Teresa Galicia*
Estamos por iniciar este ciclo escolar, lo que puedo observar y se sigue presentando es una forma homogénea de percibir esto que se le ha llamado “nueva normalidad”, donde se sigue pensando que entraremos a una realidad que ya de por sí, era compleja y desigual.
En educación, todo parece encaminarse a prescribir lo que ya se venía haciendo, dándole prioridad a los contenidos, al tránsito curricular y a las evaluaciones como la forma específica para iniciar el ciclo escolar.
Sé que no será fácil para las autoridades, para las comunidades educativas y, especialmente, para los docentes y los estudiantes. ¿Cómo iniciar un ciclo escolar en una realidad tan compleja y cambiante, ajena a lo que está sucediendo con las familias de nuestros alumnos?
Cobra mayor vigencia la necesidad de educar desde los desafíos sociales que estamos enfrentando, he insistido que ninguna educación tiene sentido si no tiene relación con las realidades sociales, pensando antes que nadie, con los seres humanos que conforman las comunidades educativas.
Sin duda, el principio general que guía el acto de educar tiene que ver con la trasformación de las realidades a través de la formación, lo cual nos lleva a cuestionar el tipo de educación que hemos propiciado hasta ahora, puesto que no logramos detener el avance de la pandemia. ¿Por qué muchas personas a pesar de la información que se ha proporcionado siguen sin usar cubrebocas, sigue asistiendo a fiestas, actos masivos, a gimnasios abiertos en la clandestinidad, a no creer que existe el virus y a no llevar a cabo las medidas sanitarias recomendadas?
Algo estamos haciendo mal y nos negamos a reconocerlo. Entonces ¿ por qué no iniciar el ciclo escolar tocando temas de salud pública, de responsabilidad ciudadana, de hábitos alimenticios para fortalecer el sistema inmunológico, sobre la organización de un presupuesto ante la precariedad, la maneras de hacer y de ser en una familia que es solidaria consigo y con los otros, en cómo el ejercicio comunitario puede favorecernos, identificar una noticia falsa y una verdadera, los beneficios de leer, pintar, bailar y ejercitarse en el aislamiento, la atención necesaria ante casos de ansiedad? Podemos buscar tantas temáticas transversales derivadas de toda esta etapa y que si servirían para apoyar en el corto plazo a nuestros alumnos y sus familias.
Por eso, insisto en reflexionar y en motivar a los maestros para intentar desde sus espacios, partir de la posibilidad ética de visualizar los mundos, las realidades, los saberes de sus estudiantes, antes de promover los aprendizajes básicos que según los planes y programas deben de dominar los alumnos. Si se realiza una evaluación diagnóstica a través de un examen para realizar un periodo de recuperación previo al ciclo escolar, estaremos repitiendo aquello que se venía haciendo y que, desde mi punto de vista, nada tiene que ver con estas otras realidades que hoy se presentan.
Se que todos los docentes tenemos un margen de acción variable dependiendo de la institución en donde laboremos ¿pero, será tal vez necesario ejercer nuestra autonomía profesional en la búsqueda de una educación que realmente tenga significado, relacionando las realidades sociales que están condicionando la vida de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes a partir de lo que sienten, de cómo ven el mundo y como lo están enfrentando, a partir de sus intereses y necesidades actuales?
Ante esta disyuntiva sobre lo que podemos hacer para apoyarles, se encuentra la narrativa y sus dispositivos pedagógicos para acercarnos a sus mundos, sus vidas y sus saberes. A lo largo de esta semana que pasó se llevó a cabo la Jornada de presentación de Relatos Digitales Personales, “Docentes frente a la Pandemia Covid 19. Suceso, historia y narrativa”, coordinado por el Grupo de Investigación en Docencia, Diseño Educativo y TIC (GIDDET-UNAM PAPIIT IN301620) GIDDET y la Secretaría de Trabajo y Conflictos de Escuelas Secundarias Técnicas de la Sección 22 del SNTE- CNTE de Oaxaca.
Insertarme en esta propuesta de formación pedagógica me permitió seguir aprendiendo, especialmente porque las actividades se desarrollaron dentro de una comunidad de aprendizaje a partir de las experiencias y saberes de cada participante y de los especialistas y tutores que nos acompañaron.
El curso taller realizado a través de Zoom, nos permitió realizar diversas estrategias de aprendizaje, desde escribir tratando de vencer el “síndrome de la hoja en blanco” hasta editarlo anexando música, efectos e imágenes relacionando la realidad personal de cada uno en esta pandemia, frente a las amenazas de tipo colectivo que todos experimentamos.
Las realidades sociales que ahí afloraron, muestran que es necesario construir desde los espacios educativos la semilla del cambio para la reconstrucción del tejido social y la búsqueda permanente de la inclusión social a través de los diversos hilos de una trama argumentada, entretejiendo historias de vida ante la necesidad de construir y reconstruir un mundo mejor.
El poder de la narrativa se demostró a través de cada uno de estos relatos, como un espejo colectivo de pensamientos, creencias, expectativas y emociones en donde también apareció la resistencia ante un entorno neoliberal que da prioridad a lo económico, que termina avasallando y que impide desvelar las realidades en los contextos de convivencia y diversidad en el que se establecen los procesos educativos.
No podemos dejar de advertir que la realidad en la que estábamos viviendo antes de la pandemia no era de ningún modo la deseable, porque la desigualdad en todas sus formas estaba ya presente. Por tanto, surge la necesidad de preguntarnos si es ético insertarnos a las nuevas realidades – que no serán ni nuevas, ni normales – sin reaprender a partir de todas las experiencias que esta época histórica nos está dejando.
Todos estos relatos digitales personales podrán verlos en el portal https://grupogiddet.wixsite.com/sitio-oficial, que en conjunto muestran un anclaje emocional y experiencial en busca de sentido, lo que demuestra que ante la mal llamada nueva normalidad, se requiere construir esperanza, entretejiendo posibilidades cuando nuestro propósito principal, es el de educar.
*Texto publicado originalmente en E-Consulta