Por: Eva Astorga
El mérito, en la opinión de Alma Maldonado, Investigadora del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), es una construcción colectiva que depende del contexto, y no es equiparable con la capacidad, la inteligencia o el talento. Se usa como incentivo para premiar las acciones que la sociedad valora, señaló durante la mesa de análisis “Mérito, ¿oportunidad o farsa?”, realizada en el marco del XV Congreso Nacional de Investigación Educativa.
El mérito está ligado a los conceptos de educación superior y movilidad social, principalmente en un contexto en que “la 4T ha demostrado su rechazo a los poseedores del conocimiento”, como apuntó la investigadora Dinorah Miller, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En un país donde las brechas sociales son tan grandes y la pobreza tan extendida, “la desigualdad disciplina las expectativas”, en palabras del Doctor Emilio Blanco, del Colegio de México (Colmex).
Para el investigador de la UNAM Roberto Rodríguez, la meritocracia constituye una fórmula para enfrentar la desigualdad, no obstante, termina por crear nuevos modos de instaurarla. El proceso comienza desde la educación básica, donde el éxito está siempre condicionado por la conducta y el desempeño académico.
Las evaluaciones son una herramienta para impulsar la meritocracia, y es desfavorable porque las calificaciones se otorgan con base en la técnica aplicada al currículo, sin prestar atención a conocimientos de ámbitos distintos. Por ello, los métodos de valoración deben ser repensados, de modo que cubran un espectro más amplio de saberes.
Respecto a la intención del gobierno federal de eliminar el examen de ingreso a la educación superior para impulsar una política de rechazo cero, Sylvia Schmelkes, investigadora del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), indico qué “volver automática la asignación elimina la motivación para mejorar”. No obstante, los participantes en el debate coincidieron en que el mérito no debe ser el único criterio de selección.
“Solo el Estado puede cambiar el régimen”, apuntó Rodríguez, mencionando como alternativa para alcanzar la meta del rechazo cero la creación de instituciones de calidad equivalentes a la UNAM o el IPN, que cada año dejan fuera a miles de aspirantes. Sin embargo, multiplicar las vías de acceso a la educación superior de calidad supondría una fuerte inversión de la actual administración.