La frase “feliz vuelta al sol” se ha vuelto muy popular y es una forma de referirse al cumpleaños de una persona. Si se busca el origen de la frase se menciona que, en los pueblos originarios, cuando cumples una vuelta al sol se toma uno un instante para ser consciente de toda la energía que llevas en tu nombre y en tu esencia.
Según esta creencia, dicen los que observan las estrellas que, cuando cumples años el sol vuelve al lugar exacto del universo en el que se encontraba el día que comenzaste a transitar por la tierra, cuando abriste los ojos por primera vez. Así, la luz vuelve a iluminar a la luna y a los planetas desde el mismo punto del espacio de aquel vibrante momento en el que inició tu existencia; el cosmos se vuelve a alinear mirando hacia ti.
Ese momento estelar sólo se repite una vez en el año y por eso se dice que celebramos haber completado una nueva vuelta al sol, porque celebramos que se cierra y se abre un nuevo ciclo, celebramos una nueva cosecha, pero, sobre todo, celebramos que el cielo nos vuelve a dar la oportunidad de hacer consciente nuestro paso por esta tierra. Esta analogía surge porque, al igual que el día de nacimiento de una persona es cada año, la Tierra también tarda doce meses en girar alrededor del sol.
Más allá de la veracidad de esta creencia, su simbología parece estar relacionada con el contador de los días, una figura emblemática para los integrantes de un pueblo originario, pues desde el instante mismo de su nacimiento, cada persona es llevada con el contador de los días para conocer qué le tiene reservado el destino. Caracterizado como una especie de oráculo que se encarga de leer el tiempo valiéndose del maíz; “el señor” detalla en qué condiciones nace una persona, cómo vivirá en el mundo cuando crezca, qué habilidades será capaz de desarrollar y cómo será su comportamiento a lo largo de su vida.
Lo anterior me brinda la oportunidad de destacar la enorme importancia que tienen en México los pueblos originarios, ya que, a través del tiempo, representan una cultura viva. En la Gaceta UNAM se lee que un pueblo originario es un grupo social y cultural que se originó antes del Estado y que conserva su identidad, instituciones y vínculos ancestrales con la tierra y los recursos naturales.
Su cultura es tan valiosa como cualquier otra y el hecho que formen parte de las políticas públicas para algunos gobiernos, los legitima y les permite resurgir con más fuerza. Los miembros de un pueblo originario se identifican como tales por su lengua, su indumentaria y sus rasgos físicos. Enrique Francisco Antonio, director de la única escuela normal bilingüe intercultural en el estado de Oaxaca y profesor del posgrado de Pedagogía en la UNAM, ha descrito la controversia que existe hoy alrededor de los pueblos originarios, especialmente en ámbitos académicos desde una lógica occidental. “En el instante que el invasor nos estigmatizó, nos han señalado llamándonos indios; el término peyorativo indio fue impuesto como forma de discriminación y menosprecio frente a otros seres humanos”.
Precisamente el día de mi cumpleaños, comentaba con mis amigas la enorme riqueza que no conocemos y mucho menos apreciamos, por lo que es necesario destacar que hablar de los pueblos originarios, desde su esencia misma, se habla de una cultura de pertenencia, ya que al tener una historicidad que les antecede, han creado sus propios simbolismos y prácticas sociales mediante usos y costumbres, constituyendo los pueblos que se articulan entre sí a través de su lengua.
Una de las características más sobresalientes es que existe un estrecho vínculo de estas comunidades con la vida natural, pues no conciben el mundo sin tomar en cuenta a la madre tierra, por la que sienten veneración y respeto. La relación de los pueblos originarios con la tierra también es espiritual e involucra varios rituales, por ejemplo, al momento de sembrar la milpa o construir una casa, piden su permiso como una especie de bendición hacia el futuro.
¿Sabemos por qué los pueblos originarios subsisten todavía hoy, pese a los embates que han sufrido? Desde la conquista, las comunidades indígenas han sido un blanco constante de afrentas económicas, militares, políticas y religiosas, con el propósito de menoscabarlas hasta acabar con su cultura milenaria. Su fuerza y resistencia siguen siendo sus tradiciones heredadas, que a pesar de todo están vivas y forman parte de nuestra cultura popular.
Si la frase “feliz vuelta al sol” tiene su origen en los pueblos originarios, no hay más que celebrarlo, porque así somos conscientes de tomarnos un instante para reflexionar en toda la energía que lleva nuestro nombre y nuestra esencia cuando se cumple una vuelta al sol, y así posesionamos a los pueblos originarios en nuestra memoria colectiva como una manera de resistencia ante los modelos de economía y desarrollo en cada uno de los países donde felizmente, aún existen pueblos originarios como en México.
Por mi parte, agradezco con mucho cariño a quienes utilizaron esta frase en el día de mi cumpleaños. Fue lindo buscar su significado y ser consciente de él.
Referencias
UNAM (2024) Entrevista: Pueblos originarios, una cultura viva en México. Gaceta UNAM