante cualquier vicisitud del destino. Esto significa que hemos crecido como el trigo en la arena de la parábola de Cristo. Sin anclas y raíces e incapaz de soportar un viento fuerte de la cruel caricia del Covid-19, fuimos uno de los países del mundo, con las tasas de mortalidad más altas causadas por esta pandemia.
Esta crisis sanitaria nos develó que somos tan frágiles, debido a que crecimos gracias a nuestras materias primas como en la época del guano y el salitre. En efecto, no hemos logrado la transferencia de tecnología como tampoco fomentar una educación científica fundamentada en la ciencia, con el propósito de transformar nuestra cuantiosa materia prima en manufacturas para alcanzar el desarrollo. No olvidemos que crecer como la espuma no es difícil y solo beneficia a un grupo reducido, mientras que la gran mayoría de los individuos se encuentran en la pobreza.
Según las tendencias a nivel mundial, lo que se requiere en la actualidad es desarrollar con sostenibilidad y no solo crecer. Como sostienen los chinos, el desarrollo del país es asegurar el futuro y la prosperidad para todos. Esto se consigue con una inversión mayor en la educación de calidad y no como la actual, que solo se basa en documentos y grados superfluos que poco sirven para innovar y acortar las brechas económicas y sociales.
Esto que escribo no es algo novedoso, pues todos lo sabemos. Ante un Gobierno ineficiente, con una banda de funcionarios corruptos y un Congreso infestado de bribones, creo que ha llegado el momento, para que el empresariado, lidere la verdadera transformación del país, dando el salto cualitativito y cuantitativo de invertir en tecnología de la mano con las universidades y escuelas superiores. Además, junto a los gobernadores, alcaldes, policías y la sociedad organizada, es crucial liderar una lucha inteligente contra la feroz delincuencia que está llevándonos al descalabro.
Para concluir, es necesario que la conferencia, CADE ejecutivo, se descentralice y se lleven a cabo en las diferentes regiones del país. El empresariado tiene la responsabilidad de ser un agente de transformación innovadora. Al concentrar parte de los recursos en la inversión en tecnología digital y ciencia de la mano con la educación, podremos lograr, desarrollo y prosperidad compartida.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, profesor universitario y creador del ABDIV