El pasado día 7 de este mes, como lo hace de manera anual, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), presentó en la Ciudad de México, el “Panorama Educativo de México. Indicadores del Sistema Educativo Nacional 2016 de la educación básica y media superior”, en donde, se dan a conocer diversas cifras que tienen que ver con el seguimiento del rumbo de la educación en nuestro país.
Dicho documento, representa un importante referente para poder dar seguimiento a un conjunto de indicadores que, de manera cercana, pueden dar cuenta de lo que sucede en México en el aspecto educativo. Este documento maneja datos lo mismo de matrícula, estudiantes, inversión, resultados educativos, tanto a nivel nacional, como desagregados por entidad federativa, lo cual nos permite dar un seguimiento a lo largo del tiempo, con poco margen de interpretación personal.
Algo que debe de llamar la atención, lo constituye la inversión que en materia educativa haga el Estado, porque una cosa es que México sea el país que menos invierte en el marco de todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pero otra muy diferente, es el poder apreciar la forma en que el propio país lo ha hecho a lo largo del tiempo en las distintas administraciones, tomando en consideración el perfil ideológico, colores partidistas que le respaldan, así como la importancia dada a la educación en el periodo de tiempo estudiado.
En este sentido y tomando de referencia que nos encontramos en un proceso de reforma educativa, y no de cualquier reforma, sino una de las denominadas de tercera generación en donde el impulso a la meritocracia, de Administración Escolar Descentralizada (AED) y buscar a toda costa, economía en la aplicación de los sistemas educativos. En parte, esa fue la razón en que las tres principales fuerzas políticas –Las que tenían en sus manos las gubernaturas- votaron y –dicen que- analizaron en solo una semana los cambios a la Constitución en la materia, sin mayor análisis y sin mayor consulta.
Otro factor muy interesante a tomar en consideración es el discurso que emana de los actores protagónicos de la actual administración, por ejemplo, cuando el presidente Peña anunciaba que la inversión que se ha hecho en infraestructura educativa no tiene precedente y forma parte de la reforma educativa (El Universal, 30 de mayo de 2017), o cuando el entonces tristemente célebre secretario Nuño decía en la Ciudad Alemana de Lindau en el lujoso Dornier Museum Friedrich que la prioridad en México es la educación.
Más allá de las palabras que se han expresado en el marco del discurso emanado de un proceso de intento de legitimación de la reforma educativa, lo único válido son la realidad de las estadísticas que emanan, -dicho sea de paso de uno de los pilares de la reforma- del propio INEE, quien deja ver en el documento que se toma de referencia en el inicio del presente editorial, que el crecimiento del gasto educativo durante la actual administración ha sido el más bajo desde 1995.
Es decir que, mucho se puede expresar en materia de inversión educativa, a más de los 80,000 millones de pesos del programa Escuelas al CIEN, los cuales se ha dicho hasta el cansancio, son deuda pública que pagarán las administraciones estatales involucradas en muchos años, presumidas por el actual gobierno federal, sin embargo, poco se puede afirmar cuando los números y datos aportados por el INEE precisan con claridad cuál es el nivel real de la inversión educativa en México desde hace más de 20 años. Muy Feliz Navidad y un próspero 2018.