“Si queremos que la educación de nuestros niños, jóvenes y adultos crezca, necesitamos que los políticos sigan a los pedagogos y no al revés”… Eduardo Andere
No es un buen momento para festejar, los hechos que han acontecido recientemente en el plano nacional con la presentación del nuevo modelo educativo solo nos pueden dar noticias de que la Presidencia de la República y su lamentable carta fuerte para la presidencia han hecho acuse de recibo de la misiva que la sociedad civil envió el pasado 5 de junio con el resultado de las pasadas elecciones, con una mirada clara en el 2018 que se encuentra apenas a la vuelta de la esquina.
Se empieza a clarificar ante la sociedad que las voces que se elevaban desde el plano académico tenían razón, en virtud de que, sin proyecto académico, de poco sirve evaluar, si el propio secretario del ramo ha admitido que dichos contenidos se encuentran desfasados.
No se toca la necesidad de establecer una vinculación de políticas públicas con respecto a diferentes secretarías de estado en materia alimentaria, de salud o economía, dado que la gran mayoría de las niñas, niños y adolescentes viven en situaciones precarias que hacen aún más complejo el aprendizaje.
Con una sensible falta de profundización en la filosofía del modelo (que ha caracterizado por cierto las acciones educativas de este sexenio), sin especificar como se podrá acceder a la equidad y a la inclusión que se presume en su interior, además de apenas mencionar una decena de veces a las escuelas normales, la mayoría en un par de páginas en donde se dice todo lo que deben hacer, sin mediar un compromiso de la autoridad educativa por su fortaleza, financiamiento y adecuación para enfrentar los retos del futuro.
Independientemente de lo anterior, se lanza la advertencia explícita que caracterizará a este lamentable sexenio en los libros de historia de la educación, puesto que no importa de qué escuela provengan y deja solamente la esperanza expresando que “El modelo educativo 2016 también demanda que la formación inicial de maestros construya sinergias entre las normales y las universidades” dejando entrever una aportación del modelo normalista a las universidades sin que se exprese lo que éstas recibirán a cambio para su fortalecimiento, dada la millonaria diferencia –a favor de las universidades por supuesto– que existe en presupuestos de operación y financiamiento de proyectos académicos.
En donde se podrá hacer efectivo el anhelo expresado en la página 68 de “En cuanto a la formación docente, un elemento fundamental para la educación inclusiva es el maestro especialmente capacitado para orientar y acompañar el proceso de transformación hacia la conformación de escuelas inclusivas” si no es en escuelas en donde se analice a profundidad la estructura del plan y programas de estudio, se ponga énfasis en el conocimiento infantil y la realidad educativa si no es una escuela formadora de docentes.
Bajo una situación crítica en donde las reformas estructurales de hace tres años, hoy en día traen aumentos en las gasolinas, electricidad, canasta básica y descontento generalizado, el ofrecimiento de un “dialogo nacional” de apenas un par de meses, en donde existe un mal augurio dado que de los primeros dos foros (con gobernadores y el INEE) solo se escucharon los discursos inaugurales y el resto ni se transmitió ni se pudo escuchar las aportaciones que se hicieron para el “análisis” de su estructura y composición.
El sexenio ha terminado en materia educativa, el tiempo se les pasó entre amenazas, retrocesos y una profunda y lesiva reforma laboral que anticipa que, desde hace casi cuatro años se vienen dando lo que coloquialmente se conoce como “palos de ciego” en materia educativa.
Apostar por que el siguiente gobierno siga con lo que un gris y etéreo personaje que se cree maestro que se sienta actualmente en la SEP y que es el encargado además de la gendarmería nacional, es mucho más de lo que toda la historia de la educación nos ha dejado como enseñanza en México.
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