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Monstruo bicéfalo

En memoria de Sonia Comboni Salinas, mi amiga y colega en la Universidad Autónoma Metropolitana. Un abrazo solidario para José Manuel y sus hijos.

En las mitologías existen monstruos de todo tipo; filósofos y científicos sociales recurren a ellos para crear metáforas y proponer ideas; como Hobbes con el Leviatán o Nietzsche con las palabras de Zaratustra. No obstante, el título de esta pieza se inspira en un artículo de Javier Sicilia en Proceso, de hace unos años. Pero no se refiere al Estado sino a otro ente: el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
En mi entrega de la semana pasada apunté los cuatro desafíos mayores que enfrentará (ya afronta) el gobierno de Claudia Sheinbaum: decaimiento, de aprendizajes, aumento de la inequidad, ineficacia en la formación y actualización de docentes y un financiamiento paupérrimo para el sistema educativo mexicano. Tengo la impresión de que al gobierno que comenzará a ejercer en octubre le quedan claros esos retos, se tocan en las propuestas y piezas discursivas de la entonces candidata. Pero también pienso que en ese equipo no ven como amenaza al SNTE ni a sus múltiples facciones; incluso, tal vez lo observen como un aliado potencial. Cavilo que es un error.

Dejé para esta semana el análisis de los representantes del magisterio y lo que, desde mi perspectiva, los riesgos que implica confiar en las múltiples corrientes que hay en su interior. Cierto, el SNTE no es el único representante de los maestros, hay otras organizaciones, como el Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México y otros más al servicio de gobiernos locales, como en Puebla y Tabasco. Otros que se forjaron para salvaguardar intereses de grupos desplazados del poder sindical, como el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación de México, que comanda Carlos Jonguitud (hijo del célebre cacique del mismo nombre). Otros minúsculos en Veracruz y en sistemas estatales de telesecundaria; vamos hasta Vanguardia Popular tiene su organización magisterial.

Sin embargo, el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE mantiene el monopolio de la representación ante el gobierno federal. Las dos facciones más importantes, la institucional, que comanda Alfonso Cepeda Salas (quien será senador a partir de octubre) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que desde el 15 de mayo mantuvo en vilo a Oaxaca y Chiapas y un plantón en el zócalo de la Ciudad de México y hasta tiraron piedras y quebraron vidrios de ventanas del Palacio Nacional.

El SNTE es más que un organismo corporativo, más que un aparato de control de las trayectorias profesionales de los maestros, más que un grupo de interés; es una maquinaria política impresionante, de acuerdo con Ben Ross Schneider. Pero no es un monstruo que tenga una sola regencia, tiene muchas camarillas que se apiñan en los dos grupos principales, las dos cabezas del monstruo. Y, si uno hace caso al consejo que Machiavelli dio a los príncipes, las cabecillas de las facciones del SNTE, las aprendieron bien. Una actúa como zorro, la otra como león.

La corriente zorruna jugó muy bien sus cartas en el gobierno de AMLO y obtuvo tajadas importantes, también ciertos beneficios para sus agremiados. Mostró sumisión, disciplina (hasta electoral) y un apoyo irrestricto a las enmiendas que el gobierno introdujo en la educación básica, aunque la base de maestros no entienda bien de que se trata el enfoque decolonial, comunitario y de “justicia curricular”. No hubo necesidad de cambiar la ley, por medio de la artimaña denominada basificación, logró otorgar plaza definitivas a más de 800 mil trabajadores de la educación interinos.

A la tendencia belicosa, que jugó como león fiero, tal vez le fue mejor. Obtuvo más aumentos salariales, bonos para los integrantes de la secciones de la Ciudad de México, la promesa del presidente López Obrador de que los egresados de las normales tendrán plaza automática y también basificaciones.

Pero el gobierno no les concedió abrogar toda la “mal llamada” reforma educativa ni sepultar a la Usicamm. Estimo que la maquinaria seguirá funcionado a todo vapor en el próximo gobierno. Ergo, espero equivocarme, pero los males que aquejan al sistema escolar no se solventarán.

Retazos
PISA, siempre sí.

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