Con más pena que gloria, durante el sexenio del presidente López Obrador transitaron por la Secretaría de Educación Pública (SEP) tres Secretarios de Educación: Esteban Moctezuma, Delfina Gómez y Leticia Ramírez; esta última, como sabemos, continua al frente de esta dependencia que dejará en manos de Mario Delgado, recién designado por la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo como Secretario de Educación.
Sus pobres gestiones fueron, y han sido, el más claro ejemplo de que la educación en nuestro país está lejos de ser una prioridad. Si esto no fuera cierto, ¿alguien podría enlistar algunos de “logros” conseguidos por cada una de sus administraciones?
No, la aprobación de la reforma educativa de 2019 no fue un logro de dichos secretarios. De hecho, como se recordará, desde su campaña electoral, López Obrador prometió al magisterio mexicano la derogación de la mal llamada reforma educativa de 2013 cuando llegara a Palacio Nacional, y lo cumplió.
No, tampoco el plan de estudios 2022 y su implementación a lo largo y ancho de la República Mexicana fue un logro de estos secretarios. Si se recuerda bien, Esteban Moctezuma estuvo en el cargo desde el 2018 hasta principios de 2021. Por su parte, Delfina Gómez, se mantuvo en el puesto desde su nombramiento en enero de 2021 hasta mediados de 2022. Y, finalmente, Leticia Ramírez, desde su designación en agosto de 2022 hasta la fecha, ha estado al frente de esta Dependencia. ¿Alguien recuerda cuántas versiones de dicho plan se “filtraron” a través de las redes sociales y cuyo contenido siempre fue variando hasta culminar con una versión que poco se parece a la primera “filtrada”? Pienso que esos cambios no fueron producto del “intenso” trabajo de los secretarios aludidos, pero tampoco, de lo que implica el ya de por sí complicado diseño curricular; más bien, considero que las emisiones de tales versiones se debieron a la lucha empedernida y constante que se libró al interior de la Secretaría de Educación. Una penosa situación que dejó entrever, que ninguno de estos funcionarios tuvo la capacidad suficiente para poner orden en la casa, pero también, de que se haya publicado este documento con los errores, por ejemplo, en la redacción y ortografía, ya conocidos. En resumidas cuentas, este plan de estudios se tenía que publicar porque se tenía que publicar y punto, no importa quién lo haya “logrado”.
No, tampoco la revalorización del magisterio tan prometida y poco lograda fue una prioridad de estos secretarios. Ninguno de ellos, pero ninguno, realmente hizo algo para que, al menos, la Unidad de Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros dejara de violentar los derechos labores de los profesionales de la educación. Lo planteó en estos términos porque, irrisoriamente, este gobierno que se dijo ser diferente a otros en el ámbito laboral y salarial, mantuvo prácticamente idéntico el régimen de ingreso, promoción y reconocimiento establecido por Peña Nieto, desde luego, con excepción de la evaluación al desempeño docente. Esto, sin olvidar, que los incrementos salariales no se realizaron conforme a las responsabilidades de cada uno de los trabajadores de la educación al interior de sus centros de trabajo. Pienso que, en la búsqueda de cerrar las brechas de desigualdad salariales entre los trabajadores, estás incrementaron la desvalorización docente. Si esto no fuera así, habría que preguntarle al profesorado su opinión sobre el incremento que han obtenido el PAAE y lo que a dichos docentes les ha sido concedido.
No, tampoco se les puede asignar a estos secretarios alguna mejora profesional de las maestras y maestros en su formación continua. De hecho, este sexenio ha sido un caos en este rubro. Por un lado, porque los Consejos Técnicos Escolares se consideraron como centros de formación continua cuando no es así, en virtud de que se requiere del cumplimiento de otros elementos para que tal objetivo se logre. Por el otro, porque ningún secretario tuvo la capacidad de mirar el trabajo que venía realizando la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (a nivel federal porque en los estados hay otro caos) y, por ende, impulsarlo a nivel nacional destinando los recursos humanos, materiales y financieros para ello. Finalmente, para nadie es desconocido que, en cada una de las entidades, el tema de la formación continua no es lo mejor que digamos, buena parte de las unidades o centros de “capacitación” para maestras y maestros, a través de sus programas, ofrecen una “capacitación” que deja mucho que desear.
No, tampoco a estos funcionarios se les puede adjudicar como logro la mejora de los planteles escolares. Es sabido que el programa La escuela es nuestra no favorece a todas las instituciones educativas, pero también, que dicho programa está lleno de claroscuros, por ejemplo, en 2023, la Auditoria Superior de la Federación observó que se otorgaron apoyos por 662 millones 650 mil pesos a 1935 planteles de educación básica que ya habían sido beneficiados en 2020 y 2021, aun cuando en sus reglas de operación se establece que ya no podrían ser apoyados nuevamente. ¿Qué logro podría adjudicárseles si hay escuelas que literalmente se están cayendo a pedazos, otras que no han sido atendidas desde el sismo de 2017 u otras tantas más subsisten con las aportaciones de los padres de familia?
Vaya, a ninguno de estos secretarios podría atribuírseles la impresión y distribución a todas las maestras y maestros del Plan de estudios 2022 y de cada uno de los programas sintéticos. Ni eso pudieron hacer ni lo harán en lo sucesivo.
Finalmente, si se ha llegado a esta parte de la lectura podría llegar a pensarse que, la lista de cuestiones sobre las cuales se pude reflexionar sobre este tema se quedó corta o, tal vez extensa, todo dependerá del cristal con que se mire. Lo que sí es y será una certeza es que, con Mario Delgado al frente de la SEP, tendremos otra gestión pobre, pero tan pobre, que deberíamos preocuparnos en demasía por la educación de las niñas y niños.