Dado que han pasado muchos años “desde que las normales fueron reconocidas como parte de la Educación Superior en México, allá por marzo de 1984 mediante un decreto que estableció que la educación normal en cualquiera de sus tipos y especialidades tendría el grado académico de licenciatura y el bachillerato como antecedente para ingresar a los planteles de educación normal básica; antes de esto, la Ley para la Coordinación de la Educación Superior, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de diciembre de 1978 ya contemplaba a la educación normal como parte del tipo superior; pero es hasta el 2005 que las escuelas normales se integran a la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE) que pasan estructuralmente a ser reconocidas como tales, Esperanza Margarita Martínez Becerra y Elvia Guadalupe Reyes Méndez, participantes en el Foro de consulta del modelo educativo en Educación Normal, en Coahuila, el 12 de febrero pasado, propusieron que, en virtud de que en este tránsito “han pasado 39 años y aún se está lejos de lograr la plena implementación de las tres funciones sustantivas inherentes a la educación superior: la docencia, la investigación y la difusión; las causas tal vez se encuentren entre la heterogeneidad del origen y características de las instituciones que conforman el Subsistema de Educación Normal y la dificultad que conlleva establecer una planeación para lograr cierta uniformidad y las condiciones para atender dicha diversidad (Arnaut; 2004). Otra causa de tal situación es la falta de adecuación, o en su caso reestructura a las necesidades actuales, del Reglamento Interior de Trabajo del Personal Académico del Subsistema de Educación Normal de la Secretaría de Educación Pública, vigente desde 1982.”
Así, proponen, entre otros puntos:
– Una política educativa que promueva la formación de una administración profesional y de carrera, donde los directivos de primer nivel y los mandos medios pasen por un proceso de formación escalonaría que los profesionalice en sus puestos y les de permanencia estable, si actúan con eficiencia y con ética.
– Fijar un marco general que ordene, fortalezca e incremente las relaciones de las escuelas normales entre sí y con otras instituciones para propiciar el intercambio de experiencias que permitan mejorar el desarrollo de las actividades sustantivas que representan un medio y un fin en la conquista de la tan anhelada calidad de la educación normal.
– Se propone un programa permanente de formación y autoformación para que los formadores de docentes se desarrollen como investigadores sin perder de vista la formación de nuevos profesores, y como la investigación y difusión van estrechamente unidas pues difícilmente la segunda puede realizarse sin la primera, es necesario que se brinde carga específica a las actividades de investigación para que sean efectivamente reconocidas e impacten de manera directa en la mejora de la docencia.
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