Una mañana un docente entra a su salón de tercer grado, saluda a los pocos estudiantes que se encuentran platicando, se dirige a su escritorio donde acomoda su mochila, ordena sus libros de texto y su guía escolar mientras se escucha el timbre y los niños entran, se forman para registrar con un marcador su asistencia en una lista que está pegada en la pared y toman sus lugares. El maestro indica sacar la guía escolar e intercambiarla con el compañero de lado, para calificar la tarea de la página veintidós sobre el uso del infinitivo en los reglamentos; posteriormente indica ubicarse en la página doce de su libro de texto para realizar una lectura en voz alta de los reglamentos que aparecen. Esta es una realidad que ocurre en el salón de clases donde el maestro utiliza los libros de texto y las guías escolares como verdaderos instrumentos ortopédicos sin los cuales no se puede mover pedagógicamente en su aula. Frente a esta práctica cotidiana escolar, interesa discutir las siguientes interrogantes: ¿Cómo entender la ortopedia didáctica? ¿Por qué el docente quedó incapacitado pedagógicamente para construir conocimientos con los estudiantes? Y ¿Qué significa para los niños un día de clases sin instrumentos ortopédicos didácticos?
Medicamente los aparatos ortopédicos ayudan a mantener las piernas y otras partes del cuerpo en posiciones útiles para sostenerse, permitiendo la movilidad del ser humano que las utiliza. Pedagógicamente los libros de texto y las guías escolares cumplen esta función ortopédica porque les permite a los maestros guiar las actividades durante sus jornadas de trabajo. El libro de texto es el que orienta las actividades convirtiéndose en el generador de las acciones de aprendizaje, en donde los niños siguen el orden en que se presentan configurando un ambiente rutinario que se caracteriza por la realización de trabajos en equipos, resolución de ejercicios de las guías escolares y por supuesto calificar las actividades.
En este ambiente de rutina escolar que tiene como constantes la utilización de libros de textos, como únicos materiales en la organización de actividades implementadas por un profesor que perdió su imaginación pedagógica, en donde los niños sufren de este contacto porque tienen que soportar muchas acciones que no entienden por qué se realizan, pero que las tienen que desarrollar porque son motivo de una calificación, así la escuela se convierte para el niño en un lugar al que se debe asistir por obligación.
La pérdida de creatividad del docente poco a poco lo fue incapacitando pedagógicamente hasta convertirse en un tullido pedagógico que necesita de herramientas ortopédicas, pero, ¿Cómo se dio este proceso? Desde su formación inicial se encargaron de formarlo como un profesional con funciones técnicas, en donde los cursos que recibió pusieron énfasis en lo práctico. Durante el servicio educativo se le continua dando un tratamiento de técnico docente, que tiene que tomar distintos cursos en línea o presenciales para aplicarlos en su centros de trabajo, así los cursos para el conocimiento del “nuevo modelo educativo 2018” y los libros de texto, que fueron diseñados por especialistas, forman parte del consumo de aspirinas formativas para ejecutar los planes y programas de educación, dejando en manos de la industria editorial la elaboración de libros de texto, guías de docentes y cursos de “autonomía curricular” en donde “El control técnico de la enseñanza queda de forma implícita en manos del productor de unos materiales que por la propia lógica de su producción son uniformadores, restando las oportunidades de ensayar estrategias al propio profesorado” (STENHOUSE, 1991).
El concebir al docente como un técnico les garantiza a los administradores de la educación el control del trabajador, al establecer parámetros de lo que se quiere observar cuando los profesores demuestran en un examen la aplicación de los conocimientos y técnicas enseñadas. Se parte de que la evaluación es el eje principal para la mejora de la educación, esta idea permite entender que el proceso de aprendizaje es visto como un producto que necesita mejorar en aspectos que pueden ser medibles mediante la aplicación de exámenes, en esta idea la capacitación sirve para amortiguar los distintos exámenes, significa que la recibe antes de presentarse a resolverlo y si no demuestra que sabe lo que la norma quieren que sepa, también la recibirá después.
El profesor necesita recuperar la dignidad docente de un profesional con capacidad conceptual, autonomía y con creatividad para proponer alternativas a su trabajo pedagógico, significa dejar de mirarlo como un técnico al que se le provee de instrumentos ortopédicos didácticos. Un profesional requiere de un acompañamiento formativo serio que le permita analizar y accionar en su práctica docente, en donde la filosofía y pedagogía se conviertan en pilares que acompañen la relación entre teoría y práctica, entendida como una acción dialéctica inserta en un espacio escolar ubicado en un contexto sociocultural, significa que la reflexión y la acción se realiza en constante diálogo con seres humanos que tienen una cultura.
Inicia otro ciclo escolar, donde el encuentro con los niños después de un receso de clases ojalá anime al maestro para que se atreva a trabajar un día sin libros de texto y guías escolares, notará que se genera un ambiente distinto en el aula porque iniciará por respetar la naturaleza del niño, significa invitarlo para que pida la palabra, que pregunte sin temor que el adulto le corte la palabra, que aporte ideas en la construcción del proyecto colectivo de aprendizaje, que tome decisiones cuando haya más de dos temas para tratar. Darle la palabra al niño requiere abrir las puertas de la escuela para que entren al salón los conocimientos locales, y encontrar en la comida, las plantas, el cielo, las nubes, la lluvia, los animales silvestres, el tianguis y la fiesta; motivos para escribir, pintar, leer, viajar, medir, cantar y bailar juntos.
Trabajar un día sin libros de texto y guías escolares puede ayudar al docente a reflexionar con sus compañeros del centro educativo. En primer lugar que el uso de estos materiales como únicos organizadores de actividades de aprendizaje, contribuyen a dejarlo incapacitado pedagógicamente para construir conocimientos con los niños y con la necesidad de utilizar sus aparatos ortopédicos didácticos. En segundo lugar generar la discusión de la posibilidad de construir un proyecto colectivo con estudiantes y padres de familia, que permita establecer un puente entre la escuela y la vida. En tercer lugar brinda la oportunidad de dialogar las necesidades formativas que tienen los profesionales de la educación.
La política educativa de este país ha tratado al magisterio como técnicos de la educación, la razón de este trato en la actualidad se hace más visible, porque se les mira como elementos que son controlados por una evaluación, que establece normas y operaciones de control que supuestamente garantizan medir los resultados de los procesos de aprendizaje. El maestro necesita que se le trate como un profesional que genera explicaciones a realidades concretas en la escuela, con capacidad para construir curricularmente desde la cultura del niño, con sensibilidad en el trabajo con la comunidad; esta necesidad se convierte en una exigencia porque permite defender la educación pública en México.
Silvino Villarreal Chacón
Oaxaca, resistencia, 2018.