Respondiendo a la demanda de los jóvenes de formarse en un ambiente académico e intelectual exigente, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) organizó la conferencia de inicio de cursos con un tema en boga y polémico: el neoliberalismo. Nadie mejor para propiciar esta discusión que el doctor Fernando Escalante Gonzalbo, profesor del Colegio de México, quien acaba de publicar un libro sobre la historia de esta corriente dominante del pensamiento económico.
El libro merece una lectura completa y profunda para hacer un comentario verdaderamente crítico. No pretendo realizar aquí ese ejercicio, sino más bien, destacar algunos puntos abordados por el doctor Escalante en su charla en la UAQ y señalar inquietudes sucitadas a raíz de su interesante y apasionada exposición.
Si algún político, maestro, académico o estudiante quiere denostar a su interlocutor en lugar de primero refutarlo, lo más fácil es llamarlo “neoliberal”. El uso del término, coincide Escalante, es bastante “laxo” y a veces “inexacto porque se emplea como adjetivo, con intención derogatoria, para descalificar una iniciativa legal, una decisión económica, un programa político”. El libro de Escalante nos ayuda a salir de esta Babel y por eso, como académico, se lo agradezco.
El neoliberalismo, según Escalante, es tanto un “programa intelectual” como un “programa político”, es decir, “una serie de leyes, arreglos institucionales, criterios de política económica, fiscal” que tienen el objetivo de “frenar y contrarrestar el colectivismo”. Para Escalante, la ideología neoliberal ha sido exitosa en imponerse a otras corrientes del pensamiento debido a la construcción deliberada de un circuito político e intelectual que incorpora universidades, redes de fundaciones, consultorías y sobre todo, poderosos medios de comunicación o “vendedores de ideas de segunda mano”: periodistas, locutores e intelectuales.
Aunque el neoliberalismo no es una “doctrina monolítica”, como bien señala Escalante, tienen al menos tres rasgos comúnes. Primero, al contrario de lo que dicen sus detractores, en éste, sí se requiere el Estado; “no se pretende su eliminación”. Pero la función central del Estado, bajo esta perspectiva, es “sostener y expandir la lógica de mercado”.
Otro rasgo general del neoliberalismo es que considera al mercado como un mecanismo idóneo para procesar toda la información de lo que desean los individuos y “toda interferencia con el funcionamiento del mercado significa un obstáculo para la libertad —ya sea que se prohíba consumir droga, contratarse para trabajar doce horas diarias, o buscar petroleo”.
El tercer rasgo común del neoliberalismo es la “idea de la superioridad técnica, moral, lógica, de lo privado sobre lo público”. Comparto con el doctor Escalante que en ocasiones no hay datos que respalden que todo servicio privado es mejor que lo público, pero pese a ello, se rezan mantras. El problema entonces es ya de sobreideologización. Sin mayor dato, evidencia o apego a la realidad, se postulan verdades y esto no puede existir en la universidad pública. Aquí estamos listos para criticar y refutar cualquier orden de ideas.
¿Exaltación del individuo?
Pero, ¿todo principio o rasgo común del neoliberalismo es negativo per se? Postular que el neoliberalismo es el causante de todo lo malo que le pasa a México, es tan irreflexivo como afirmar que éste resolverá el problema del bajo crecimiento económico, la pobreza o la mala calidad de la educación. Escalante Gonzalbo afirma que bajo la idea del neoliberalismo hay una “exaltación del individuo” con un correlativa denigración de los sujetos colectivos (pueblo, clase social, sindicatos). Mi queja ante esto va por tres lados. Primero, lo cuestionable del neoliberalismo no es que se centre en el individuo, sino en un modelo determinado de persona que parte de la economía neoclásica. Ese individuo que sólo actuará por interés o en pos de su propio beneficio. Esto es claramente un reduccionismo.
Segundo, la libertad humana no sólo equivale a una elección de mercado, sino que puede ser una dimensión mucho más amplia que habla de las aspiraciones, razones, subjetividades y racionalidades de las personas con el objetivo de alcanzar mayor bienestar, como lo han postulado algunos enfoques alternativos. Retomando el ejemplo de Escalante, ¿a poco la Suprema Corte de Justicia de la Nación fue neoliberal cuando declaró inconstitucional la prohibición del uso de la marihuana con fines recreativos a las cuatro personas que antepusieron un amparo? Para votar en contra de la prohibición estatal, algunos ministros arguyeron precisamente el “derecho al libre desarrollo de la personalidad” (José Ramón Cossio). Si éste fue un juicio “neoliberal”, ¿está mal? La histórica decisión de la SCJN causó mucha molestia en algunas “colectividades” que aún creen que vivimos en la “dictadura de los comportamientos fijos” (Monsiváis).
Tercero y último punto, ¿por qué exaltar a las “colectividades” cuando el contexto demuestra que no sólo ejercen una fuerza definitoria en nuestras vidas, sino también crean prejuicios, supresión de voluntades razonadas y de preferencias individuales seas éstas sexuales, ideológicas, morales o religiosas? Aclaro: no pienso que no haya grupos ni que no tengan un valor en nuestra vida, sino solamente que necesitamos analizar a las actuales ideologías con mayor frescura e inteligencia. Por eso el libro de Escalante debe leerse y debatirse ampliamente en la universidad pública de México.
Profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro
Twitter: @flores_crespo