Las magras oportunidades y el poco interés social que despiertan la ciencia y la tecnología, pueden combatirse a partir del aprovechamiento de los talentos de niños y jóvenes desde las escuelas, sostuvo el investigador Jorge Hirsch en la mesa número 10 del coloquio “Los grandes problemas nacionales”, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por su parte, su homologo, el científico Enrique Goldbar, señaló que gran parte del problema reside en la “perenne desconfianza” que existe entre los sectores públicos y privados, es decir los puentes están rotos entre las universidades en México y el sector empresarial, lamentó.
Con el objetivo de verter una “gotita de esperanza”, Jorge Hirsch, presentó el proyecto PAUTA, que está enfocado a los niños que cursan actualmente la Educación Básica, para que puedan desarrollar sus talentos así como su gusto por el quehacer científico.
Para Hirsch, el cambio de paradigma, entre una sociedad desentendida por la ciencia y una sociedad implicada y enterada por el quehacer científico depende del cariño y voluntad que tengan los docentes de Educación Básica para encaminar a sus alumnos en el hambre de conocer nuevos saberes.
La misión de www.pauta.org.mx, es ofrecer atención educativa para el desarrollo de habilidades científicas en niños jóvenes y docentes, con equidad y excelencia. Esto resulta relevante, ya que en un cotejo internacional como la prueba PISA, se sabe que 47 por ciento de los alumnos mexicanos no alcanzan el nivel de competencia básico en ciencias, mientras que el promedio de la OCDE es de 18 por ciento, lamentó.
Por su parte, Goldbar, con experiencia en el sector público, en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), señaló que el problema de este instituto, como cabeza de sector, es que se encuentra permanentemente enfrascado en “quedar bien con todos”, lo que provoca que su presupuesto sea “atomizado”; esto repercute en que a final del día, “el financiamiento para los proyectos individuales sea de menos de un millón de pesos, lo cual no es nada para cualquier proyecto de investigación”, explicó.
La falta de áreas para estimular la divulgación científica, también es un reflejo del desinterés por la ciencia, la tecnología y la innovación que se hace en el país, sumado a la pálida tarea que hace la escuela mexicana en este rubro. “De ciencia y arte había que enterarse afuera de la escuela”, enfatizó Enrique Goldbar.
Los ponentes expresaron su convicción con respecto a que, en la actual hora del mundo, no hay peor “dependencia que la tecnológica”; es de gran importancia, entonces apuntalar los trabajos como los recursos en este rubro, dados los bajos logros en patentes que tiene nuestro país. De ahí también la importancia por cultivar el gusto por la ciencia, señalaron.