La docencia como profesión exige cada vez más una formación y un proceso de actualización especializados. Por ello, en 1984 se elevó la normal a nivel licenciatura, pero no se crearon las condiciones de ejercicio profesional necesarias para respaldar la decisión. Por lo que analizar la formación continua de los docentes, lleva inevitablemente, por el hecho de ser una acción que se realiza entre los hombres, a considerar algún punto de vista sobre el significado de la acción humana, señaló César Enrique Villanueva Coronado, profesor normalista durante el Foro de Consulta del Nuevo Modelo Educativo en Educación Básica, realizado en Guadalajara, Jalisco.
Villanueva Coronado agregó que la formación de los docentes debe reconocer la práctica educativa como objeto de conocimiento, en sus múltiples dimensiones, política, escolar y áulica incorporando la reflexión sobre la práctica a través de la indagación acerca de sus ámbitos y generar conocimientos con base en la experiencia empírica de los problemas prácticos, sólo así se activa la posibilidad de reflexionar y comprender el actuar de los docentes del nivel de educación básica para integrar la teorización propia y las teorías externas a lo práctico.
Agregó que se requiere de un replanteamiento de la formación de los docentes desde las mismas instancias formadoras en sus diferentes niveles.
“Este replanteamiento jamás tendrá el eco deseado si no se reformula de fondo la práctica pedagógica, con el fin de que el deslinde de conceptos y la delimitación de los marcos contextuales donde se sitúen las actividades de capacitación y la actualización tengan el éxito esperado.” Afirmó.
Finalmente, concluye que es necesario que en las realidades actuales que están viviendo las instituciones educativas partan de la necesidad de los maestros, no refugiándose en cursos genéricos olvidando las necesidades de cada escuela, es indispensable articular y unificar la capacitación en torno al trabajo cotidiano y hacer de las escuelas el punto de llegada de la capacitación, propiciar formas de actualización y capacitación propias de la profesión académica: encuentros con especialistas y no que el mismo docente capacite a sus compañeros, con académicos de otros niveles del sistema educativo y de otras áreas de conocimiento, estadías y congresos.
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