Surgieron muchas preguntas esenciales en las comparecencias de la Maestra Sylvia Schmelkes y demás Consejeros del INEE en el Senado y la Cámara de Diputados. Presentaron el reporte “Los Docentes en México”. Se perfilaba como momento clave para apuntar en la historia de la Reforma Educativa.
¿Ya que de la preparación de los maestros depende la preparación de los estudiantes, qué pasa con la preparación de los futuros maestros? ¿Por qué el 60% de egresados de normales y universidades pedagógicas no califican como idóneos en el concurso de oposición?
¿Por qué muchos maestros en ejercicio no logran calificación mínima en el examen para ganar la plaza? ¿Qué estamos haciendo para mejorar la preparación de los maestros en ejercicio? ¿Qué más podemos hacer?
La Consejera Sylvia les explicó verdades. Dijo que los maestros y las maestras son el pilar fundamental de la educación en México. Destacó datos para iluminar sus puntos: el 59% de los estudiantes de pedagogía vienen de familias de recursos inferiores a niveles mínimos designados por el Coneval. Son estudiantes frágiles porque arrastran carencias educativas, “probablemente de una escuela indígena o de una escuela rural pequeña o de curso comunitario, de una telesecundaria, de un telebachillerato, entonces tienen mayores dificultades para el éxito académico dentro de las normales”. Algunos vienen de estudiar en escuelas que perdían más de 70 días de clases cada año. Muchos interrumpen sus estudios por cuestiones económicas y familiares.
Principio de Maslow: hay que resolver cuestiones de sobrevivencia antes de que se pueda contemplar la actualización personal y profesional. Propuso darles becas para gastos de pensión y programas propedéuticos para tratar de asegurarles la constancia y esfuerzos retribuidos en el aprendizaje.
Para la capacitación de los maestros en ejercicio, hay una inversión de 364 pesos por docente en primaria. Esto no es razonable ni suficiente para pagar participación en los talleres y estudios que necesitan. “Es mucho menor al que se consideraría necesario, además de que esa formación se proporciona en condiciones inadecuadas.”, dijo Sylvia Schmelkes. ¿Qué se puede hacer al respecto en una época de recortes presupuestales? ¿Cómo conseguir los recursos necesarios y asegurar su uso eficiente para promover el aprendizaje?
En cambio, presupuestan 10 mil pesos por maestro en secundaria y bachillerato. Donde se ahorra en este nivel es en contratar a más del 70% de los maestros por horas. Eso dificulta su participación en trabajos colegiados con los demás docentes en su centro educativo. Invertir en la preparación profesional implica contratarlos por tiempo completo y/o darles tiempo pagado para trabajar juntos en proyectos y programas de la escuela. ¿Considerando los ahorros que implican la contratación por horas, es razonable diez mil pesos anuales por maestro para su capacitación? ¿Por qué no (cuando sea posible) contratarlos por tiempo completo como se suele hacer en primaria? ¿Diez mil es suficiente para asegurar la participación en grupos de trabajo para consensuar metas y estrategias para mejorar la escuela? ¿Y la participación en entrenamientos consensuados?
La Consejera Sylvia iluminó en su informe lo que podría pasar si no se invierte en la preparación del magisterio. Ya que se están elevando los requerimientos para entrar a la profesión, hay menos postulantes. Aunado a los crecientes niveles de jubilaciones y retiros de maestros año con año y los maestros que no logran puntaje en el examen de competencias, los requerimientos numéricos futuros para docentes serán mucho mayores que los estudiantes de pedagogía que egresan cada año. Se propone invertir en la formación y capacitación docente porque la alternativa es confrontar a nuestros hijos y nietos diariamente con “profesores” no preparados. ¡Y justo dijimos que queríamos evitar eso con estas reformas! Si la educación de calidad es un derecho, seamos consecuentes con los principios constitucionales. Invirtamos en la preparación de nuestros preparadores.
Últimas preguntas esenciales: ¿Cuánto cuesta invertir estratégicamente en la preparación de los docentes futuros y actuales, y cuánto cuesta a la larga no invertir en la capacitación profesional de las personas que tienen el porvenir, el presente y el pasado del país en sus manos? ¿Y cómo invertir estratégicamente? Quizás la Maestra Sylvia nos puede guiar.