Según los datos derivados de la última prueba PISA 2012, los hijos (de 15 años de edad) de trabajadores de limpieza superan a los hijos de papás profesionales entre ciertos países.
Por ejemplo, los niños de trabajadores de limpieza de Noruega, Rusia, Italia, España, Irlanda, Letonia, Dinamarca, Australia, Nueva Zelanda, Finlandia, Canadá, Francia, República Checa, Eslovenia, Portugal, Estonia, Los Países Bajos, Japón, Macao, Bélgica, Suiza, Alemania, Polonia, Vietnam, Liechtenstein, Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Taipéi y Shanghái obtienen mejores resultados en matemáticas que los niños de padres profesionales y de muchos administradores en México (http://buff.ly/1lW8IvY).
Ahora, observemos que en Estados Unidos, la economía más poderosa del mundo, con la más fuerte maquinaria científica y tecnológica y la más avanzada fuerza empresarial global, los niños de trabajadores de limpieza de los siguientes países muestran mejores resultados que los hijos de sus abogados y médicos: Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Shanghái.
Nadie niega la superioridad de los sistemas asiáticos sobre los occidentales, europeos o americanos en pruebas estandarizadas. Sin embargo, decir que uno está arriba en PISA no es sinónimo de que un sistema educativo sea mejor que otro en términos de aprendizaje.
Aquí el mundo está completamente dividido en un debate feroz. Países como Estados Unidos, Inglaterra, Australia y Nueva Zelanda son exportadores de servicios educativos en todos los sentidos. Niños y jóvenes asiáticos vuelan por miles, o centenas de miles, a las escuelas y universidades de los países arriba mencionados, para estudiar desde primaria hasta la universidad. Una de las mejores escuelas preparatorias de Estados Unidos, Stuyvesant, con una fama intachable con respecto a la formación de niños y jóvenes sobre todo en matemáticas y ciencias, está repleta de estudiantes asiáticos con una proporción en la matrícula que rebasa el 60%. ¿Por qué los papás y los niños y jóvenes asiáticos piensan más en las escuelas y universidades de occidente y no al revés?
La educación en estos países, con excepción quizá de Corea del Sur y Japón, está dictada con regímenes de gran autoridad, no democráticos en el sentido electoral o liberal. El “mantra” en estos países es el esfuerzo, pero no un esfuerzo motivado intrínsecamente, donde el cerebro crece en un clima relajado, progresista, con ambientes agradables de aprendizaje que al mismo tiempo que promueven los números y las letras, empapan las aulas con artes, música, deporte, ejercicio, salud y creatividad. Como bien dice el profesor Yong Zhao en sus fuertes críticas a PISA (http://buff.ly/1lWakFY), que se suman a otras que yo he relatado en mi Blog (http://buff.ly/1ndvqgK), yo no sacrificaría el arte y el deporte, en beneficio de las matemáticas y las ciencias, porque son precisamente el arte y el ejercicio lo que hace que el cerebro esté mejor conectado para aprender números y letras.
Esta es una extraordinaria lección para nuestros reformadores de la educación. PISA no debe ser meta del sistema; PISA debe ser solo un elemento, y muy modesto, de reflexión, para alimentar el quehacer educativo del aula y el hogar.
Justo redactando estas líneas, a través de mis redes sociales, llegó la siguiente pregunta de una maestra: “¿Para qué sirve PISA? Dr. Andere, ¿Considera usted pertinente aplicar la prueba a alumnos de escuelas telesecundarias que se encuentran en zona[s] muy marginadas como lo son las de la región montaña del estado de Guerrero donde apenas entienden el castellano, no comen más que tortilla con sal, entre muchas otras carencias?”. La respuesta es: por supuesto que se pueden aplicar las pruebas que se quieran, ello no implica, sin embargo, que sirvan de algo. Si se utilizan como marcas comparativas para ordenar escuelas y alumnos en ranking, hacen mucho más daño que beneficio.
Si algo sabemos en educación es que los factores como pobreza, segregación e inequidad tienen mayor poder explicativo en el desempeño de los alumnos que las variables propias de la política educativa, como son: escuela, maestros y recursos.
Debemos preocuparnos, no tanto por las grandes reformas macro de la educación (sistema, autonomía, relaciones laborales y sindicales) sino por las micro, aquéllas que aseguren a nuestros pequeños y jóvenes ambientes ricos y poderosos de aprendizaje, en el hogar, el aula y la comunidad.
El autor es profesor-investigador visitante de la Universidad de Nueva York. (http://eduardoandere.net).
Publicado en Reforma