Se esperaría que la Secretaría de Educación Pública (SEP) de nuestro país planteara una serie de políticas, programas o acciones acordes a las demandas y/o exigencias que depara el mundo actual; sin embargo, el anacronismo ha sido una de las características que, desafortunadamente, se han evidenciado con mayor claridad en lo que va de este sexenio porque, mientras ese mundo camina hacia una dirección, esta dependencia simple y llanamente no se mueve, por el contrario, se mantiene en el mismo lugar o, a veces, como en el caso que nos ocupa, retrocede. ¿De verdad se espera la obtención de resultados diferentes cuando las políticas, programas o acciones que establece esta Secretaría son las mismas (o peores) de siempre?
Resulta increíble que, a estas alturas de la vida, la SEP no comprenda el movimiento diario que ocurre en las escuelas de cualquier nivel educativo; en consecuencia, resulta obvio pensar o recrear en la mente a aquellos servidores públicos tras un escritorio, cómodamente sentados en sus sillones, “diseñando” lo que piensan que están “diseñando” para atender o resolver alguna situación o problemática educativa en específico. El resultado de este ejercicio, podría ser el surgimiento de una propuesta que poco haría sentido en el quehacer diario del docente porque, como sabemos, algo es claro, el aula no es un escritorio ni las oficinas gubernamentales son las escuelas en las que ocurre de todo.
Hoy por hoy, nos encontramos en escenarios educativos y escolares complejos; de eso no hay duda, pues tenemos una sociedad en exceso demandante, pero también, infinidad de problemas o situaciones (de todo tipo) que a diario se incrementan en las distintas escuelas, por ejemplo: para nadie es desconocida la exigencia creciente de padres de familia para que sus hijos reciban una educación “de calidad”, sin que éstos asuman su plena y absoluta responsabilidad en su educación y en el involucramiento con la institución; también, encontramos una creciente demanda por parte de diversos actores y sectores hacia el personal que ejerce funciones docentes para que, además de que atienda la actividad para la que fue contratado, resuelva temas administrativos (gestión), inclusión, igualdad de género, piscología, enfermería, medicina, derecho, trabajo social, entre otros; desde luego, esto sin dejar de mencionar que, dentro de ese personal docente, también se pueden observar a quienes, desde la comodidad de lo que representa un salario quincenal, no asumen la función que deberían desarrollar y, por tanto, la compra-venta de planeaciones, material didáctico, evaluaciones, etcétera se ha vuelto un gran negocio para propios y extraños; luego, en este mismo sentido podríamos mencionar, a aquel profesorado que, independientemente de las mil vicisitudes que tenga que enfrentar se encuentra “al pie del cañón” pero ¿acaso se le ha preguntado sobre su estado físico y/o mental?; y bueno, en este mismo tenor qué podríamos decir de las figuras directivas y/o de supervisión que poco o nada aportan al trabajo cotidiano en las escuelas, obviamente sin generalizar pero, me gustaría saber los resultados que pudieran generarse de la aplicación de una encuesta sobre su ejercicio en el sector educativo; obviamente, para terminar de ejemplificar estas cuestiones (que por obvias razones hay más), me gustaría pensar en lo que se puede decir de una SEP (y de sus funcionarios) corta de miras en el diseño de esas políticas, programa y acciones que pudieran atender y potenciar las actividades en los centros escolares en donde ocurre este complejo fenómeno educativo que brevemente he descrito.
Creo entonces, que para que haya una concordancia entre lo que sucede en un determinado espacio, en este caso el escolar, los programas, políticas o acciones que se diseñen, deberían considerar aquellas realidades para que se impulse una labor diferenciada en los planteles educativos; es decir, la norma ¿tendría que restringir el actuar de los sujetos e instituciones participantes en el proceso que ellos mismos tienen que desarrollar?, ¿no acaso tendría que favorecer e impulsar el trabajo colaborativo y autónomo de los participantes? En fin.
Dicho esto, me parece un absurdo y un despropósito el que esta SEP, arcaica y anquilosada como lo es, plantee unos “nuevos” lineamientos para la integración, operación y funcionamiento de los consejos técnicos escolares (CTE) de educación básica, partiendo del mal llamado principio de “autonomía profesional” de los docentes, pero con una marcada fiscalización de un comité de planeación que, entre otras cosas, significará más burocracia y menos trabajo didáctico-pedagógico en las escuelas y en el sistema. Peor aún, si a esto le agregamos que estos mismos lineamientos les piden a los colectivos docente que en 13 días (sí, así como se leyó: TRECE DÍAS) elaboren diagnósticos, planes de mejora continua, programas analíticos, seguimientos, análisis de resultados, entre otras cuestiones más, la cosa se pone verdaderamente de locos.
Pienso que los funcionarios que habitan la SEP no han entendido que no han entendido cómo operan las escuelas en el territorio mexicano; también pienso que la burbuja que los encierra no les permite visualizar otra forma de articular el trabajo en y entre los colectivos docentes. Imagino que varios de ellos son producto de sexenios anteriores y de políticas anteriores que poco o nada han favorecido a la educación y al sistema en nuestro país; la prueba más contundente de esto se refleja, en lo que ellos llaman “la elaboración de un programa de mejora continua”, que “sustituye” al que llevaba por nombre “programa escolar de mejora continua” (PEMC) que, en esencia no cambia mucho que digamos, porque evidentemente se mantiene, ¿en verdad, pero en verdad no se pudo dejar atrás este esquema para realizar un trabajo diferenciado que le permita al colectivo docente apuntalar el diagnóstico para la identificación de problemáticas, mientras que a la dirección y a la supervisión escolar la realización de la gestión propiamente dicha?, ¿en verdad, pero en verdad no se puede dar paso a esa autonomía profesional que tanto se ufana en mencionar la Secretaria de Educación en cada video o evento en el que se presenta? Vaya, ¿qué caso tiene que se diga hasta el hartazgo que hay autonomía cuando en realidad la vena autoritaria y vertical sigue tan presente como en los mejores tiempos del PRI?
¿Hacia dónde va la educación de nuestro país cuando lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir?
Pobre SEP, qué SEP tan pobre.