Rosalía Nalleli Pérez- Estrada*
Trabajar en educación superior reditúa frutos y recompensas inmediatas: Grandes satisfacciones se viven cuando el alumno egresa de una institución y en poco tiempo se le encuentra ya laborando, con auto o empresa propia e incluso con propia familia. Por otro lado, también se vive preocupación cuando el alumno deserta para siempre. Pareciera que nada impide ver los resultados inmediatos, cualquiera que estos sean y poder compartir la felicidad que esos alumnos, ya formados, van dejando o al mismo tiempo compartir la inquietud que la deserción trae, cuando no hay un plan de acción definido en el desertor.
Para quien ve a la educación superior como una meta de formación, podría pensar que los alumnos ya sólo necesitan aprender contenidos y desarrollar su conocimiento para aplicarlo. Parecería también que su conocimiento es igual al éxito y que a esa edad no existe ningún tipo de problemas ni secretos. Sin embargo, para el docente, siempre existe un reto oculto que enfrenta constantemente y las exigencias son cada vez mayores de acuerdo al nivel.
De esas exigencias en cada grado, se puede hablar de los diferentes conocimientos ya desarrollados, dependiendo del contexto de cada alumno en el que ha estudiado, de las miles de creencias ya asimiladas, de la crítica constante del alumno quien llega a la universidad con criterios diferentes para cada vivencia, del cuestionamiento continuo repetido en casa, a veces sin fundamento y de la definición total por su formación, entre otros aspectos. Todos ellos representan un reto continuo para cualquier docente. Los alumnos, -aunque adultos ya- que llegan con su competencia comunicativa más desarrollada y su competencia digital incuestionable, con capacidades más específicas en convivencia, aún reflejan en clase su cultura y sus creencias adoptadas en su entorno y se aprecian los problemas sociales que les afectan. La influencia familiar es indiscutible y sus valores están más cimentados. Además, sus problemas de autoestima se reflejan de manera diferente que con los niños, en ocasiones la toma de decisiones es burda o lenta, y su concepción del mundo se nota, esporádicamente, apagada y morosa. Hay vicios ya adoptados y sueños por cumplir ya más definidos, muchas veces volátiles y del logro inmediato; que en ocasiones los vuelven apáticos hacia su propio avance, sordos a la teoría e incluso a los docentes que se piensan consejeros.
Un desafío real por ejemplo, se presenta en el aprendizaje de los idiomas, específicamente del idioma inglés; ya que a pesar de que la mayoría tiene más de 5 años con el contacto continuo con este idioma, aún encuentra uno 15 de cada 20 alumnos, con problemas de estructura, pronunciación, vocabulario, comunicación o de conocimiento básico, pero sobre todo de compromiso. Además, la toma de decisiones entre aprender el idioma en clase o esperar a estudiar después el idioma, afecta también su avance.
Con respecto a los retos de la educación superior, Sánchez Castañeda dice que “Las instituciones de educación superior enfrentan una serie de desafíos, que resultan trascendentes para la vida nacional, en la medida en que en ellas se finca gran parte de expectativas de desarrollo de un país”. Si se piensa que la educación superior en general es la solución para los problemas de un país, se debe de pensar también que el compromiso de los alumnos para su aprendizaje es un determinante para que se logre el 100% de un perfil de egreso de cualquier institución, y que además, el estudiante, junto con todo su bagaje cultural y todos sus conocimientos previos, pone en juego los resultados para que la educación de un país se mejore. Por lo tanto, la concientización del alumno de su propio involucramiento en este nivel es urgente, pero de manera formativa, y desde los niveles anteriores, junto con una revisión exhaustiva y completa del modelo educativo que las instituciones siguen, más la concatenación de los perfiles de egreso de cada nivel, así como la revisión de contenidos y del logro educativo para que un país pueda evolucionar en muchas áreas de conocimiento, pero sobre para que evolucione en la concientización del ser.
*Rosalía Nalleli Pérez-Estrada. Directora de Universidad Santander, Campus Tlaxcala. Profesora por asignatura, de la Universidad Politécnica de Tlaxcala. rosalia_na@hotmail.com
Para leer más:
Alfredo Sánchez-Castañeda. Los retos de la educación Superior Hacia una política de estado. https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/1/341/19.pdf