Eduardo Andere M.*
Educación no es lo mismo que política educativa. Así como aprendizaje no es lo mismo que educación. Desde el 2003 que publiqué mi primer libro sobre educación con el título: “La educación en México: Un fracaso monumental. ¿Está México en riesgo?” no he dejado de estudiar, revisar, investigar sobre la educación y el aprendizaje en México y el mundo. Mi primer libro fue una severa crítica, más que a la educación a la política educativa de México. Pero fue un libro escrito desde el escritorio. Con el tiempo me di cuenta de que el título debió haber sido: “La política educativa en México: Un fracaso monumental.”
Hurgando sobre la educación me di cuenta de que para obtener una visión certera y justa de la educación de México y el mundo debía visitar escuelas. Hice mi misión en mi vida, visitar escuelas en México y el mundo. Y lo he hecho desde el 2004 hasta el presente. No he parado de visitar y platicar con maestras y maestros, directivos, estudiantes y expertos en alrededor de 40 sistemas educativos en más de 25 países, México incluido.
¿Qué descubrí? Que la verdadera historia de la educación está en las entrañas de las escuelas, en las vidas humanas, en la comunidad escolar, los maestros, los alumnos, los padres de familia, las autoridades escolares de carne y hueso, i.e., los supervisores, etc., y no en las autoridades educativas institucionales. En la institución, llámese SEP, autoridad educativa local, sindicatos, o supervisiones, se pierde la esencia de la educación y la sustancia del aprendizaje.
Sí, tenemos un fracaso monumental, pero no en las escuelas, ni en las personas, ni en los maestros, ni en los alumnos; en la política educativa. En la realidad, fría, inflexible, politizada de las instituciones, las leyes, los reglamentos, y los deseos e intereses ineluctables de los políticos y los administradores que sirven a los políticos.
Ahora estamos ante una encrucijada. Un impresionante desiderátum: la escuela y la pandemia; el derecho a la salud versus el derecho a la educación. Y la respuesta no está, no puede estar, es imposible, en el nivel institucional, en la política educativa.
Las instituciones y las políticas educativas están atrapadas en un océano de normas, intereses y centralizaciones que le son imposibles de superar. La frialdad de sus muros y pisos, no les permiten ver lo que sucede con la vida de las decenas de miles de maestros que se han desgarrado las vestiduras por atender a los niños y jóvenes en las peores circunstancias (sin equidad, sin capital digital—ni en las escuelas ni en los hogares—con chorros de pobreza y segregación); de los millones de estudiantes que motivados por estudiar nomás no encuentran los caminos para contactar con su maestros; y de los millones de padres de familia que no saben qué hacer. Muchos de ellos claman por regresar a la escuela porque tienen las condiciones de salud locales que lo permiten; otros buscan soluciones locales ad hoc, como reuniones en grupos pequeños distanciados, al aire libre, en el campo; muchos más empujan la idea de formar a sus hijos o alumnos para que autodidácticamente avancen sus estudios. Y al final, ¿qué encuentran? Un muro de contenciones que dice NO. No se puede. No puedes hacer esto o el otro; no puedes ir a la escuela hasta que esto o aquello.
Estamos en 2021, en medio de la peor pandemia global de la historia, a los 100 años de la SEP. Es hora de cambiar. Es hora del flexibilizar el sistema educativo; de flexibilizar la pedagogía. De permitir que las maestras y maestros de México, incluyendo supervisores, directivos y asesores, desplieguen su capacidad creativa; de que las escuelas funcionen como verdaderas comunidades de aprendizaje y no de repetición. Necesitamos a gritos un nuevo sistema y política educativa que libere las mentes de estudiantes, padres de familia, directivos escolares, y docentes para una nueva era. Un nuevo modelo y sistema que se explique y nutra en la localidad. No podemos vivir el 2021 con ideas, pensamientos e instituciones del 1921.
- Autor de los libros: “El futuro de las escuelas y la formación de maestros: que tan adelantado está Finlandia” y “¡Aprender! Emociones, inteligencia y creatividad.