En una entrega previa sobre el modelo de gestión que propone la CNTE[1] señalé que también incluyó aspectos de la evaluación en las escuelas por parte de las comunidades escolares, aspecto que también se incluye en el Modelo Educativo de 2016. La Reforma Educativa de 2013 dio lugar a cambios y al diseño de normatividades, por ejemplo, al Acuerdo 706 de 2014 y a la celebración, en el mismo año, de los foros nacionales de consulta sobre el modelo educativo. Sin embargo, durante su implementación esta Reforma Educativa centró toda su atención en la evaluación de los docentes. El mensaje enviado por la política educativa fue claro: se atribuyó al gremio de docentes la responsabilidad del mal desempeño de la educación en México.
La publicación del Modelo Educativo en 2016 revela las deficiencias de la Reforma de 2013. El punto central debió ser siempre el modelo educativo para que con base en este se definieran y crearan mecanismos de evaluación y se establecieran criterios claros sobre los siguientes aspectos: para qué se evalúa, qué se evalúa, cómo, cuándo y a quiénes.
Una primera consideración es que la evaluación de los docentes no puede estar separada de la evaluación del sistema educativo en su conjunto; es decir, se debe evaluar el desempeño de los directivos en todos los niveles, el desempeño de los procesos de gestión o bien el desempeño de las escuelas, y el papel que asumen las autoridades educativas para facilitar la gestión escolar.
Las experiencias de evaluación en el mundo muestran que la evaluación educativa necesita ser integral. Un documento publicado por el gobierno español (2010: 76) señala que para el siglo XXI se necesita un enfoque de evaluación pluralista y participativa:
“La evaluación de políticas públicas se concibe, así, como un proceso institucional, que es conveniente adoptar en todas las fases del ciclo de intervención pública… con el énfasis puesto en la comprensión integral de los impactos, resultados, procesos… fundamentándose este proceso sobre el juicio de valor de la acción pública evaluada y basándose en criterios establecidos por los principales actores implicados, con la finalidad última de servir a la ciudadanía” (subrayado propio) (En: Fundamentos de evaluación de políticas públicas[2]).
Por un lado, la evaluación es múltiple y necesita combinar formas de evaluación apropiadas. La política de evaluación en el mundo considera: evaluaciones al inicio, durante y al final del ciclo escolar; para evaluar procesos, resultados, impactos o efectos; se trata de procesos de evaluación que incluyen resultados tanto cuantitativos como cualitativos, son evaluaciones externas o internas con autoevaluación y coevaluación.
Los términos autoevaluación y coevaluación indican el carácter participativo de la evaluación. Algunos se preguntarán cómo es posible que los docentes y directivos de las escuelas puedan autoevaluarse; sin embargo, son prácticas usuales en otros países y revelan que el objetivo de la evaluación no es sancionar sino mejorar.
En México, el propósito de evaluar para mejorar se deja en un segundo plano por la visión ideológica y política que está predominando en la implementación de los cambios en la educación del país. El conflicto con la CNTE se alimenta de su propia dinámica y se olvida la propuesta de este grupo de maestros para considerar: “una evaluación horizontal realizada desde las propias escuelas y comunidades, desarrollada como un ejercicio dialógico a nivel de cada zona, región y entidad federativa” (Hacia la educación que necesitamos los mexicanos[3]).
No hay ninguna contradicción en que las escuelas y las comunidades escolares lleven a cabo procesos de autoevaluación. La formación de los Consejos Escolares de Participación Social y las funciones que tienen asignadas, en la Ley General de Educación y en el Acuerdo 706, les faculta para evaluar los resultados en las escuelas. En estos Consejos participan docentes, directivos y padres de familia. Se podría criticar que dicho Acuerdo no define adecuadamente cómo conducir el proceso de autoevaluación y cómo sus diagnósticos tendrán consecuencias; sin embargo, el espacio institucional para la autoevaluación existe.
El Modelo Educativo propuesto en 2016 considera imprescindible la realización de la evaluación desde las escuelas, que se denomina “evaluación interna y se espera sea permanente y tienda a la mejora de la práctica profesional de los docentes y al avance continuo de la escuela” (Modelo Educativo, 2016:26). También, establece que “la evaluación debe concebirse como un proceso para la mejora de los alumnos. Debe ser un factor que impulse la transformación de la práctica pedagógica y el seguimiento de los aprendizajes durante la trayectoria educativa de los estudiantes” (Modelo Educativo, 2016:50).
El comunicado de la CNTE (2013) y el Modelo Educativo (2016) coinciden en el planteamiento de que “la evaluación no debe tener fines punitivos [sino formativos], y que la evaluación debe tomar en cuenta el contexto en el que docente aplica las capacidades básicas que todo maestro debe tener” (Modelo Educativo, 2016:50-55).
Consideremos solo un ejemplo de cómo está fallando el sistema educativo:
El rezago escolar anotado por los resultados de la prueba PISA, aplicadas a jóvenes de 15 años, señala que hay un rezago escolar de varios años en comprensión lectora y en habilidades para las matemáticas. Este es un rezago acumulado durante varios años. Coloquemos este rezago en primaria: Los niños de segundo grado deben prepararse para el tercer grado, y podemos preguntarnos ¿Cómo se coordinan los docentes de segundo y tercer grados para prevenir deficiencias cuando los alumnos de segundo se encuentren en tercero?, ¿Qué acciones toma la escuela para reducir las deficiencias que tienen los alumno que están en tercer grado?, ¿Qué acciones realizan las escuelas para prevenir que la preparación de los alumnos de tercer grado no acumule deficiencias para cuando pasen al cuarto grado?, ¿Cuáles son los recursos que la autoridad educativa asigna a las escuelas para atender específicamente el rezago escolar?
La gestión del modelo educativo necesita asignar tiempos y recursos para la coordinación interna de las escuelas. Por ejemplo, el tiempo para la coordinación no está contemplado en el horario escolar; los docentes se reúnen en Consejo Técnico Escolar sólo una vez al mes.
Ante la pregunta de si los docentes necesitan ser evaluados, la respuesta es indudablemente sí pero se necesita ubicar a esta evaluación dentro de una evaluación del sistema educativo en su conjunto. Por esta razón, la implementación de la Reforma Educativa de 2013 está incompleta situación que busca resarcir el Modelo Educativo de 2016 pero aún faltan por definir tanto el carácter participativo como integral de la evaluación, que para su realización deberá abrir espacios a la intervención de directivos, docentes y padres de familia.
[1] http://www.educacionfutura.org/para-dialogar-que-modelo-de-gestion-educativa-propone-la-cnte-ipara-establecer-el-dialogo-que-modelo-de-gestion-educativa-propone-la-cnte-primera-parte/
[2] Fundamentos de Evaluación de Políticas Públicas (2010), Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios, Gobierno de España. Madrid. En:
http://www.aeval.es/comun/pdf/evaluaciones/Fundamentos_de_evaluacion.pdf
[3] https://cnteseccion9.wordpress.com/2013/05/02/documento-entregado-en-gobernacion-2-mayo-2013/
*Profesora-investigadora de la UAM-Cuajimalpa.