El deshonroso primer lugar de casos de acoso escolar en secundarias en el mundo lo ocupa México, y los agredidos deben saber que sí existe quien los ayude, expresó en entrevista Cristina Jáuregui, cuyo libro ¡Ya basta! Acabemos con el bullying, fue presentado en Papalote Museo del Niño, ante un público de diversas edades, integrado en su mayor parte por familias.
En ese recinto donde la prioridad de tránsito la tienen los infantes y se hace saber a los padres y adultos que sus vástagos son primero, se abordó el tema del acoso escolar, su significado y consecuencias; según publicó el diario La Jornada.
Si usted sufrió acoso escolar, este libro le puede dar respuestas. A la pregunta de por qué la víctima no denuncia al agresor, la sorpresa es extrema: porque los niños y adolescentes aseveran que sus papás no les creen. Les da miedo que el problema se incremente. El drama que se vive muchas veces es secreto.
Cristina Jáuregui es conductora del programa de televisión Diálogos en confianza, de Canal Once, donde el tema del acoso escolar ha sido tratado desde diferentes puntos de vista.
En su oficina-consultorio en Coyoacán, donde ofrece terapia de pareja y atiende casos de violencia dentro de las escuelas, Jáuregui expuso que su área de especialización es la corriente humanista.
Ayuda a otros y es franca al decir que la vida de un terapeuta no es para nada perfecta o libre de problemas.La corriente humanista nos dice, justamente, que nada de lo humano nos es ajeno. Cada vez que tengo una sesión de terapia, la que más aprende soy yo. Es un intercambio y nos acompañamos en el proceso de crecimiento. La verdad es que mi vida está muy lejos de ser perfecta.
Agregó que hay muchos libros sobre el acoso escolar, pero abordan casos de otros países. Hay pocos que hablen del contexto mexicano. Me di el trabajo de oír historias de aquí. Ya había leído experiencias de Estados Unidos y Australia, por ejemplo. Hice una convocatoria entre mis seguidores en redes sociales y les pregunté qué han sufrido al respecto. Todas las historias del libro son reales y todos me dieron permiso de publicarlas. Muchas de esas historias me hicieron llorar; fueron muy fuertes.
Un aspecto que me llamó la atención es que nadie se hacía responsable, ni la escuela ni la familia. Pongo los puntos sobre las íes. Es cosa de cada uno de nosotros y expongo cuáles son nuestras responsabilidades. Sí es responsabilidad de la escuela, de los papás, del gobierno, de los medios de comunicación, etcétera. Esta es una aportación del libro y me planteé las soluciones para los padres de familia, para los directores y profesores. Aparte, me di a la tarea de buscar si había leyes que avalaran esto.
La autora no expone los casos desde la terapia, sino que hace que se escuche su voz. Uno es la de un niño de nueve años que quiso quitarse la vida; de una mamá que supo seis años después que su hijo padeció acoso escolar; de una niña que se da cuenta de que su mejor amiga lo está sufriendo; otro, sobre ciberbullying, que es lo que está pasando en las redes sociales. Cada historia no es larga, pero refleja el problema.”
Definió que este tipo de acoso, como tal, ocurre en la escuela y no en otros ámbitos. Incluye niveles superiores. “Por error llamamosbullying a cualquier caso de violencia. Hay medios de comunicación donde un locutor, por ejemplo, llama bullyinga toda violencia, y no es así. Si generalizamos, perdemos la posibilidad de ayudar a quien sí padece esa agresión. Ahora bien, sí, la violencia en general hay que pararla. Si se da en el empleo, se trata de violencia laboral o acoso; si es el abuso de un jefe con un empleado o subalterno, es bossing. Tienen diferentes nombres y eso está bien, porque cada una tiene características propias y hay diferencias. En el acoso laboral estamos hablando entre pares, de adultos, y el bullying es entre menores de edad”.
Aclaró que el acoso escolar no se cura porque no es una enfermedad. “Las secuelas sí pueden dejarse atrás, en la medida en que se atiendan. En quienes lo han sufrido desde su infancia las consecuencias son muy graves, pues puede haber personalidad de bajo perfil, baja autoestima, miedo… Sí se puede revertir el daño con ayuda profesional, con muchas ganas de hallar la salida. Hay grados debullying. Hemos sabido de casos en los que ha habido asesinatos y suicidios. Se puede llegar a un punto donde no hay solución. Siempre ha habido acoso escolar. Si le dan un balonazo en la cara a un niño y le queda el ojo morado, la mamá va y reclama que a su hijo lo acosan, y eso no es. Sólo estaba jugando futbol. Antes de Internet y de las redes sociales, el acoso se quedaba en el aula, entre las paredes de la escuela.
“Para nuestra tristeza somos el primer lugar a escala mundial en secundaria. Esto es grave. En la corriente humanista, que es la que yo sigo, se dice que el hombre es bueno por naturaleza, pero sí, definitivamente, hay algo en nosotros, una pulsión que nos hace sobrevivir. Los niños y las niñas nacen con esas ganas de tener cosas. Se jalan los juguetes y a partir de los cuatro años eso cambia social y culturalmente. A los hombres se les pide que no se dejen, que sean fuertes y hasta se les llega a aplaudir si se defienden, si demuestran su hombría. Entre las niñas ocurre algo diferente: el bullyingpuede ser secreto y silencioso; excluyen a sus compañeras, lo cual destroza el alma, la sique.”
Quien ejerce el acoso, añadió, realmente está pidiendo auxilio: “No es que sea malo, sino que a su vez está siendo buleado, inclusive por un hermano o por su padre.
Un factor que influye es que a diario las noticias giran en torno de lo malo. Repercutió en el pasado reciente y en el presente la ausencia de la materia de civismo en los planes de estudio, porque enseña a vivir en sociedad, a convivir. Fueron 25 generaciones las que no cursaron esa materia. Otro aspecto que daña es que a los maestros se les maniata, incluso se les regaña y se les amenaza.
Presentar el libro en el Papalote fue un acierto. Lo edita el sello Porrúa y se agotó pronto la primera edición. En el Papalote se educa en torno de estos valores, que son fundamentales. En el museo hay civismo
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