Aunque poco se habla al respecto, la obesidad también afecta al cerebro, al registrarse una inflamación del tejido cerebral, explicó el investigador David García Díaz, de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante la conferencia “Síndrome metabólico: factor de riesgo de deterioro cognitivo”, García Díaz, del Laboratorio de Biofísica de Membranas y Células Troncales de la FM, advirtió que una notoria brillantez en la piel, sin auxilio de cosméticos, puede ser el primer indicio superfluo de inflamación del tejido cerebral por obesidad.
“Aunque fuera una observación trivial, es un punto crucial porque resulta que ese brillo es signo de inflamación en términos de la fisiopatología”.
Si bien, explica, se trata de una inflamación de bajo grado, es crónica y daña gradualmente los sistemas; este fenómeno no sólo se presenta en diversos órganos como el hígado y páncreas, sino que también aqueja al sistema nervioso, en particular al central.
A nivel cerebral, afecta al hipocampo, uno de los grandes asientos de los fenómenos cognitivos, en particular, de la memoria declarativa, y al hipotálamo como el enlace entre inflamación, desequilibrio energético y deterioro cognitivo. El hipocampo, abundó, es una de las estructuras clave porque ahí comienza a alterarse la cognición.
“Celular y molecularmente existen elementos para hablar de inflamación del tejido cerebral, para corroborarlo se pueden utilizar marcadores como el factor de necrosis tumoral. Debido a las consecuencias del síndrome metabólico, el tejido cerebral está dilatado, aunque si es de bajo grado no despertará problemas alarmantes inmediatos y quizá no será detectado clínicamente, pero habrá manifestaciones posteriores, sobre todo de orden cognitivo”.
Finalmente, reconoció que la mejor medicina es la preventiva, por ello hay que buscar un equilibrio entre la energía que invertimos y la alimentación que llevamos.
“Aunado a la dieta hipercalórica (alta en grasas y carbohidratos), hay otros trastornos que debemos tomar en cuenta, como la cada vez más estrecha relación entre el cáncer y la obesidad, así como la incidencia de hígado graso, que ya alcanza a un cuarto de la población global”.