“Los movimientos estudiantiles representan un gran catalizador de formación ciudadana en los jóvenes, y al mismo tiempo, pueden impactar profundamente en un grupo de personas o toda una generación completa”, señaló Imanol Ordorika, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Durante su ponencia “Movimientos estudiantiles y formación ciudadana”, realizada durante el Congreso Nacional de Investigación Educativa, el académico explicó que estos fenómenos son “tremendamente formativos porque brindan a los estudiantes una gran formación y conciencia de la ciudadanía y sus necesidades”.
Además, dijo, cuando esto se da en espacios universitarios, se fomenta la democratización de las instituciones, la capacidad de diálogo, negociación, respeto y tolerancia.
Sin embargo, advirtió que muchos centros educativos no reconocen la importancia de estos ejercicios que representan a los jóvenes, por lo que los directivos, son los primeros en censurar y reprimir estas organizaciones.
De hecho, dice, desde el núcleo de las familias en Latinoamérica se recrimina que los jóvenes confronten y debatan a cualquier tipo de autoridad, como los padres o maestros.
“Debemos rescatar todo lo que los movimientos sociales han aportado a la construcción de la democracia y ciudadanía en los jóvenes, y fortalecer la cultura del diálogo en las instituciones educativas”.
En este sentido, agregó que, desde la Universidad, las autoridades educativas son pocos conscientes de todo lo que provoca una movilización y organización estudiantil, y deberían encontrar sus beneficios pedagógicos.
Explicó que existen tres movimientos estudiantiles, importantes, en México. El primero, el movimiento de 1968 que terminó con una masacre de estudiantes en Tlatelolco. Estos hechos, dice, marcaron un parteaguas en las movilizaciones en México y representan unos de los momentos más lamentables de la historia de nuestro país.
El segundo, sucedió entre los años 1986 y 87, cuando la innovación se concentró en que las formas de comunicación fueron distintas, e incluso, comenzaron a buscar espacios en los grandes medios del país.
Finalmente, el más reciente fue el llamado #YoSoy132, donde las redes sociales y la participación política de estudiantes de escuelas privadas, fue muy algo muy innovador en cuanto a movimientos sociales.
Su objetivo, afirmó, fue evitar que Enrique Peña Nieto llegara a la presidencia, lo que incentivó la participación de otros grupos ajenos a la academia.
Finalmente, señaló, que aunque estas acciones generen siempre cierto autoritarismo y represión por parte de las autoridades, no se puede menospreciar su impacto en el fortalecimiento democrático de la sociedad.