Delma Cecilia Martínez Muñoz
La reforma “educativa” del gobierno de Peña se inició en 2013 con una serie de reformas constitucionales y legislativas que, entre otras cosas, crearon el Servicio Profesional Docente y otorgaron una supuesta autonomía al Instituto de Evaluación de la Educación. Esa reforma se tradujo principalmente en la derogación de algunas normas esenciales del marco jurídico laboral del magisterio y su reemplazo por la nueva Ley General del Servicio Profesional Docente para regular el ingreso, la promoción, el reconocimiento y el desempeño del personal docente de educación básica y media superior, teniendo como instrumento central la evaluación para todos esos procesos.
Dicha reforma no ha detenido su marcha a pesar del reconocimiento de los propia SEP y el INEE sobre las fallas técnicas en la aplicación, que van desde no asegurarse que el maestro que fue “reclutado” por correo electrónico efectivamente supiera que fue avisado, hasta la omisión de calificar etapas, imputar resultados a otros, reprimir protesta y aunque parezca poco creíble, convertir al Secretario de Educación en el comandante de las fuerzas armadas, entre otras necedades.
La evaluación del desempeño o para la permanencia es una bofetada para el magisterio nacional, porque ahora el Estado le puede decir a los docentes que no son aptos para desempeñar la profesión para la que se formaron en instituciones creadas y sostenidas por el propio Estado. No debería entonces reconocer su “error” si es que lo hubiera, pues es el Estado el responsable de la formación de los docentes del país o acaso el título que nos ofrecieron diciendo que éramos aptos para desempeñarnos como docentes, al final solo representó inversión de tiempo, dinero y esfuerzo o una deslealtad que se concentra en la LGP y una evaluación del desempeño descontextualizada y absurda.
Casi cinco años después de que comenzó a implementar la reforma laboral, en marzo de 2015 el gobierno anunció un “nuevo” Modelo Educativo que comenzará a implementarse en agosto de 2018, cuando solo faltarán tres meses para que termine el sexenio. El Modelo Educativo incluye todo el paquete de la reforma laboral y otras políticas que se han venido implementando desde el principio, así como otras promesas, tales como las siguientes: que todos los niños sean exitosos en el siglo XXI, convertirse en seres humanos plenos y felices, que todos los alumnos aprecien y experimente el arte y la cultura y varias utopías más. La propaganda oficial plantea el Modelo Educativo como una especie de parteaguas histórico. A lo largo del siglo XX y lo que va del XXI las y los mexicanos tuvimos que esperar a que Aurelio Nuño fuera titular de la SEP para que viniera a sacarnos del oscurantismo educativo y se convirtiera en el mesías que va a rescatar a México.
Situación que desarrolla desde el utópico microcosmos del burócrata de escritorio que ignora que muchos docentes atendemos a más de 250 estudiantes al día, en aulas saturadas de 50 seres humanos con problemáticas diversas, en escuelas multigrado de zonas urbano-marginales, rurales e indígenas, a veces en condiciones climáticas y geográficas poco favorables, en un país sitiado por la violencia, televisoras con programación embrutecedora, la pobreza extrema de 5Nuñolandia, la educación artística y la evaluación obsoleta
7 millones de habitantes, la corrupción en todos los niveles, las escasas oportunidades de crecimiento, inestabilidad de mercados y como remate el nombramiento por parte de la ONU de ser un país con más desaparecidos y muertos que los países en guerra…
Y para Nuño, los políticos y los empresarios que lo respaldan, que viven en un mundo de privilegios, no existe la voz de los maestros, maestras y niños y niñas de carne y hueso. Desde sus privilegios cuentan la falsa historia de escuelas de ensueño, equipadas con todos los servicios, con todos los accesos a la tecnología, donde todos son felices, no hay problemas sociales, familiares o psicológicos. En fin, en Nuñolandia lo único que faltaba era su Modelo Educativo y colocar al frente un maestro que resulte idóneo en una evaluación descontextualizada para transformar esto en un paraíso. Cómo no se le ocurrió a nadie antes.
En este “nuevo” Modelo que promete ofrecer diplomados, cursos y talleres para acercar a los docentes al arte creyendo que con talleres o diplomados se adquiere la apreciación por el arte. Otra vez se olvidan del contexto. Un Modelo que promete también la exploración de museos, como parte de dicho acercamiento a las manifestaciones artísticas, segura estoy que nuestro Secretario no sabe que en la mayoría de las poblaciones no existen museos, y que de una comunidad serrana en el estado de Chihuahua, asistir a un museo implica por los menos 3 horas de viaje, cubriendo todos los gastos el estudiante, ese mismo que no tiene para solucionar sus problemas de alimentación diarios. Acá en nuestro mundo de “a devis” como dirían los jóvenes, los maestros nos enfrentamos a un panorama poco favorecedor, pagamos copias, sándwiches, cuadernillos… Aun así impartimos las clases, con todo y la falta de materiales e infraestructura adecuada, con todo y los contextos sociales de miseria, y lo hacemos porque no necesitamos que alguien desde su escritorio nos diga que tenemos que hacerlo, lo hacemos porque estudiamos para maestros y tenemos vocación, más allá de un examen absurdo que valide o no nuestro trabajo.
Volviendo a la evaluación del desempeño, es importante cuestionarnos si los maestros que fueron evaluados ya bajo el esquema de la reforma y que resultaron “idóneos” en el viejo modelo, ¿Lo son también para el nuevo modelo educativo? Los maestros que este año serán ofrecidos como tributo al Dios de la Calidad en la piedra de los sacrificios de la evaluación punitiva del desempeño, para ver si permanecen o no en la docencia, serán evaluados conforme al Plan de estudios vigente de 2011, que según Nuño no ha cubierto las necesidades educativas del país, e incluso le atribuyen –junto con todas las reformas educativas que le antecedieron el rezago en el país. Las preguntas obligadas son entonces ¿Evalúas a los docentes con un plan obsoleto? ¿La idoneidad les alcanza para aplicar el nuevo modelo educativo? ¿Los que se evalúen en el nuevo modelo son más “idóneos” que los evaluados en el viejo modelo? ¿Habrá maestros idóneos realmente para el sistema?
Situaciones que hasta el momento no han sido puestas en una mesa de debate y que son aspectos no solo técnicos, sino políticos importantes a considerar. Si la reforma es para mejorar la educación en México, como tanto lo mencionan las autoridades en su trillado discurso, por qué no esperar a que los y las docentes se apropien del Nuevo Modelo y posteriormente aplican la evaluación. ¿Cuál es la urgencia en evaluar algo que va a desaparecer? Entonces la evaluación no les interesa tanto como acto de mejora, sino como acto de capricho o peor aún como acto de robo de derechos adquiridos.
Qué oscuros intereses llevan a la evaluación en un derrotero sin rumbo y sin llegada. Si se evalúa a una gran cantidad de maestros bajo algo caduco, estás validando a maestros que sirven para perpetuar lo que en el discurso del Secretario de Educación debía ser eliminado, cuál es la lógica entonces.
Cómo va a funcionar ahora la implementación al vapor de un modelo educativo que quieren imponer antes de que muera el sexenio, será necesario cambiar también algunos de los parámetros, criterios y lineamientos de la evaluación docente, la forma en cómo se plantean las etapas y algunos aspectos que se solicitan en ellas, recortar el calendario a 195 días para darle espacio a 5 de capacitación. Será suficiente para entender el “Nuevo modelo”, cómo lograrán los docentes habituarse a una nueva evaluación de permanencia que presenta diferentes contenidos, cuando apenas estás entendiendo la última modificación del Plan 2011. ¿Para qué sirve evaluar entonces a todos bajo un esquema obsoleto?
Alguien tiene que detener todas estas ocurrencias y locuras de Nuño, antes de que sea demasiado tarde…