“Sentirse profesor es aprender a vivir con el dilema, la contradicción y la paradoja y, en el mejor de los casos, experimentar con su resolución las satisfacciones artísticas del artista” (Nias).
En días pasados leía un texto que en este mismo espacio se publicó. El título, provocador en sí, hizo que detuviera mis actividades un momento y comenzara a leerlo. “Fin del monopolio de las normales: ¿quién ganará? Su autora, Blanca Heredia, reflexionó sobre la declaración que hizo el Secretario de Educación, Aurelio Nuño, en la que confirmó, que en el siguiente concurso para la obtención de una plaza docente “cualquiera con título universitario que obtuviera el puntaje adecuado podría acceder a una de éstas”. Anuncio que, a decir de ella, no fue un anuncio, dado que la Ley General del Servicio Profesional Docente publicada en el Diario Oficial de la Federación en septiembre de 2013, así lo contempla.
Después de presentar de manera puntual y precisa los artículos que dicha ley considera para este logro, su autora, culminó sus ideas preguntándose sobre el resultado que tendrá la batalla política que enfrentará dicho Secretario con sus subalternos, en este caso, el Secretario de Educación pero del Estado de Chihuahua, quien en días recientes afirmó, que los normalistas tendrían preferencia en esa entidad.
Pues bien, sobre este asunto, considero que la mejora educativa no se genera a partir de ver quién es bueno o malo, quién es mejor o peor, o quién es idóneo o no para desempeñar esta profesión; de eso he hablado y se ha hablado en demasía. Se trata pues, de analizar a detalle los diversos factores que inciden de manera directa e indirecta en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Creo, si no me equivoco, de este aspecto hemos debatido muy poco – pero se ha investigado mucho – y, desde mi perspectiva, tenemos que hacerlo con mayor énfasis si pretendemos mejorar el Sistema Educativo Mexicano (SEM).
Afirmar que llegará a su fin el monopolio de las escuelas normales es aventurado, porque antes de que se publicara dicha ley, el estado mexicano a través de sus instituciones, le otorgó por años esa función a las escuelas formadoras de docentes; de ahí que cabe preguntarse si el monopolio fue construido por el normalismo o éste le fue cedido como parte de las políticas educativas que por años operaron en nuestro país.
Entiendo, como buen entendedor, que la autora de este texto alude a que los egresados de estas instituciones ya no tendrán esa “exclusividad” de la que de alguna forma gozaron, lo cual me lleva a otra pregunta que, Manuel Navarro atinadamente, formuló hace unos días: ¿cualquiera puede ser maestro?
No pretenderé en todo caso, entrar a un debate que, por falta de espacio más no de ganas, limitaría dilucidar con todos los elementos teóricos y conceptuales, la importancia de la formación docente en nuestro país. Si, así como lo leyó usted: formación docente. Con todas sus letras y significados.
Es conocido por quienes nos encontramos en el medio que las escuelas normales, con todas sus vicisitudes, tuvo, tiene y, espero, tendrá la posibilidad de formar maestros. El asunto en sí, no se encuentra en saber en qué medida se están o no formando docentes con las capacidades mínimas necesarias para responder a las demandas internaciones, nacionales y contextuales, y a los indicadores que de éstas se desprenden –aunque reconozco que es parte de ello–. En todo caso, se trata de fortalecer el “normalismo mexicano” a través de políticas educativas que le otorguen esa posibilidad: formar docentes.
No es justificación –o excusa si usted quiere– pero, le pregunto algo: ¿por cuántos años ha estado olvidado el normalismo en México? La respuesta es simple: como profesión de estado, éste ha sido subyugado a las visiones presidenciales o gubernamentales que han hecho y desecho lo que se les ha venido en gana en este medio. ¿Responsabilidad directa de las normales? No creo. Llama la atención que en estos días, haya cobrado auge su presencia en México.
Revisemos pues, la serie de políticas que se han implementado para fortalecer en sus diversos rubros a estas escuelas en los últimos años. ¿Se referirán éstas a profesionalizar la profesión? O, mejor aún, ¿qué se ha hecho para profesionalizar a los formadores de formadores? Es cierto, de unos años a la fecha, se han implementado ciertos programas como PROMIN, PEFEN y, más recientemente, el denominado PACTEN para la obtención de recursos pero, como escuelas de estado, ¿qué programas se han impulsado para la capacitación, actualización y profesionalización de los formadores de docentes dada la mínima autonomía de estas instituciones para contratar servicios profesionales relacionados con esos rubros?; en suma, ¿qué visión ha permeado al normalismo mexicano y por qué no se ha puesto atención a su modus operandi conocido por funcionarios y políticos?
Abrir la convocatoria para que egresados de universidades participen en el proceso para la obtención de una plaza docente tiene sus riesgos. No, no me malentienda; de ninguna manera menosprecio la formación universitaria. Por el contrario, la reconozco. Sin embargo, también debo reconocer que las universidades preparan para la práctica a través del dominio de las disciplinas, pero dudo que dicha práctica tenga grados importantes de pedagogía y didáctica para la enseñanza y aprendizaje de las grafías, por citar un ejemplo.
Años han pasado desde que Juan Amos Comenio dio a conocer su Didáctica Magna. Texto fundamental para entender las formas de enseñanza y aprendizaje en algún momento de la historia del mundo. Sin embargo, esta forma de ver la docencia ha cambiado en nuestros días; debemos considerar que su dominio se logra en el aula, en los procesos que se derivan del aprendizaje de los alumnos y en la manera en que el maestro propicia la generación de conocimientos.
Pensemos y repensemos esta idea. “Afortunadamente” no cualquiera puede ser maestro y, muestra de ello, son los resultados que se obtuvieron en la reciente evaluación por las que pasaron diversos colegas que son parte del SEM. Ahí tenemos un buen tema de investigación que, al profundizarlos, obtendremos infinidad de respuestas que, posiblemente, nos lleven a tomar otras decisiones, pienso, mejores, que la de abrir una convocatoria para quienes deseen ser maestros.
Docente en Escuelas Normales en Tlaxcala
Twitter: @Lalocoche