Juan Carlos Yáñez Velazco
Esta semana viviré la emoción de presentar mi nuevo libro. Se llama “Diario de Educación”. El escenario es el tercer Congreso Internacional que organiza el Instituto Superior de Educación Normal de Colima. Luego vendrán otras, pero la primera tiene siempre un sabor especial.
El libro es una coedición de Puertabierta, mi casa editorial en México, y El Diario de la Educación, mi casa periodística en España. La colaboración es una alegría adicional a la de cumplir un proyecto; motivo también para la gratitud por la generosidad que lo posibilitó.
Enseguida, comparto las primeras palabras del libro.
Palabras iniciales
Escribo en periódicos desde hace más de veinte años de manera casi ininterrumpida. Un artículo semanal es habitual. En algunos momentos, entregué tres para medios diferentes. Tuve espacios de tamaños y audiencias variadas, impresos, electrónicos y radiofónicos. Sólo en dos circunstancias paré: exceso de trabajo y falta de emoción.
Los aprendizajes son inestimables. Empecé por curiosidad, por el deseo de contar lo que revoloteaba en mi cabeza. La curiosidad maduró y pasaron distintas etapas, hasta la convicción de que la escritura sobre educación es una obligación pedagógica, política y ética.
Mi oficio en medios es la educación, a la que he dedicado tres décadas. Otros temas aparecen ocasionalmente: libros, autores, política, ciudad, biografías, relatos cotidianos y un cuaderno de viajes.
En 2011 reuní cien artículos publicados en El Comentario, periódico de la Universidad de Colima, y cobró vida Figuras y paisajes de la educación, prologado con generosidad por Luis Porter, colega y amigo.
Al regreso de una estancia en Argentina me sumé a una publicación especializada en España, Escuela. Participé tres años y pedí pausa. Luego acepté la invitación de El Diario de la Educación, proyecto digital naciente entonces al que me incorporé con interés renovado para cumplir la encomienda: una mirada en y desde América Latina.
Ideando las líneas centrales de mi participación albergué la ilusión de reunirlas en un libro. Aquí estoy ahora. La intención: presentar colaboraciones con una temporalidad menos fugaz que la inherente a la opinión cotidiana. Este libro ordena las columnas publicadas entre 2017 y 2021, así como seis inéditas. Su título guiña a mi casa periodística española y boceta estas páginas.
Durante los años que comprenden estas columnas sucedieron muchos acontecimientos. Fue un periodo vertiginoso y complejo. En México se decretó la reforma prometida por el presidente Andrés Manuel López Obrador para una transformación sustancial. El logro máximo es el finiquito de la reforma de su precedesor, Enrique Peña Nieto, pero los hechos y resultados, a mitad del sexenio, distan del optimismo.
Latinoamérica, fiel a su historia, se agita, cambia colores ideológicos después de la primavera fugaz de presidentes de izquierda. Un informe de 2021 a cargo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo la describe como atrapada entre alta desigualdad y bajo crecimiento económico, con esfuerzos constantes y progresos magros. Los augurios son grises. Los sistemas educativos están imbricados, no son islas prósperas en archipiélagos sombríos.
En 2020 empezamos a enseñar y aprender en casa: un punto de inflexión global. Algunos apartados pueden leerse como el mundo educativo prepandemia; testimonian distintas situaciones que, muy probablemente, podrían haber empeorado con el confinamiento y exclusión de millones de personas del ejercicio pleno de sus derechos, entre ellos, al aprendizaje. Una de las cinco partes contiene los artículos dedicados a la vida escolar durante la pandemia; pistas para la comprensión y preguntas nuevas o lecciones provisionales.
Los artículos fueron depurados en el estilo con ayuda de Rubén Carrillo Ruíz. Intentamos equilibrar temporalidad periodística y actualidad. En cada uno se indican el mes y año de elaboración; los inéditos carecen de fecha. El orden expositivo es arbitrario.
Gracias tres veces a Pablo Gutiérrez de Álamo, autor del prólogo para este libro y editor de El Diario de la Educación, a quien debo sendas invitaciones para la aventura en el periodismo educativo español.
Agradezco a El Diario de la Educación y a Puertabierta Editores por la coedición y, sobre todo, a los lectores que acompañaron la travesía.