Decía don Jesús Reyes Heroles que lo que resiste apoya. Dos hechos nuevos trajo esta semana que alimentan los debates sobre la política en educación (la semana para fines de mis artículos es de miércoles a martes). Primero, el anuncio del secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, de que van alrededor de 500 maestros cesados por haber faltado tres días consecutivos a sus labores. No dio nombres ni dijo en qué estados, pero el mensaje fue claro: “Se aplica la ley, la reforma avanza”.
Segundo, la virulencia con que reaccionó un grupo de maestros de la Coordinadora de Nacional de Trabajadores de la Educación de Michoacán, cuando quisieron interrumpir un acto en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, donde participaba el secretario: a pedradas e insultos. Un acto que muchos actores políticos y sociales condenan, como lo registran las notas en la prensa.
Estos asuntos se pueden interpretar desde varios puntos de vista; voy a centrarme en las repercusiones en la credibilidad que adquiere el gobierno con esos hechos. La credibilidad, decía Weber, es la fuente de la legitimidad política.
El secretario Chuayffet hizo la declaración del cese después de un acto protocolario; fue una respuesta de bote pronto —que dio caminando— a una pregunta de los periodistas. No la tenía preparada, no fue parte de la lectura de su discurso; sin embargo, fue la que se llevó la nota. Pero después no expresó nada más. No dijo quiénes son, en qué estados se tomaron esas decisiones (para aplaudir a las autoridades que se atreven a sancionar a los docentes absentistas conforme a la ley), ni proporcionó mayor información.
Tal vez no sea correcto (ni decente) proporcionar los nombres de los maestros cesados, pero sería conveniente que la Secretaría de Educación Pública diera a conocer otros datos. Por ejemplo, tantos en tal estado a partir de tal fecha. Su declaración, sin información concreta, dejó más dudas que certezas; colegas y comentaristas no le creyeron al secretario Chuayffet. La CNTE del Distrito Federal mencionó que ni ninguno de sus afiliados fue sujeto a la sanción; se puede suponer lo mismo en sus secciones más aguerridas, las de Oaxaca y Michoacán. Si algún funcionario se hubiera atrevido, ya no se diga a destituir, sino a descontar a los maestros los días no laborados, la protesta con marchas y amenazas de huelga hubiese sido inmediata.
Si el gobierno, no nada más la SEP, quiere que los ciudadanos crean que las leyes se aplican, es necesario que haya información convincente; en las repúblicas no se puede pedir que los ciudadanos acepten las palabras de los gobernantes como actos de fe.
El hecho de que los opositores a la reforma acusen recibo de manera violenta y fuera de control —como dijo el dirigente de la Sección 18 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Juan José Ortega— otorga credibilidad a las reformas. Los hechos iracundos actúan en contra de lo que desean quienes los realizan. Si esperaban más apoyo social por apedrear el coche del secretario y lanzarle insultos, les salió al revés: el repudio es mayor. No sólo impulsan al gobierno a cerrar filas en torno a un alto funcionario, sino que mandan señales de que la reforma en realidad lastima sus intereses; que les quita privilegios a los dirigentes y a los comisionados. Eso le otorga credibilidad a la Reforma Educativa.
Es más, genera que actores de la sociedad civil que critican a la SEP y al secretario Chuayffet por otra razones, se solidaricen con él y señalen las virtudes de la reforma, al menos las que esas organizaciones civiles le ven. En consecuencia, el gobierno gana legitimidad.
Más allá de esos hechos, hay elementos que confirman que el debate sobre el destino de la educación nacional sigue vivo. La prensa y otros actores no dejan que los asuntos de la ENLACE se desvanezcan; exigen más claridad a la SEP y al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. ¡Qué bueno que así sea! Sostengo que hay que acompañar (y presionar) a la SEP para que lleve a puerto la reforma.
Los corros corporativos que se resisten a la reforma tal vez no se den cuenta, mas también la apoyan.
Retazos
Repruebo los hechos violentos y me solidarizo con el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor.
*Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana
Publicado en Excelsior