El pasado sábado, día 3 de diciembre de 2016, a las diez menos cuarto de la mañana (hora aproximada del receso) en las cercanías de las instalaciones de la Universidad Multitécnica Profesional (Campus Central) de la ciudad de Colima, un individuo a pie disparó contra un grupo de alumnos y alumnas alcanzando a cuatro personas con el resultado funesto de tres personas heridas y una fallecida, según diferentes fuentes de información y medias de la región.
El estudiante fallecido, objetivo principal del ataque, cursaba estudios sabatinos en la licenciatura de Derecho. Su formación le valía día a día en su quehacer profesional, ya que se desempeñaba como Agente de la Procuraduría de Justicia del Estado. Dedicaba parte de su tiempo extralaboral a superarse con formación superior que lo dotaban de mayor competencia para ser un mejor agente judicial.
Tras lo inevitable del ataque y su desenlace, la Universidad tomó las medidas de seguridad pertinentes de acuerdo al protocolo que establece Protección Civil y Seguridad Pública para salvaguardar la integridad de sus alumnos; además, una vez que las autoridades tanto de la Universidad como del Gobierno del Estado, hicieron la valoración de la situación, ordenaron la suspensión de las actividades del turno vespertino. La misma institución educativa externó sus condolencias y apoyo a los familiares y amigos del alumno que perdió la vida, así como de los alumnos heridos y víctimas del impactante suceso. Las muestras de solidaridad de los representantes políticos, así como de la misma sociedad civil han sido unánimes y prontas desde la más profunda indignación ante estos hechos criminales.
Han pasado varios días desde lo acontecido, ahora toca pensar desde la frialdad. ¿Quién dispara al pianista? Quienes no quieren oír la música. El pianista tiene la función de dar banda sonora al cine Western; sencillo y esencial. Y este asesinato no es más que el reflejo de una sociedad silenciosa, sin música.
La persona ejecutada era objetivo por su desempeño laboral sin ser relevante su condición académica. No se trata de un caso como las 43 personas desaparecidas de Ayotzinapa hasta el día de hoy desde 27 de septiembre de 2014, donde su condición de académica era esencial en el desarrollo de la trama. Ambos caso contienen la misma intrahistoria, ¿a qué ritmo se desarrolla México? Al toque de gallito, tambor percutor y plomo que aniquila pianista, los cuales podrían poner en escena músicas de un mundo nuevo y mejor, donde la vida acaba sin silencios sostenidos.
Descanse en paz. Respeto y abrazo a familiares y amigos, que el consuelo y la justicia reconforte el dolor.
Francisco Javier Lozano Díaz.
Psicopedagogo.
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