Moreno Lozano Alejandro
Desarrollo
La incógnita social en el tema que se aborda y tiene vigencia, es la aparente discrepancia entre el proceder de los estudiantes Normalistas que de suyo incorpora lógicas de construcción peculiares a otras instituciones de educación superior en el mismo territorio mexicano y que les ha llevado a ser señaladas como escenario de formadores de grillos y líderes sociales, apátridas y escuelas del diablo e ideólogos retrogradas del progreso. Lo históricamente verificable es que como grupo institucional han logrado conservar con los cambios contextuales respectivos y adecuaciones necesarias la ideología que les impregna el gobierno del entonces presidente de la República, Gral. Lázaro Cárdenas del Rio. (1931-1940)
El breve recorrido de este apartado, retoma la importancia de entender que la Normales Rurales de México logra su fortaleza al ser organizadas por una organización política con amplia presencia Nacional: la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) que aglutinó en sus inicios a 29 escuelas Normales en todo el territorio mexicano, situación que les permitía relacionarse y tener un alcance más amplio en sus acciones políticas, sociales y culturales. “Estas instituciones aparecen como una serie de capas geológicas superpuestas y sedimentadas a lo largo de más de un siglo” (Arnaut, 2004, pág. 20) y como un espacio criminalizado por distintos gobiernos federales y estatales por su aparente dominio del miedo a expresar en su análisis de la realidad y su conducta crítica, activista y contestataria: “El poder sobre los miedos no estriba en la capacidad de dominar sobre ellos, ni tampoco en su disolución total, sino en desenmascarar la estructura fundamental sobre la cual se establecen” (Martínez, 2010, pág. 119)
Para entender la mirada que criminaliza a los estudiantes en un contexto social como el que aquí se analiza, es necesario asumir una construcción del acto y encuadrarlo dentro de lo que se considera indeseable en una sociedad como la mexicana, que se funda en preceptos normativos, morales, legales y éticos. El concepto que proporciona un norte al entendimiento criminal es el de Maggire “El fin del derecho criminal es la lucha contra el delito, podemos decir que la política criminal es la ciencia o el arte (o práctica) de los medios que se sirve el estado para prevenir y reprimir los delitos. El concepto de delito, a que la política se refiere comprende no sólo los hechos que son delitos objetiva y subjetivamente.” (Rodríguez, 1989, pág. 114).
Se llaman conceptos jurídicos fundamentales a los elementos invariables, aunque no exclusivos del derecho, aparecen como elementos que se encuentran en la estructura y contenido de toda norma jurídica y en su ausencia, no se entendería un orden jurídico determinado históricamente. Están en todo orden coactivo concreto, se transforman en categorías de conocimiento, de ahí que sean elementos del derecho y conceptos que se encuentran en la reflexión teórica.
Por su parte, el maestro Rojina Villegas (1975) señala que “…los conceptos jurídicos fundamentales son aquellos que intervienen como elementos constantes y necesarios en toda relación jurídica, es decir, en toda forma de conducta jurídica que se produce por la aplicación de la norma a los casos concretos (Rojina, 1975). La definición de deber jurídico es la restricción de la libertad exterior de una persona, derivada de la facultad concedida a otra, u otras, de exigir de la primera cierta conducta, positiva o negativa. Expresado en otro sentido, el deber de hacer o de omitir algo, sólo es accesible si se carece del derecho de optar entre hacerlo u omitir. El deber jurídico es fundante del derecho de ejecutar la conducta obligatoria; cuando se prohíbe un cierto acto. El deber es fundante del derecho a la omisión de la conducta ilícita cuando se encuentra debidamente expresa en la construcción normativa o legal que la rige.
De lo anterior, deduce García Máynez, en su trabajo sobre La Noción del Deber Jurídico, cinco axiomas importantes de lógica jurídica: (entendiendo por axioma la proposición que se considera evidente y se acepta sin requerir demostración previa) y que opera con base al raciocinio que la toma como base de toda argumentación posterior. Piedra de toque que funda el pensamiento que se ordena en las estipulaciones jurídicas.
El axioma de inclusión; Todo lo que está jurídicamente ordenado está jurídicamente permitido. En este sentido, la aplicación del axioma aplica a los estudiantes normalistas en cuanto al respeto de la norma construida por supuesto por la institución que les antecede, precede y sucede.
El axioma de libertad; lo que, estando jurídicamente permitido, no está jurídicamente ordenado, puede libremente hacerse u omitirse. Este axioma se entiende en estricto cuando se usa la metáfora o comparación de la idea o constructo sobre el libre tránsito por el territorio nacional, como tal facultad no está jurídicamente ordenada (porque a nadie puede obligarse a que transite). Se puede libremente transitar o abstenerse de hacerlo. De este postulado se desprende la acción concreta de los desalojos violentos de los que fueron objeto por las instituciones represivas al servicio del estado con el cual hace valer el orden previamente convenido y estipulado en la norma vigente.
Superar la condición de dominación, es visto por los Normalistas, cómo una posición a la que puede accederse por medio de la educación en espacios formales como espacios de lógicas institucionales particulares con la que pretender de algún modo superar en algo “la producción de «residuos humanos» o, para ser más exactos, seres humanos residuales (los «excedentes» y «superfluos», como una consecuencia inevitable de la modernización y una compañera inseparable de la modernidad” (Zigmunt, 2005, pág. 16).
La aspiración de trascender su posición parcelaria, representan una serie de sucesos vinculados históricamente a una construcción que viene desde las propias lógicas de fundación del Normalismo Rural. La ideología con la que se prepararon en la subalternidad los normalistas con una pose justiciera que se reiteró en el III Congreso de la Federación de Estudiantes Socialistas de México (FECSM) en 1937 de formar profesores con la conciencia de su noble misión, para que actúen allí como transformadores del medio rural de México (Ortíz & Camacho, 2017). El sustento teórico que fundamenta sus procederes contestatarios, se ubica dentro de la corriente materialista que superó el marxismo en tanto que concibe al individuo como actor dotado de capacidades para cambiar las condiciones que le rodean en tanto constructos humanos.
El materialismo, sin duda ofrece un telón de fondo al normalismo rural, con lo que le permite entender que lo visible y verificable representa otra opción de análisis de la realidad en contrapeso por supuesto, a la visión religiosa con la que se encuentran contaminados por su exposición dentro de sus familias y comunidades al tratarse de una postura que se impone por la fuerza de la costumbre desde niños en los ritos, fiestas y ceremonias. En esas lógicas descansa el designio de un ser espiritual sobre todo destino del hombre y de la humanidad misma. Un plan común que, sin importar el pensamiento se llevará a efecto por pertenecer a un mandato de dioses.
La mezcolanza entre materialismo, marxismo y leninismo; venían instalándose intelectualmente como un dispositivo en los mexicanos a partir de la Revolución Francesa y los inicios de la dictadura porfirista. “Fuera del país los acontecimientos determinantes son la revolución de 1948 y la comuna de París” (Illades, 2018, pág. 19) que propugnaban por una separación de la iglesia del estado, igualdad ante la ley y garantías individuales como el derecho a la educación, al trabajo, a la seguridad y al reparto equitativo de tierras para el sustento y producción de insumos fundamentales para el progreso de las naciones
Las formas de pensar, se transforman en dispositivos que permiten pautas de acciones como las manifestaciones estudiantiles: movimientos históricos de organización social que disputan a un adversario el dominio del modelo de desarrollo o de reforma institucional. (Rojas, 2016) con tres características fundamentales: la identidad campesina y obrera, la oposición con relación a la caracterización del adversario y la totalidad como elevación de las reivindicaciones por la acción histórica por medio de la cual se pretendían arribar a un cambio bajo lógicas de ser y del deber ser.
Los estudiantes Normalistas continúan agrupados en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México desde donde se empeñan en defender la formación de un maestro vinculado a su comunidad social, atento a los problemas y condiciones de vida de los barrios y localidades, sensible al entorno envilecido y depredado culturalmente por un capitalismo neoliberal devastador, enfadado por el creciente despojo y destrucción de la naturaleza, alarmado por el empobrecimiento de pueblos, consciente del mundo implacable que nos rodea (Coll, 2020)
La oposición tiene como cimiento una postura contraria al opresor por mediación de la lucha. El factor de totalidad es el producto gratificante de la lucha cuando se arriba a mejores condiciones que les permita abandonar la situación actual por otro mejor en el entramado social, para mantener lo expresado por Castillo, A (1994) sobre el espíritu revolucionario del que se nutren en esas escuelas debe ser la llama que dirija sus vidas como profesores y como ciudadanos rebeldes del mundo, es lo que nos hace diferentes a los demás (Hernández, 2010)
La importancia de las luchas de los estudiantes, proporcionan un marco donde la institución escolar y de las dependencias gubernamentales se sometieron a crisis institucionales de mayor o menor calado de acuerdo a la profundidad en que fueron trastocadas por la acción de los actores que participaron. El concepto de crisis institucional se entiende como:
La intensidad de un acontecimiento en el que se produce un cambio cualitativo de la situación preexistente. Es un concepto, con el que se procura dar cuenta de un tipo de fenómenos vinculados al movimiento, acudiendo a un tipo de racionalidad que se encuentra en el análisis de los hechos mismos (Fernández, 1997, pág. 188).
La desarticulación operativa que detona la movilización estudiantil y la consecuente crisis institucional a la que indiscutiblemente se someten los implicados, exige que ambas partes actúen como deben hacerlo: los primero con las acciones que les son permitidas para levantar la voz en marchas y plantones, cierre de carreteras estatales y federales, realizar colectas y programas socioculturales, pedir audiencia con las autoridades.
Por parte del estado están las acciones que hacen frente a las tácticas estudiantiles con la presencia de sus cuerpos de ataque para aminorar sus expresiones. El respeto de la vida de ambos bandos parece ser la frontera final. En el caso de la trasgresión de la frontera como sucedió con los 43 normalistas desaparecidos de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa en el estado de Guerrero que culmina, en una pérdida de equilibrio institucional profundo en México y que se niega a desaparecer.
Bibliografía
Coll, T. (Jueves de Octubre de 2020). Normales Rurales ¿Son necesarias? La jornada.
Arnaut, A. (20 de Enero de 2004). SEP. Obtenido de Cuadernos de discución : http://basica.sep.gob.mx/assets/multimedia/fcms/cds17.pdf
Fernández, L. (1997). Crisis y dramática del cambio. En I. Butelman, Pensando las instituciones . México: Paidós .
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Ortíz, S., & Camacho, S. (2017). El normalismo rural mexicano y la “conjura comunista” de los años sesenta. La experiencia estudiantil de Cañada Honda, Aguascalientes. SOMEHIDE, V(10), 245-268.
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Rojina, R. (1975). Compendio de Derecho Cívil. México: Porrúa.
Zigmunt, B. (2005). Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias . España: Paidós.