Imagine usted que una demanda ciudadana como la “Ley 3 de 3” prosperara hoy en los términos en que la ciudadanía la exige, y que dentro de tres años hubiera un conflicto por aplicarla en algún lugar del país. Siga imaginando que ese conflicto genera lamentablemente la muerte de ocho personas, y que, para disminuir la indignación, los políticos decidieran disminuir los efectos de ese conjunto de leyes (siete para ser precisa) que se conocen como “3 de 3”. ¿Verdad que sería absurdo?
Algo similar está a punto de ocurrir con la Reforma Educativa. Hace tres años, una exigencia ciudadana como la de hoy, encontró una ventana de oportunidad en el Congreso. Fue la única reforma aprobada por todos los partidos con mayor representación en el Congreso. Se reformó la Constitución, la Ley General de Educación y se creó la Ley del Servicio Profesional Docente y la del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Varias leyes, como hoy ocurre con la “3 de 3”.
Organizaciones de la Sociedad Civil, docentes, investigadores, Universidades, gremios de todo tipo formaron redes, propuestas, y fueron escuchados, para exigir, entre otras cosas, que las plazas de maestros ya no se compraran, heredaran o traficaran.; que se apoyara a los maestros con una capacitación acorde a lo que ellos necesitan. Que se terminaran los arreglos entre los gobiernos y las dirigencias sindicales, y se pusiera como epicentro el derecho de niños y jóvenes a una educación de calidad. Que el gasto público se transparentara y se ejerciera en mejorar las condiciones materiales e inmateriales necesarias para el aprendizaje. Que la Evaluación fuese el mecanismo de entrada, permanencia y promoción de los maestros.
De todo ello, lo que queda en la percepción de la opinión pública, es principalmente la Evaluación, y resulta que ésta no sirve si no deriva en las decisiones de apoyo a los docentes que surjan de allí. Por eso existen válidas críticas a la Reforma, que deben atenderse. La principal es que se ha centrado en lo laboral y en la evaluación, y NO en el acompañamiento al desarrollo de los maestros.
Esto ocurre porque el Gobierno ha tenido graves fallas al comunicar esta Reforma, que había venido corrigiendo. No existe un mecanismo de comunicación directa con los docentes, y a ellos lo único que les quedó claro fue que los iban a evaluar, y surgió, lógicamente, el temor al despido. Ese temor fue disminuyendo cuando constataron que no habría castigo alguno para quienes acudieran a la Evaluación. Aun así, no desapareció por completo.
Por eso, cuando el domingo 19 de junio, hubo 8 muertes en Nochixtlán, Oaxaca, la CNTE, AMLO y Morena, obtuvieron lo que querían: la posibilidad de descarrilar la Reforma. Les dieron oxígeno y bandera. En buena medida se los regaló el Gobierno que, en la percepción de muchos, queda como un represor que quiere imponer a sangre y fuego esa Reforma, fruto de la participación ciudadana en educación… igualito que como hoy lo es la “Ley 3 de 3” en anticorrupción.
Al Gobierno le ha faltado pasar de mostrar eficacia en la Evaluación a otros aspectos muy importantes de la Reforma, como el acompañamiento al docente en la capacitación que requiere y la transparencia en el ejercicio del gasto.
Los que salieron con mejores resultados ya recibieron el merecido reconocimiento, porque les mejoraron el ingreso. El resto de los docentes -la mayoría- no han percibido aun el beneficio. Sólo el costo. Ya están los cursos de formación docente disponibles, pero no la evidencia de que estén funcionando adecuadamente. No se notó el mismo empeño y profesionalismo en el fin (acompañamiento), que en el medio (evaluación). Muchísimos maestros no saben que existe, ni cómo acceder a ella.
Si agregamos a esto la falta de ciudadanía informada que apoye, reclame y exija, el coctel está completo: la percepción es que el gobierno en Oaxaca quiso imponer la Reforma por medio de la represión.
La tragedia de ocho vidas perdidas debe atenderse por las autoridades correspondientes, pero no puede ni debe ser el pretexto que han buscado los detractores de la Reforma, para detenerla o diluirla, porque es una conquista de la sociedad civil. La Reforma Educativa no es el problema. Es la solución. Temo que podría ser la víctima inocente de costos políticos que no le corresponde pagar.
Presidenta Ejecutiva de Suma por la Educación
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