Hace unos días, en este mismo espacio, tuve la oportunidad de dar mi punto de vista sobre el Modelo Educativo que fue presentado pomposamente por el Secretario de Educación, Aurelio Nuño. Como usted podrá corroborar, mis ideas llevaban por título “Modelo Educativo: mucho ruido, pocas nueces”, puesto que a partir de esta pequeña frase, intenté concretar lo que desde mi perspectiva contiene el modelo que refiero: pocas nueces.
Como es normal, el texto fue objeto de varios comentarios que, en lo personal, agradezco en demasía, porque de alguna forma me permiten reflexionar sobre cada uno de los argumentos que empleo para explicar lo que considero merece explicación y bueno, dada la posibilidad que tenemos para seguir comentando sobre el documento que elaboraron algunos “genios” en la Secretaría de Educación Pública (SEP), abordaré en esta ocasión tres ideas, intentando nuevamente, argumentar un poco más al respecto para que haya claridad en las mismas.
En primer lugar, me gustaría señalar que este espacio no es suficiente para abordar todos y cada uno de los aspectos que integran los documentos: Los fines de la educación en el siglo XXI, El modelo educativo 2016, y Propuesta curricular para la educación obligatoria 2016. Así lo señalé hace días y así lo vuelvo a reiterar aunque, esta limitante, no restringe el que podamos plantear una serie de inquietudes producto de una reflexión que emana de la lectura de los citados textos.
En segundo lugar, considero que no es un exceso ni una exageración afirmar que el Nuevo Modelo Educativo contiene “pocas nueces pero si mucho ruido”, aseveración que me parece harto pertinente destacar. ¿Por qué? Porque de los aciertos y las fallas en el o los documentos, y que varios especialistas, investigadores, colegas y profesores hemos señalado, se ha abierto la posibilidad de hacer una crítica con fundamento y sin el hígado de por medio. Digo, para eso se puso a consideración del público o… ¿será que si alguien realiza un comentario a los contenidos y a sus líneas “pedagógicas” es porque está en contra de lo que dicta el gobierno y los genios? Como sabemos, criticar no es malo, lo malo es hacerlo sin conocimiento de causa y, por la experiencia que varios tenemos en ello, es que podemos fijar una postura sobre esto. En este sentido, es que recomiendo revisar el texto publicado en esta misma página cuyo título alude a lo que estoy hablando “Develando el lado obscuro del nuevo modelo educativo: la imprecisión de sus argumentos pedagógicos” de Marisol Silva Laya, o el “Modelo Educativo: bondades y contradicciones” de Pedro Flores Crespo, para darse cuenta de que hay conocedores en la materia y que podemos argumentar sobre éste y otros asuntos.
En tercer lugar, referí la página 51 del documento Modelo Educativo 2016, para argumentar sobre las complejidades de una realidad en nuestro país y que dificulta el proceso de enseñanza y aprendizaje: la pobreza y pobreza extrema que viven millones y millones de mexicanos. Es lógico que el currículum, a través de su implementación, pretenda mejorar las condiciones de vida de las personas pero, me gustaría saber: ¿cómo es que andan los niveles de empleo y desempleo en México?, ¿cuáles son los índices de deserción escolar e incorporación al mercado informal de niños y jóvenes en edad escolar? Vaya, ¿cuántos mexicanos se encuentran en ese sector de pobreza y pobreza extrema? Hay de realidades a realidades, y estos datos no se pueden tapar con un dedo – aunque el INEGI haya querido hacerlo –. Aceptar que el maestro tiene que lidiar con factores que no son propios de su desempeño, es aceptar que hay aspectos del proceso educativo que inciden en el aprovechamiento del alumno. ¿Para qué teorizar sobre el aprendizaje social cuando la realidad está superando esa teoría?
Tengo claro que el currículo es algo deseable, una aspiración a lograr y no tengo problema en ello; pero, ¿cómo se espera que los jóvenes que terminan sus estudios en el nivel medio superior de enseñanza dominen el idioma inglés si no hay maestros suficientes para lograr este propósito, por ejemplo? Desearlo es bueno, lo malo es la realidad en la que nos encontramos. Por ello, considero que señalar realidades no significa estar en contra de las aspiraciones de los seres humanos, ¿qué pasaría si en lugar de proponer modelos se atiende lo que debe atenderse como la insuficiencia de maestros? Ahí tenemos la educación preescolar y su obligatoriedad. Veamos cuál ha sido su resultado.
En conclusión, considero que hacer una crítica constructiva que nos permita dilucidar que algo puede mejorar, es harto pertinente si es que en verdad queremos que la educación en nuestro país cambie. Los foros, las consultas, los escenarios en los que se pueden debatir los distintos puntos de la “Reforma Educativa” y del “Modelo Educativo”, son indispensables; lo errado aquí es que en dos meses no se podrá dialogar lo suficiente para encontrar una vía que permita a los docentes, especialistas e investigadores, formular propuestas que sean acordes a las necesidades y/o demandas como las que planteo.
¿Para qué apresurar un proceso de consulta si lo que se busca es una mejora sustancial en la educación en México? Desde mi perspectiva, el ruido no necesariamente indica que hay buenas nueces, creo, eso lo sabemos… ¿estará dispuesta la SEP y su flamante Secretario a darle prioridad a las nueces más que a lo que se difunde en los medios?