Existe una brecha entre las comunidades indígenas con y sin acceso a la tecnología, lo que brinda oportunidades diferenciadas al momento de generar conocimiento y promover el desarrollo de sociedades e individuos, apunta César Augusto Ramírez Velázquez, del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI) de la UNAM.
El universitario sostiene que los grupos originarios están integrados por personas con características homogéneas y necesidades de información que, de ser satisfechas, elevarían su calidad de vida. Ramírez Velázquez se ha dedicado a analizar la conformación de estos pueblos, sus rasgos de identidad, sitios de asentamiento, niveles de educación, índices socioeconómicos y oportunidades de mejoría.
La población indígena representa 10 por ciento de los mexicanos, es decir, 12 millones de personas; sin embargo, esta suele ser segregada y recibir poco apoyo gubernamental. Además, hay 80 grupos étnicos en territorio nacional y cada uno ha salido adelante por sus propios medios, aunque muchos se han desarrollado a partir de la migración.
“Los individuos que salieron en pos de mejores condiciones económicas formaron poblados en otros lugares del país e incluso en el extranjero. Muchos han apoyado a sus localidades y otros no lo pudieron hacer, de ahí que permanezcan en la pobreza”, indicó.
Como bibliotecólogo e investigador, Ramírez Velázquez aseveró que es factible realizar ambas tareas en colaboración con otras profesiones, como la sociología.
El estudio de las comunidades indígenas convoca a lo inter y lo multidisciplinario, por lo que invitó a colegas del IIBI y de otras entidades a integrar nuevas líneas de análisis y armar proyectos en los que participen médicos y abogados.