Hace días comentaba con alguna colega, varios asuntos relacionados con el tema educativo. Desde luego, las recientes propuestas que ha dado a conocer el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, ocupó buena parte de la charla. Argumentos y contraargumentos fueron expresados mientras disfrutamos de un delicioso capuchino. En esas estábamos cuando el tema de las escuelas normales salió y ocupó otra buena parte de tan amena plática. ¿Te has puesto a pensar que de las escuelas normales poco se sabe? Me inquirió mi acompañante. Su estructura, su organización, su currícula, sus procesos de formación, sus procedimientos de gestión, en fin, muy poco se sabe de este medio –me aseguró con firmeza–. Y es que mira, yo creo que muchas personas que no pertenecen al ámbito educativo desconocen sobre el normalismo mexicano y lo que sus instituciones representan. Se sabe que forman maestros pero hasta ahí queda –volvió a asegurarme–.
Estos fueron algunos de los argumentos que, confieso, acepté sin miramiento, porque ciertamente, poco se sabe sobre las escuelas normales; obviamente, algunos medios de comunicación en los últimos años han jugado un papel fundamental en la denostación del normalismo mexicano, así como también, algunas organizaciones civiles como Mexicanos Primero quienes, de manera conjunta, se han encargado de difundir lo malo no así lo bueno. En fin. Pese a este tipo aspectos y como en reiteradas ocasiones lo he aceptado, no todo es miel sobre hojuelas en el medio, pero también, éste no está tan mal como parece. Recordemos que en la conformación del sistema educativo mexicano y los resultados de éste, los actores y/o agentes que intervienen son muchos y muy variados, ahí tenemos dos textos interesantes sobre ello: “El Sistema Educativo Mexicano. La transición de fin de siglo” de Carlos Ornelas e “Historia de una profesión” de Alberto Arnaut. Textos obligados si es que en verdad desea conocerse sobre el tema, dado que con su lectura, nos permitirá formular un argumento sobre las peripecias que ha padecido el maestro a través del tiempo.
Pero bueno, volviendo al tema que me ocupa. En esta ocasión no pretendo abordar cuestiones históricas sobre la conformación del normalismo en México. La literatura existe y, mi estimado lector, le invito a consultarla. Le aseguro que podrá adentrarse a un mundo en el que, a partir de varios acontecimientos políticos y sociales, internacionales y nacionales, la docencia, ha jugado un papel fundamental en la historia mexicana. Las compañías lancasterianas, la revolución de 1910, la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 1921, en fin, todo un cúmulo de sucesos, han dado vida a lo que hoy se conoce como escuelas normales: piedra angular del normalismo mexicano.
Pues bien, en días pasados tuve la oportunidad de acudir al 5º Encuentro Regional entre Instituciones Formadoras de Docentes, que la Benemérita y Centenaria Escuela Normal del Estado de Querétaro, conjuntamente con las del estado de Tlaxcala, Morelos y Estado de México –en promedio diez u once instituciones asistieron–, organizaron con la finalidad de compartir experiencias durante tres días en diversos rubros: investigación educativa, cuerpos académicos, perfil PRODEP, modalidades de titulación, práctica docente, evaluación, estrategias de aprendizaje, medio ambiente, planeación y gestión del aprendizaje, entre otras. Temáticas que, de alguna forma, permitieron conocer sobre los procesos que cada una de las instituciones está desarrollando para favorecer los aprendizajes, tanto de maestros como de sus estudiantes.
Mediante ponencias en mesas de trabajo, varios de los asistentes, dieron rienda suelta a la comunicación y fluyó el conocimiento. Aspectos relacionados con lo que se vive en las licenciaturas en educación preescolar, primaria, secundaria, educación especial, en fin, en varios niveles y modalidades educativas, se expusieron con singular nerviosismo y alegría. Aplausos a los ponentes, fue el mejor de los reconocimientos por los presentes, así como también, el que después de la disertación expuesta, cada uno de los participantes, enriqueciera la misma con preguntas o comentarios.
Aunado a ello –en el segundo día– también se realizó un campamento pedagógico y actividades socioculturales que dieron muestra de lo que cada licenciatura ofrece y realiza. Sobre el primer aspecto, éste se llevó a cabo en uno de los Jardines de la ciudad de Querétaro, el Jardín Guerrero. Ahí, acudieron varias escuelas de nivel básico de enseñanza, obviamente, acompañadas de varios niños y niñas y sus maestros. Fue interesante observar como los estudiantes normalistas prepararon “stand’s” con la finalidad de desarrollar ciertas actividades lúdicas con los pequeños. Solo fue una muestra de lo que se puede realizar para generar aprendizaje en los seres humanos. Algunas divertidas, otras muy científicas, al final de cuentas, los asistentes disfrutaron de una feria del conocimiento que superó las expectativas que, con seguridad, se tenían pensadas.
Por lo que respecta al segundo evento –de las actividades socioculturales– se presentaron magníficos cuadros folklóricos representativos de cada una de las entidades mencionadas. La cultura e historia, se dejaron sentir al compás de la música. Debo reconocer que, aunque no se forma en las normales para que sean maestros de danza o profesionales en la materia, fui testigo del gran esfuerzo, dedicación y compromiso que cada uno de los estudiantes y sus maestros pusieron en el montaje de los cuadros en comento.
Finalmente, el último día, además de que se mostraron algunas actividades rítmicas como rondas infantiles montadas por los estudiantes, se llevó a cabo la clausura del evento, misma que fue dividida en dos partes: en la primera, se dio lectura a las relatorías que en cada mesa de trabajo se obtuvieron, así como también, a los compromisos que dichas instituciones acordaron cumplir para el siguiente año en que se llevará a cabo el 6º encuentro; en la segunda parte, se hizo un merecido reconocimiento al Profesor Felipe Acosta Cortés, distinguido docente de la Escuela Normal Federal de Cuautla, Morelos, quien incansablemente ha luchado a favor del normalismo en su estado y, ahora, en México. ¡Enhorabuena estimado maestro!
Va desde aquí un reconocimiento a todas y cada una de las instituciones formadoras de docentes que participaron. Como todo en la vida, hubo detalles que pueden mejorarse, por ejemplo, los tiempos en las ponencias, el horario de inicio de algunas actividades, la calidad de los alimentos que se ofrecieron. En fin, insisto, pequeños detalles que no opacan en absoluto el trabajo realizado por cada uno de los integrantes, tanto de la escuela anfitriona como de los docentes que forman parte del comité organizador regional.
Culmino estas ideas, comentando sobre una nota que leí en días pasados; la publicaron Elio Henríquez y Laura Poy en La Jornada (23 de enero de 2016) y mediante la cual, dieron a conocer que en el estado de Chiapas, 22 escuelas normales se concentraron para que entre maestros y alumnos, fijaran su postura y rechazaran el Plan de diseño, diagnóstico, rediseño y fortalecimiento de las escuelas normales (Pidirfen) que someramente viene proponiendo la Secretaría de Educación Pública (SEP). Reconozco que esta es una forma de hacer frente a la propuesta que emana de dicha Secretaría; sin embargo, el encuentro regional que refiero, desde mi perspectiva, es otra forma de decir “aquí estamos, trabajando silenciosamente a favor del normalismo mexicano”.
Ojalá que algunas autoridades educativas, los medios de comunicación que suelen dar notas que hablan mal de los maestros, y la organización que desde hace años dice preocuparse por los Mexicanos poniéndolos primero, se den una vuelta el año que viene, en el 6º encuentro; seguro estoy, que ahí encontrarán a gente que, sin hacer tanto ruido, viene empujando fuerte, anteponiendo lo académico en lugar de lo político.
Docente en Escuelas Normales en Tlaxcala
Twitter: @Lalocoche