“De la Reforma Educativa aprobada en el Gobierno de Enrique Peña Nieto no quedará ni una coma, una vez que el tema sea abordado por el Congreso”, declaró contundente el diputado Mario Delgado, jefe del grupo parlamentario de Morena. Está montado en la ola de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que el pasado miércoles mostró su músculo en la Cámara de Diputados.
Colegas y periodistas se le fueron a la yugular por estridente y dogmático. Por ejemplo, Carlos Marín, en su columna de Milenio del viernes, compara la consiga de Delgado con la del jefe nazi que espetó que de Lídice no quedaría ni una piedra.
No tengo en estima alta al diputado Delgado, nunca me ha parecido un político brillante, con pensamiento crítico. Pero reconozco que sabe adaptarse a los tiempos y hoy censura lo que aplaudió con entusiasmo hace menos de seis años. Era el tiempo del Pacto por México y se subió al carril ganador.
Voy a abusar de las citas para entresacar frases del “Proyecto de decreto por el que se reforman los artículos 3° y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, que el senador Mario Delgado propuso el 13 de diciembre de 2012 (Fuente: Gaceta del Senado del 20 de diciembre de ese año).
Delgado planteó que “todo individuo tendrá derecho a recibir educación de calidad como la mejor garantía de efectividad del derecho”. “El Estado garantizará la calidad en la educación obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de las alumnas y alumnos”. Señaló que “la calidad es la base en el mejoramiento constante y el máximo logro académico de las alumnas y alumnos”.
Aunque su iniciativa no fue aprobada, parte de esas frases entraron a la Carta Magna.
También argumentó que con la Reforma Educativa se debería “crear el Sistema Nacional de Evaluación Educativa”. La coordinación de este sistema “estará a cargo de un organismo con autonomía técnica y de gestión, personalidad jurídica y patrimonio propios, con las facultades necesarias para recopilar, generar, sistematizar, administrar, analizar, interpretar y difundir información y conocimientos que contribuyan a evaluar los diferentes componentes del Sistema Educativo Nacional, así como el desempeño de los programas, políticas, instituciones y actores educativos”. Refrendó la propuesta del Pacto.
Y más. También secundó crear el Sistema Profesional Docente, “que deberá basarse en la mejora constante de las competencias profesionales y el desempeño docente de los maestros. Se regirá por los principios de transparencia, objetividad, legalidad, imparcialidad, mérito, igualdad de oportunidades y equidad de género”. Más aún: “El sistema establecerá los criterios de ingreso, permanencia, promoción, evaluación, estímulos y retiro de la carrera magisterial”. “Las plazas de docentes, directores y supervisores del sistema educativo nacional serán ocupadas por concurso de selección en los términos que establezca la ley…”.
No estoy seguro si al diputado Delgado le falla la memoria u ofrece una muestra de incongruencia al refrendar sin prudencia la propuesta de la CNTE que, si bien el candidato Andrés Manuel López Obrador hizo suya en la campaña, luego matizó su postura. A fe mía que no sólo quedarán comas de la Reforma Educativa, sino también puntos y otros signos ortográficos.
¿O el diputado Delgado quiere que regresen la venta y herencia de plazas?, ¿qué los líderes de las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación gobiernen en la educación? Porque acabar con esas prácticas fue la tirada del Servicio Profesional Docente que, le recuerdo, él propuso el 13 de diciembre de 2012.