La autoevaluación, individual y colectiva en las escuelas, sobre qué se hace y cómo se hace, es una práctica sana; pero no podemos dejar de considerar la posibilidad de que una valoración realizada por especialistas que no forman parte de la escuela puede proveer una visión fresca, y diferente, de lo que se hace en la escuela. Entonces, debemos tener una combinación adecuada de autoevaluación y de evaluación externa.
La valoración de la forma en que se imparten las materias en el salón de clase es uno de los temas centrales donde se requiere de la coordinación y colaboración entre diferentes actores. Este es un tema que estará atendiendo el INEE pero también es una tarea que deben emprender directores y docentes para crear mecanismos pertinentes que ayuden a introducir mejoras en la enseñanza en el salón de clase.
Estos problemas de enseñanza nos llevan a considerar las necesidades de capacitación de los docentes.
V) Capacitación de los docentes
La actualización en servicio de los docentes y directivos es uno de los aspectos que mayor atención han recibido en la política educativa desde mediados de la década de los noventa.
Los programas de capacitación que se ofrecen se cursan, principalmente, por decisión individual de los docentes.
Sin embargo, pocas experiencias se conocen de acciones de capacitación de maestros que sean planeadas en función de las necesidades particulares de las escuelas. Ya es tiempo de que los cursos de capacitación respondan a los problemas, o necesidades, detectadas en alguna materia, grado, o grupo escolar, o bien se capacite porque se deben mejorar las formas de enseñanza y aprendizaje.
En algunos casos la escuela, a través del Consejo Técnico Escolar, decide cuáles de los docentes necesitan un tipo de capacitación muy específica.
El sistema educativo, sin embargo, proporciona pocos incentivos para que estas decisiones se tomen de manera colectiva, en las escuelas, y para que se realice lo que se considera necesario.
Esto es así, primero, porque la escuela no dispone de los recursos para financiar la capacitación de sus profesores, o bien porque la escuela no tiene facultades para hacerlo, ni dispone de horarios para la capacitación en sus jornadas semanales, por lo que algunos docentes se capacitan durante en tiempos adicionales a los del horario escolar.
Por ello, la decisión de capacitación se toma de manera individual de acuerdo a lo que decide el maestro, y a su disposición de tiempo, pero no de acuerdo a las necesidades de los alumnos de la escuela.
A manera de conclusión
Las escuelas necesitan disponer de facultades y recursos para tomar decisiones que se adecuen a las necesidades de sus alumnos, en esto consiste la autonomía de gestión.
Se necesita encontrar un equilibrio entre la libertad de decisión y la disponibilidad de recursos. Este es uno de los aspectos más sensibles de la política pública y no sólo de la educativa, pues existen posibilidades del mal manejo del dinero y no me refiero solo a decisiones mal pensadas.
Otra tarea, tanto de las autoridades educativas como de las escuelas, es la de desarrollar mecanismos institucionales que prevengan el mal uso de los recursos, y desarrollar la contraloría social.
De esta manera se podría vigilar desde arriba y desde abajo el uso de los recursos en las escuelas.
La contraloría social podría incluso eliminar requerimientos burocráticos que tienen las escuelas para comprobar los gastos pues las comunidades escolares estarían observando y los recursos invertidos y los resultados.
No se debe escatimar ningún esfuerzo en transparentar el uso de los recursos. Las escuelas tienen que informar por qué y cómo se utiliza hasta el último centavo, y no estoy exagerando. Para crear una cultura de transparencia se necesita una costumbre de informar siempre por qué se tomó una decisión, o bien por qué no se tomó y las razones, y mostrar los resultados de corto y mediano plazos.
La normatividad y las prácticas cotidianas de las escuelas pueden ayudar a crear mecanismos que prevengan el mal uso de los recursos; pero también, debe fomentarse la creación de relaciones de confianza entre las autoridades educativas y las comunidades escolares.
La confianza como valor no es un solo un buen deseo, se crea fundamentalmente por la información que se provee, por la información a la que se tiene acceso con un bajo costo de oportunidad; es decir, sin que cueste mucho tiempo y, otros recursos, obtenerla.
Por ello, las autoridades del sector educativo, y las comunidades escolares, no deben escatimar ningún esfuerzo para informar y para explicar las decisiones que toman, y sobre la utilización de los recursos, y los resultados que esperan obtener y lo que obtienen.
Las políticas dirigidas a los cinco aspectos que mencioné, i) la orientación a padres de familia, ii) el papel de directores y docentes, iii) la organización de la escuela, iv) la enseñanza en salón de clase, y v) la capacitación de docentes, deberían contemplar espacios para que las comunidades escolares tomen decisiones bajo un modelo de autonomía de gestión que centra su atención en los problemas de aprendizaje de cada uno de los alumnos.
Pensemos entonces en los significados relevantes de la autonomía de gestión en las escuelas.
Esta conferencia es una invitación para reflexionar sobre las responsabilidades que trae consigo la autonomía de gestión escolar, tanto para las autoridades del sector educativo, como para las escuelas y la sociedad.
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La autora es profesora-investigadora en la Universidad Autónoma Metropolitana, y miembro del Consejo editorial de Educación Futura. Esta ponencia fue presentada en el Cuarto Foro Regional de Consulta Nacional para la Revisión del Modelo Educativo, en Educación Básica, en Villahermosa, Tabasco, el 27 marzo 2014.