Alberto Salvador Ortiz Sánchez
El pasado 30 de septiembre de este año se llevó a cabo en la capital del estado de Tlaxcala un evento académico inédito en la etapa reciente de la educación pública del estado de Tlaxcala. Y especialmente inédito porque en las realidades del colectivo docente son contadas o prácticamente nulas las ocasiones donde se da voz y participación a los actores fundamentales del proceso educativo, llámese docentes de grupo, directivos, alumnos y padres de familia.
La actividad convocada por el consejo técnico de la jefatura de sector 8 de educación primaria federal contó con la participación de destacados directores técnicos de las 6 zonas que componen el sector proveniente de los municipios de Xaloztoc, Terrenate, Tetla de la Solidaridad, Apizaco y Tzompantepec.
A lo largo de 3 paneles de participación, se dialogó de manera abierta entre los participantes sobre temas puntuales que involucran a la esfera directiva: que es una escuela de excelencia, como la infraestructura puede ayudar al logro de los aprendizajes, que cualidades debe tener un directivo escolar eficiente.
Se considera que un directivo debe conjugar en si mismo valores como eficiencia, eficacia, comunicación efectiva y asertiva, y un poco más en lo subjetivo la pasión y el hecho de ser un modelo o incluso proyectarse como inspiración para otros docentes o la comunidad donde se desempeña. Esto al mismo tiempo de conocer la normatividad y tener la capacidad de reaccionar y pro accionar en función de las circunstancias que le están tocando vivir en su centro educativo.
Al margen de los comentarios vertidos y las conclusiones alcanzadas, es menester reconocer que se abran espacios para que las voces no se pierdan en el ruido de la política educativa nacional. Más que iniciativas, se reconoce la voluntad de la autoridad educativa para escuchar y construir la escuela como lo haría cualquier otro profesional de la educación: desde abajo y con la participación de alumnos, docentes, directivos y padres de familia.
En los momentos actuales de un mundo post pandemia, la figura del directivo escolar renace y se reinventa a partir de las experiencias acumuladas a lo largo del tiempo de servicio y lo que se ha llamado ahora como la “nueva normalidad”. Esta transformación del director escolar sin duda ha sido un producto marcado también tanto por el cambio generacional producto de las reformas legales como las del ISSSTE, la educativa de 2013 y la más reciente con el actual gobierno, como también por la nueva era de profesionalización enmarcada por los procesos de promoción y la constante competencia profesional.
Esta reinvención pone al directivo en un lugar privilegiado. De primera fila. No solo tenemos directivos con un muy alto perfil profesional, sino también conocedores natos del terreno de acción. Compañeros venidos de procesos de promoción verificados y avalados por la autoridad educativa y con alto conocimiento de la realidad curricular que se vive en cada aula. Este fenómeno legitimador le abre al director de par en par la puerta de la escuela y en consecuencia, dependerá entonces de él, de su conocimiento, astucia, sagacidad, sensibilidad e inteligencia llevar a buen puerto todos los proyectos y aspiraciones de la comunidad escolar.
Un buen director puede ser también el líder que la comunidad necesita para impulsar no solo el desarrollo de su escuela, sino también el de su entorno. Estamos en un momento estelar de aprendizaje comunitario que puede ser la llave que nos conduzca hacia el camino del éxito y el desarrollo social que tanto reclamamos y que tanto deseamos por el bien de nuestro país. Ojalá tengamos más directores comprometidos como ustedes, estimados compañeros.